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La mayor cantidad de las fracturas abiertas que sufren los niños principalmente en brazos y piernas, no debería requerir obligatoriamente de cirugías para su curación, obedeciendo a los resultados de un estudio efectuado por investigadores del Centro Pediátrico Johns Hopkins, que se publica en Journal of Children’s Orthopaedics.
En este trabajo donde ha sido analizada la evolución la evolución de fracturas abiertas limpias que no recibieron intervención quirúrgica entre 2000 y 2013, en una muestra pequeña de 40 niños en edades entre los 4 y 16 años que sufrieron la afección.
La principal conclusión es que si la herida es pequeña con un diámetro menor de once y medio milímetros menos de 11, 5 milímetros de diámetro y el tejido que la rodea no aparece visiblemente contaminado por restos o suciedad, los niños pueden curarse por sí solos.
Evidentemente el trabajo contradice lo que existe como principio innegable, que propone a la cirugía como abordaje preferente de las fracturas óseas pediátricas.
No obstante, el autor principal del estudio, Paul Sponseller, director del departamento de Cirugía Ortopédica, recalca que no todas las fracturas abiertas son buenas candidatas para una reparación sin cirugía. Las que presentan daños en los vasos anexos a la lesión necesitan un tratamiento más elaborado, en el quirófano, así como las heridas que se muestran contaminadas. También precisan intervención aquéllas en las que la realineación del hueso resulta compleja.
El estudio obliga a la reflexión de los médicos encargados del tratamiento de los niños que presenten fractura ósea abierta, donde lo importante no sería cumplir una norma obligada de llevarlos al salón de operaciones, sería valorar si el enfermo lo requiere o si de los contrario tendría la posibilidad de consolidar su fractura abierta sin necesidad de recibir tratamiento en el quirófano.
diciembre 15 /2014 Diario Médico