Investigadores muestran en un estudio que la inactivación del gen p53, el más frecuentemente alterado en el cáncer, induce en la epidermis un escudo protector.

Investigadores del Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (IDIVAL) han descrito un mecanismo por el cual las células con mutación en la proteína p53 son expulsadas por descamación, protegiendo a la epidermis de la radiación solar y evitando la aparición de cáncer de piel.

En un estudio, cuyos resultados publica Cell Reports, el grupo de Ciclo Celular, Células Madre y Cáncer del (IDIVAL) ha confirmado la hipótesis de que la mutación de este gen, la más vinculada al cáncer en seres humanos, en la piel normal promueve, sin embargo, la eliminación de las células dañadas -por ejemplo, por acción de los rayos ultravioleta- e impide el desarrollo de tumores.

Este mecanismo es el que actúa cuando la capa más superficial de la piel se desprende (se pela) tras la exposición al sol el primer día de playa, según ha informado el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla en un comunicado.

La proteína p53 está considerada como el guardián de la integridad del genoma, debido a que ejerce un papel clave en el control de la replicación del ADN para que no se transmitan errores. Se trata, por lo tanto, de un gen supresor de tumores y su inactivación es la alteración genética más frecuentemente encontrada en las células cancerosas de numerosos tipos de tumores, y especialmente en el carcinoma de piel, donde está presente en el 80% de los casos.

Aunque la mutación de p53 no es suficiente para que una célula normal se convierta en una célula cancerosa, cuando este gen está inactivado -es decir, se pierde el control que ejerce sobre la duplicación del material genético- y se acumulan otras mutaciones, éstas se potencian entre sí incrementándose la malignidad del cáncer.

Las células dañadas por el sol se eliminan

«El control que ejerce p53 sobre el ADN es tan importante para que todo funcione bien, especialmente en las células madre de la piel, que cuando se encuentra inactivado la susceptibilidad de desarrollar un cáncer agresivo es mucho mayor. Por eso pensamos que, si en la piel normal no aparecían tumores aunque esa alteración estuviera presente, debía existir un sistema por el que las células mutantes se eliminaran», explica Ana Freije, primera autora del artículo.

Esta hipótesis surgió de la observación de que en la piel normal que se expone al sol existen clones de células que tienen alterado este gen supresor de tumores y, sin embargo, no desarrollan cáncer. Ni siquiera hay una relación entre la cantidad de clones celulares mutados y la tendencia del individuo a desarrollar un carcinoma de piel.

«Lo que hemos encontrado es el mecanismo por el cual las células con mutaciones causadas por el sol son eliminadas para que no evolucionen hacia un tumor, es decir, se trata de un mecanismo protector frente al cáncer de piel», señala Alberto Gandarillas, investigador principal del grupo.

Este mecanismo consiste en que, ante un daño leve o moderado, la pérdida de p53 induce en las células de la epidermis una diferenciación escamosa, cuyo destino final es la eliminación por descamación. De esta forma, se reduce el riesgo de que esas células acumulen otras mutaciones y se conviertan en cancerosas.

Gandarillas resume el hallazgo de su grupo como un segundo escudo protector para la piel que entra en acción cuando se sobrepasa la capacidad del mecanismo de protección fundamental, que es la melanina. «Cuando el daño solar es demasiado intenso o cuando existe un déficit genético de melanina, como ocurre en las personas albinas, se pone en marcha este segundo mecanismo de protección», explica.

Células humanas eliminatorias

Para demostrar su hipótesis, los investigadores del IDIVAL han creado sus propias células eliminatorias, mediante la anulación del gen p53 en queratinocitos primarios de piel humana in vitro, una técnica en la que el grupo cántabro es pionero a nivel mundial.

En este proyecto, el grupo IDIVAL ha contado con la colaboración del Hospital Universitario Central de Asturias, el Instituto Josep Carreras de Investigación de la Leucemia, la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, la Universidad París Didero y el Hospital Saint-Louis de París.

mayo 4/ 2015 (JANO)

 

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