Hace 50 años que «JAMA» publicó «A new antigen in leukemia sera» (J Am Med Assoc 1965; 191: 541-546), de Blumberg BS, Alter HJ, Visnich S, un artículo sobre el HBsAg, el antígeno Australia que supuso un antes y un después para las hepatitis víricas, según Miquel Bruguera, que leyó ese artículo justo al acabar la carrera y posteriormente, como hepatólogo (y referencia internacional en biopsia hepática), ha sido testigo de todo lo que ha permitido aquel hallazgo.

«A raíz del descubrimiento se dispuso de un sistema de identificación de infectados por el VHB, se cambió la política de aceptación de donantes de sangre y se eliminó la hepatitis postransfusional, se caracterizó el VHB y se desarrolló una vacuna, se dispuso de tratamientos para el VHB, se redujo la incidencia del carcinoma hepatocelular y se orientaron los estudios para la identificación del VHA, VHD, VHC y VHE», explica a Diario Médico tras elaborar una recopilación de la evolución del saber sobre la enfermedad para la Real Academia de Medicina de Cataluña, de la que es miembro.

El HBsAg (antígeno de superficie de la hepatitis B), descubierto por Baruch Blumberg, consta de una glucoproteína que se inserta en la superficie del VHB y cuando se detecta en el torrente sanguíneo indica infección actual de hepatitis B aguda y crónica.

Según Bruguera, antes de eso se habían descrito casos de ictericia y epidemias de ictericia (Hipócrates, Papa Zacarías), como la primera en España, en la isla de Menorca, en 1751.

En la literatura médica previa a la descripción del antígeno Australia hay teorías sobre la patogenia de las ictericias epidémicas (Virchow 1864, Mc Donald 1908), dudas sobre la existencia de la ictericia catarral (Hans Eppinger) y descripciones de ictericia en diabéticos (Clínica de Diabetes de Goteburg, 1925) y en vacunados contra la fiebre amarilla (Findlay GM, MacCallum FO, 1937; Sawyer WA, 1944). Pero fue en la Segunda Guerra Mundial cuando los estados mayores de los ejércitos estadounidense y británico mostraron su preocupación y decidieron impulsar estudios sobre la transmisión. Así se iniciaron experimentos -«de dudosa moralidad», apunta Bruguera- como el de transmisión de hepatitis administrando extractos de heces o aspirado duodenal de pacientes con hepatitis a voluntarios (Mac Callum FO, Bradley WH, 1944).

Por el buen camino
Pero lo que orientó a la medicina por el buen camino para el conocimiento y control de las hepatitis virales fue el antígeno Australia: «Blumberg buscaba algún polimorfismo de las lipoproteínas que comportaba una predisposición genética a determinadas enfermedades, examinando la presencia de anticuerpos contra proteínas en los multitransfundidos; y H.J. Alter pretendía investigar si las reacciones transfusionales febriles no relacionadas con los grupos sanguíneos eran debidas en los sujetos multitransfundidos a anticuerpos contra proteínas de los donantes», relata Bruguera.

Estudios de prevalencia
Tras su artículo en «JAMA» se sucedieron los estudios de prevalencia y de asociación con otras enfermedades (London WT, 1969; Prince AM, 1968-1970; Dane DS, 1970). En 1967 (JAMA 1970) se realizó el primer estudio de hepatitis transfusional en pacientes cardiacos operados, en los que se registró una incidencia de más del 30 %, lo que permitió concluir que el mayor riesgo de hepatitis era recibir sangre de donantes retribuidos y/o con antígeno Australia. A partir de ahí se cribaron los donantes mediante la determinación del antígeno.

Otros estudios, igualmente de «dudosa moralidad», en referencia a los de la Escuela Willowbrook de Nueva York para niños con retraso mental, un centro en el que la hepatitis era endémica, sirvieron, entre otras cosas, para que Krugman y su equipo (JAMA 1967) describieran dos tipos distintos de hepatitis. Posteriormente, un virólogo de MSD logró una vacuna de la hepatitis B; Chiron Corporation consiguió una vacuna recombinante antihepatitis B; Robert Purcell, Albert Kapikian y Stephen Feinstone identificaron el virus de la hepatitis A (Science, 1973); se reconoció la hepatitis no A no B; se descubrió el VHC, y se confirmó que el VHC es el Vhnanb.

En materia de recursos terapéuticos, el interferón, que se utilizó antes de que se describiera el VHC, fue sustituido por interferón recombinante, ribavirina, inhibidores de la proteasa, simeprevir, boceprevir, telaprevir, sofosbuvir, daclatasvir y, pronto, nuevos fármacos antivirales de acción directa contra el virus de la hepatitis C de segunda generación que se están aprobando en Estados Unidos y Europa. «Ahora tenemos vacunas para el VHA y VHB y pronto para el VHE; tratamiento eficaz para el VHB y el VHC, y podemos actuar sobre los mecanismos de transmisión de los virus de las hepatitis. Pero falta un mapa preciso de la seroprevalencia en España y planes de prevención de la transmisión tanto entre personas con prácticas de riesgo como en hospitales».

Bruguera criticó la semana pasada lo aprobado por el Ministerio de Sanidad para el VHC porque no se ha tenido en cuenta que hay pocos hepatólogos, no hay un registro de pacientes y no se ha elaborado un reglamento sobre qué enfermos tienen que tener prioridad.
Premio Nobel para el descubridor

El 28 de julio fue instituido en 2010 como el Día Mundial de las Hepatitis Virales por el cumpleaños del descubridor del agente etiológico de la hepatitis B (antígeno Australia), Baruch Samuel Blumberg, premio Nobel de Medicina de 1976.

Blumberg extrajo de datos epidemiológicos aparentemente inconexos una inusual reacción entre el suero de individuos politransfundidos y el de un aborigen australiano. En ensayos de inmunodifusión doble de Outcherlony observó una banda de precipitación que se teñía de rojo con azocarmín (para visualizar proteínas) y no con colorantes para lípidos.
marzo 12/2015 (Diario Médico)

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