Las diferencias genéticas al parecer explican por qué algunas personas pueden oler ciertos olores y otras no, afirman los investigadores.

Con la ayuda de 10 olores distintos, los investigadores realizaron pruebas de sensibilidad del olfato a casi 200 personas y luego analizaron el ADN de los participantes. En cuatro de los olores que se usaron en las pruebas, había un vínculo entre la sensibilidad del olfato y ciertas variantes genéticas.

Los cuatro olores son de malta, manzana, queso azul y violetas, según los hallazgos, publicados en la revista Current Biology (doi:10.1016/j.cub.2013.07.031).

«Nos sorprendió ver cuántos olores tenían genes asociados con ellos. Si esto se extiende a otros olores, entonces podríamos esperar que todos tuvieran su propio rango de olores a los que son sensibles», afirmó en un comunicado de prensa de la revista el colíder del equipo de investigación, Jeremy McRae, de Plant and Food Research en Nueva Zelanda.

«Estos olores se hallan en los alimentos y en las bebidas con los que la gente se encuentra cada día, como en los tomates o las manzanas. Esto podría significar que cuando las personas se sientan a comer, cada una de ellas lo vive de manera personalizada», afirmó McRae.

McRae y sus colaboradores también hallaron que la capacidad de las personas de oler estos cuatro olores era la misma en todo el mundo. Eso significa que alguien en Asia tiene tantas probabilidades de ser capaz de detectar uno de estos olores como alguien en África o Europa.

La capacidad de oler uno de estos olores no predice la capacidad de oler los otros, según halló también el estudio. Así que, si a alguien se le da bien oler el queso azul, no quiere decir que se le dará bien oler una manzana que tenga al lado.

Las variantes genéticas que afectan la capacidad de oler estos cuatro olores están en o cerca de genes que codifican los receptores olfativos. Los investigadores explicaron que las moléculas receptoras del olfato están situadas en la superficie de las células nerviosas sensoriales de la nariz. Cuando ciertos compuestos químicos flotan en el aire, las células nerviosas envían una señal al cerebro y eso resulta en la percepción de un olor.

Richard Newcomb, colíder del proyecto, afirmó que saber los compuestos que las personas pueden percibir de los alimentos, además de otros productos, ejercerá una influencia en el desarrollo de los futuros productos. «Las compañías podrían querer diseñar alimentos destinados a personas en función de su sensibilidad, y básicamente elaborar alimentos y otros productos personalizados según su gusto y su olfato», indicó en el comunicado de prensa.
agosto 2/2013  (HealthDay News) –

Jeremy F. McRae, Sara R. Jaeger, Christina M. Bava, Michelle K. Beresford, Denise Hunter, Yilin Jia. Identification of Regions Associated with Variation in Sensitivity to Food- Related Odors in the Human Genome.Current Biology,  Ago 1, 2013

agosto 7, 2013 | Dra. María T. Oliva Roselló | Filed under: Genética, Neurología | Etiquetas: , , |

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