La investigación y preparación durante años de técnicas como la implantación de prótesis valvulares aórticas, la denervación renal percutánea y de nuevos dispositivos como los stent bioabsorbibles han logrado que ya se pueda empezar a hablar de procedimientos consolidados.

La palabra que define el X Curso Internacional de Terapia Endovascular y Miocárdica, organizado por el Grupo TEAM y celebrado en Madrid, es «consolidación, ya que durante este año se han afianzado técnicas presentadas en anteriores ediciones, como la implantación de prótesis valvulares aórticas, los stent bioabsorbibles y la denervación renal percutánea para tratar la hipertensión arterial en pacientes resistentes al tratamiento farmacológico», ha explicado Eulogio García, director ejecutivo del TEAM y consultor  de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, en la rueda de prensa de presentación del curso.

La colocación de stent bioabsorbibles era una intervención experimental (apenas se han realizado diez casos en España), pero este tipo de stent, formados por material biodegradable, ahora se estrena en la práctica clínica, y cada vez estarán más presentes en los hospitales, que los ofrecerán como un tratamiento alternativo a los stent farmacoactivos, de metal o de polímero. Al respecto, Carlos Macaya, jefe del Servicio de Cardiología del Clínico de Madrid, ha comentado que, «hoy por hoy, se puede implantar el stent bioabsorbible en uno de cada cinco pacientes. Con el avance de la tecnología en dos o tres años esta cifra va a aumentar».

Para Antonio Serra, jefe de Cardiología Intervencionista del Servicio de Cardiología del Hospital del Mar, de Barcelona, «estas endoprótesis, que llevan veinte años investigándose, constituyen un dispositivo mágico porque reparan la arteria sin dejar huella».

García ha resumido las principales conclusiones del estudio que ha presentado en la reunión del TEAM Martín Leon, cardiólogo intervencionista del Centro Médico de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y publicado en The New England Journal of Medicine.

«La investigación consta de dos partes, una de las cuales compara las válvulas percutáneas con el tratamiento médico en pacientes que de ningún modo se pueden operar». En ese grupo la conclusión es que los pacientes inoperables se deben tratar con válvula percutánea siempre que la esperanza de vida, después de implantar la válvula, sea mayor de un año para, dicho de alguna forma, utilizar mejor los recursos.

En el otro grupo -que es el de los pacientes de alto riesgo- se compara la implantación de válvulas percutáneas con la cirugía, observando que los resultados son iguales. Según ha detallado García, «ahora lo que se está haciendo es analizar los subgrupos para ver en qué pacientes funcionaría mejor cada técnica. En la actualidad, según las guías de la Sociedad Europea de Cardiología las indicaciones son los pacientes inoperables con más de un año de vida y los pacientes que siendo operables tengan alto riesgo y cuyos casos se discutan en un grupo compuesto por cardiólogos intervencionistas y cirujanos».

La conferencia magistral ha corrido a cargo de Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, y ha versado sobre hacia dónde se dirige la investigación y el tratamiento de la cardiopatía isquémica y la ateroesclerosis.
octubre 7/2012(Diario Médico)

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