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Los niños y adolescentes mayores de 8 años al inicio de la diabetes tipo 1 tienen una conectividad cerebral más débil más adelante en la vida con respecto a los que eran más jóvenes en el momento del diagnóstico, según han descubierto investigadores de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de Pittsburgh (Pitt), en Pensilvania, Estados Unidos.
Los resultados, presentados este viernes en la reunión anual de la Sociedad Psicosomática Americana, se hallaron gracias al análisis de los escáneres cerebrales de 44 adultos de mediana edad con diagnóstico de diabetes tipo 1 cuando eran niños.
«La adolescencia es un momento en el que el cerebro madura y hace conexiones en redes responsables de diferentes funciones», explica uno de los autores de este trabajo, John Ryan, profesor asistente de Psiquiatría en Pitt. No obstante, señala que se necesitan más estudios para determinar si y cómo la aparición de la diabetes tipo 1 poco antes o durante la pubertad afecta a la función del cerebro y cómo un mejor control de la enfermedad en ese momento podría producir cambios en la función cerebral más tarde en la vida.
En la mitad de los participantes del estudio, la diabetes tipo 1 apareció antes de los 8 años y los investigadores les compararon con personas del mismo sexo e igual edad a las que se les diagnosticó la patología después de los 8 años pero antes de los 17.
Todos estaban inscritos en el Estudio Epidemiológico sobre Complicaciones de la Diabetes, una investigación dirigida por la Escuela de Salud Pública de Pitt para documentar las complicaciones a largo plazo de la diabetes tipo 1 entre los pacientes en el Hospital de Niños del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC, por sus siglas en inglés) entre 1950 y 1980.
La diabetes tipo 1, que generalmente se diagnostica en niños y adultos jóvenes, ocurre cuando el cuerpo no produce insulina, una hormona necesaria para convertir el azúcar en energía y puede provocar daños en nervios y órganos. Con la terapia de insulina y otros tratamientos, la condición puede controlarse.
El doctor Ryan señala que sus hallazgos son una «instantánea» de exploraciones y pruebas de un punto en el tiempo pero que será fundamental realizar controles y análisis a lo largo de los próximos entre cinco y diez años para determinar si una conectividad del cerebro más débil podría estar relacionada con la función cognitiva y si se podría encontrar cualquier marcador predictivo en los escáneres cerebrales que puedan advertir de un futuro deterioro cognitivo.
«El hecho de que los adultos con diabetes tipo 1 estén viviendo más tiempo que nunca es, sin duda, un éxito de los avances del tratamiento, pero también presenta un problema urgente de salud pública», subraya la autora principal de est trabajo y profesora asociada de Epidemiología en la Escuela de Salud Pública en Pitt, Caterina Rosano.
«Una característica notable de estos pacientes es que desarrollan anormalidades en el cerebro similares a las observadas en adultos más mayores sin diabetes. Es muy probable que el paso de la edad pueda amplificar la progresión de las anomalías cerebrales y, posiblemente, conducir a una dismunición cognitiva más rápido de lo que se observaría sólo con la edad», argumenta esta experta.
Por ello, Rosano destaca la necesidad de identificar rápidamente este deterioro cognitivo y evitar las características de este envejecimiento acelerado del cerebro en los diabéticos tipo 1 para garantizar la máxima calidad de vida de estos pacientes.
marzo 15/2014 (EP)
Tomado del boletín de selección temática de Prensa Latina: Copyright 2013 “Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.”