El microbioma humano es considerado por buena parte de la comunidad científica como el segundo genoma. Solo las poblaciones bacterianas del intestino codifican 150 veces más genes que el genoma humano.

Con una proporción de diez células microbianas por cada una humana, conocer la influencia del microbioma en la fisiología del sistema inmunitario es un imperativo.

Y es que, «los microbios influyen en la salud y la enfermedad del ser humano, por lo que comprender su interacción con el organismo supondría avances decisivos en los campos de la medicina, la farmacología o la ciencia de la nutrición, entre otras disciplinas», ha asegurado Peer Bork, jefe de la Unidad de Biología Computacional del Laboratorio Europeo de Biología Molecular, durante una visita al Centro Nacional de Investigación Oncológica de Madrid (CNIO).

Bork forma parte del Consorcio Internacional del Microbioma Humano, una ambiciosa iniciativa destinada a descrifrar el mapa de las bacterias al amparo de la unión de fuerzas entre el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH) y la Comisión Europea.

El investigador alemán es el responsable de coordinación y análisis de datos del proyecto Metahit (Metagenómica del tracto intestinal humano) y «como tal -destacan desde el CNIO- ha hecho importantes contribuciones en el campo de la genética y la genómica del microbioma humano, y su papel en el origen de enfermedades como las alteraciones inflamatorias intestinales o el cáncer, así como el papel que factores ambientales, como la dieta, pueden jugar sobre este ecosistema olvidado hasta hace poco».

El resultado que se desprende del Proyecto del Microbioma Humano del NIH, que funde sus datos con el que lidera Bork y se remonta tan solo a hace cinco años, arroja una diversidad enorme. Las estimaciones giran en torno a las 10 000 especies bacterianas en nuestro organismo mientras que, por ejemplo, «en el intestino apenas conocemos todavía un 40 % del total», apunta Bork. Para colmo, «la microbiota es única de cada individuo; probablemente se relaciona con la alimentación, la presencia o no de obesidad, la inmunidad, la genética del sujeto, y el entorno». A falta de un mayor esfuerzo por estratificar indicadores, la promesa de la individualización que corre pareja al siglo XXI se queda en suspenso.

Aplicaciones
Entre los principales obstáculos está el coste de la monitorización. «Recientemente el gobierno de Reino Unido se planteó secuenciar el genoma de 100 000 individuos, cifrando el gasto medio en unos 3000 euros por persona. Ahora bien, el estudio de la microbiota requeriría observar cómo cambia esta con el tiempo y calibrar factores tan complejos como la dieta, lo que dispararía el presupuesto», explica.

En cualquier caso, «tengo la convicción de que el conocimiento avanza y la maraña de interconexiones es algo abarcable: nuestras comunidades microbianas responden a un número limitado de tipos bacterianos que son muy abundantes y frecuentes, junto con una cifra elevadísima de bacterias distintas representadas en pequeñas cantidades, lo que fija objetivos asequibles».

Por supuesto, «la mayor diversidad microbiana la encontramos en el tracto intestinal y en la cavidad bucal, la piel tiene una diversidad media y donde nos topamos con menos tipos distintos de bacterias es en los genitales». La pregunta es: ¿en qué se materializa esto? «Entre las aplicaciones directas en un futuro no muy lejano está la diagnosis y la optimización de tratamientos, además de la identificación de patógenos y resistencias a antibióticos. A día de hoy, estamos estudiando la asociación de la microbiota con la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la diabetes tipo 2. En cuanto al cáncer y su lugar en la ecuación del microbioma, «probablemente en mama no sea relevante pero en colon o piel será determinante».

Enterotipos de la flora intestinal
Con más de 500 trabajos en revistas como Nature y Science, Bork destaca el avance de la clasificación de las bacterias del intestino en tres enterotipos. Con la combinación de 22 metagenomas fecales, los científicos de Metahit analizaron la flora bacteriana del intestino de unas 300 personas. En el tipo uno predomina el género Bacteroides, en el dos, Prevotella y en el tres Ruminococcus, aunque también alberga especies como StaphylococcusGordonibacter; este último se especializa en la descomposición de mucina, mientras que el uno se encarga de producir vitamina B7, B2 y C y el dos, de la B1.
enero 31/2013 (Diario Médico)

febrero 1, 2013 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Gastroenterología, Oncología | Etiquetas: , , , |

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