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El desarrollo saludable de los niños puede ser afectado por la activación excesiva o prolongada de los sistemas de respuesta al estrés en el cuerpo, con efectos negativos en la edad adulta, con enfermedades como cáncer, asma y depresión.
Un estudio, difundido esta semana por la Academia Estadunidense de Pediatría (AAP), define la existencia de tres tipos de respuestas al estrés -positiva, tolerable y tóxica-, como efectos de los sistemas del cuerpo a la reacción a un evento estresante o la experiencia misma.
La investigación, coordinada por Sara B. Johnson, de la Escuela de Medicina Johns Hopkins, Baltimore, Maryland, se refiere en específico a la respuesta tóxica, que tiene en los niños efectos negativos sobre el aprendizaje, la conducta y la salud durante toda su vida.
Destaca que aprender a lidiar con la adversidad es parte importante del desarrollo de los niños sanos, sin embargo, cuando sus cuerpos se ven amenazados se preparan para una respuesta aumentando las hormonas de frecuencia cardiaca, presión arterial y el estrés, como el cortisol.
Cuando los sistemas de respuesta al estrés de un pequeño se activan en un entorno de relaciones de apoyo con los adultos, los efectos fisiológicos se superan y lo traen de vuelta a la normalidad, pero si la respuesta es extrema y de larga duración, y no hay esas relaciones armoniosas, el resultado puede ser un daño para toda su vida.
La respuesta positiva, llamada estrés positivo, es normal para el desarrollo saludable del niño, y se caracteriza por el breve aumento de la frecuencia cardiaca y leves elevaciones hormonales ante actividades o emociones pasajeras.
El estrés tolerable activa los sistemas de alerta del menor en un mayor grado por emociones fuertes y duraderas, como la pérdida de un ser querido, que si cuenta con relaciones de protección de los adultos logra recuperarse.
En tanto, el estrés tóxico ocurre cuando un niño enfrenta, sin apoyo adecuado de un adulto, una frecuente, fuerte y prolongada adversidad, como el abuso físico o emocional, exposición a la violencia, cargas acumuladas de problemas económicos familiares, entre otros.
Este tipo de activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés puede perturbar el desarrollo del cerebro, debilitar otros sistemas de órganos, y aumentar el riesgo de enfermedades y deterioro cognitivo en la edad adulta.
«En la medida que el niño tenga experiencias adversas es mayor la probabilidad de retrasos en el desarrollo y problemas posteriores de salud, incluyendo enfermedades del corazón, diabetes, abuso de sustancias y depresión», puntualiza.
Debido a la complejidad de los sistemas de respuesta al estrés, los tres niveles no son clínicamente cuantificables, pero sí una forma de categorizar la gravedad relativa de las respuestas a condiciones de estrés.
El informe presenta una visión general del estrés tóxico, con un resumen sobre el desarrollo de la red neuroendócrino-inmune, cómo su función se ve alterada por la adversidad en los primeros años de vida, y cómo estas alteraciones aumentan posteriormente la vulnerabilidad a las enfermedades.
Sugiere la valoración de los entornos infantiles de forma temprana, así como del funcionamiento de los sistemas biológicos, lo que ayuda a prever periodos críticos en el desarrollo.
Advierte que cambios en sus ambientes pueden mejorar los resultados, «un campo en el que los pediatras tienen un papel importante para la prevención del estrés tóxico».
La AAP recientemente solicitó a los investigadores pediátricos en biología molecular, genómica, inmunología y neurociencia, convertirse en líderes en la ciencia del estrés a través del diseño de estrategias para construir una base sólida con la cual enfrentarlo, a fin de que los niños tengan una vida saludable.
La academia reconoce que las relaciones familiares estables y amorosas pueden proteger a los menores de los efectos perjudiciales del estrés tóxico, pero cuando no existen es importante que los amigos y comunidades intervengan, así como los servicios y programas médicos que se ocupan de la fuente del estrés y las relaciones infantiles.
enero 23/2013 (Notimex)
Tomado del Boletín de Prensa Latina: Copyright 2012 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.»