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La diabetes mellitus tipo 2 es uno de los problemas de salud más preocupantes en la actualidad. Sus cifras le confieren proporción de epidemia: se estima que 246 millones de personas en todo el mundo la sufren y, si su progreso no sufre variación, se prevé que alcance la suma de 380 millones de afectados en 2025. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa el 90% de todos los casos y se debe, sobre todo, al sobrepeso y al sedentarismo. Hasta hace poco era particularidad de los adultos pero, en la actualidad, se diagnostica también en la infancia.
Sus síntomas son similares a los de la diabetes tipo 1 aunque, en ocasiones, se manifiestan con menos intensidad, y esto hace que se tarde más años en diagnosticar. Así, puede hacerse evidente después de años de evolución en los que no se han manifestado signos de la enfermedad. No obstante, sufrir una hiperglicemia crónica (niveles altos de glucosa en sangre), a pesar de que no provoque síntomas, induce a lesiones en los pequeños vasos sanguíneos del organismo, como en la retina, los riñones y el sistema nervioso periférico, que ocasionan ceguera, insuficiencia renal y amputaciones, respectivamente.
Diabetes en edades avanzadas
En España, la prevalencia de la enfermedad en mayores de 75 años es del 30,7% en varones y del 33,4% en mujeres, y en los mayores de 85 años de ambos sexos se acerca al 40%, como señalan los resultados del estudio di@bet.es. A este escenario hay que sumarle, según datos aportados por este mismo trabajo, que cerca del 40% de todos los casos no están diagnosticados. Esta investigación es una iniciativa del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Federación Española de Diabetes (FED, disuelta recientemente).
Sufrir diabetes en edades avanzadas, a grandes rasgos, aumenta el riesgo de muerte prematura y discapacidad física y mental. Un anciano afectado es más vulnerable a padecer enfermedades como hipertensión arterial y las cardiovasculares, o a que se le potencien condiciones asociadas al proceso de envejecimiento, como depresión, disminución de la función cognitiva e incontinencia urinaria. Además, que la persona padezca alguna demencia, como la enfermedad de Alzheimer, hace mucho más complicado controlarla. Actuar contra la diabetes en ancianos.
Para el Dr. Ricardo Gómez Huelgas, coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la diabetes tipo 2 puede encuadrarse dentro de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento. «Esto es así porque con la edad empeoran los dos principales factores de riesgo: la falta de producción de insulina por parte de las células beta pancreáticas y la resistencia al efecto de la insulina en los diferentes órganos. En la actualidad, asistimos a un progresivo envejecimiento de la población y, además, a una epidemia de obesidad que en conjunto explican el gran número de casos que se presentan en personas ancianas», declara el especialista.
Entonces, ¿qué medidas habría que tomar para prevenirla? Para este experto, la principal es «luchar contra la obesidad y el sedentarismo. La dieta y el ejercicio son la mejor prevención, también en las personas de edad avanzada».
Así, la mejora en la calidad del cuidado del paciente anciano es una de las preocupaciones actuales de los especialistas, como también lo es optimizar el uso de los recursos diagnósticos y los tratamientos para los ancianos con diabetes. Además, a pesar de las altas cifras de incidencia en edades avanzadas, se disponen -se quejan los expertos- de pocos ensayos clínicos sobre el riesgo-beneficio del tratamiento antidiabético intensivo a largo plazo dirigidos a esta población.
junio 11/2014 (Diario Salud)