jun
25
Un estudio del CSIC revela que ciertos hábitos saludables, como comer menos pero de forma más frecuente y sin prisas, están asociados con una menor cantidad de grasa corporal, al margen de la actividad física que se realice.
La influencia benéfica del desayuno puede ser especialmente relevante en los adolescentes varones que no practican ninguna actividad física.
Que la clave para prevenir la obesidad es mantener unos hábitos alimenticios saludables no parece una novedad. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN), adscrito al CSIC, va un paso más allá.
El trabajo demuestra que ciertos hábitos saludables, como comer más de cuatro veces al día y hacerlo de forma pausada, se relacionan con una menor cantidad de grasa corporal, independientemente de la actividad física que se realice durante el tiempo libre.
La información relativa a la grasa se obtuvo a través de la suma de seis pliegues cutáneos y de la circunferencia de la cintura de 1978 adolescentes (1017 chicas) entre 13 y 18 años procedentes de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y Zaragoza). También se evaluó el papel de la actividad física en el tiempo libre.
“Para dilucidar cuál es el efecto sobre la obesidad de los hábitos dietéticos es necesario estudiarlos en conjunto con otros hábitos, como la actividad física”, explica a SINC Sonia Gómez Martínez, primera autora del trabajo e investigadora en el departamento de Metabolismo y Nutrición del ICTAN.
Los chicos medían y pesaban más, además de poseer un mayor perímetro de la cintura y de comer de forma más rápida. Sin embargo, según el estudio, publicado en el Journal of Adolescent Health (doi:10.1016/j.jadohealth.2011.08.016), en ellos la grasa acumulada era menor.
Asimismo, los autores observaron que la influencia benéfica del desayuno puede ser especialmente relevante en los adolescentes varones que no practican ninguna actividad física, ya que los que se saltaban esta comida mostraban los valores de grasa corporal más altos.
“Con los resultados obtenidos se ha demostrado que una de cada cuatro chicas y uno de cada tres chicos españoles tienen sobrepeso o son obesos», afirma Gómez Martínez.
Necesidades especiales
La maduración sexual y el aumento de talla y peso son las características que marcan las necesidades nutricionales de los adolescentes, que durante esta etapa desarrollan el 20% de la altura que tendrán como adulto y el 50% de su masa muscular y ósea.
Estos procesos requieren una elevada cantidad de energía y nutrientes, de ahí que la alimentación deba estar diseñada para cubrir el gasto que se origina. Durante la adolescencia, son tres los minerales que tienen especial importancia: el calcio, el hierro y el zinc.
Mientras que el calcio es fundamental en el crecimiento de la masa ósea, el hierro interviene en el desarrollo de tejidos hemáticos (los glóbulos rojos) y del tejido muscular, y el zinc en el desarrollo de la masa ósea y muscular.
Entre las recomendaciones diarias para la alimentación de los adolescentes se halla la ingestión de tres o cuatro tazas de leche o yogur para el aporte de calcio, vitamina D y riboflavina; cinco o más raciones de frutas o verduras; dos porciones de alimentos proteínicos magros; de seis a once porciones de cereales, pasta, arroz y papas; y pequeñas cantidades de alimentos ricos en grasa y en azúcar.
junio 24/2012 (JANO.es)
Sonia Gómez-Martínez, David Martínez-Gómez, Fatima Perez de Heredia, Javier Romeo, Magdalena Cuenca-Garcia, Miguel Martín-Matillas, et. al. Eating Habits and Total and Abdominal Fat in Spanish Adolescents: Influence of Physical Activity. The AVENA Study. Journal of Adolescent Health; volumen 50 (4), abril 2012, págs 403–409.