El manejo de la hipotiroxinemia transitoria del prematuro (THOP) y su tratamiento con la hormona tiroidea por sí sola podría llevar, en teoría, a la prevención en cientos de casos de discapacidad grave en el neonato pretérmino.

Pero ya que los estudios previos no han demostrado todavía su necesidad, extremo al que se une la preocupación de que un tratamiento excesivo en sí es un riesgo, «la intervención a todos los prematuros de bajo peso no se recomienda en este momento como práctica clínica habitual», según ha manifestado Susana Ares Segura, del Hospital La Paz, de Madrid.

Ares ha participado en el XXXIV Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica, que se ha desarrollado en Santander, y ha advertido que el porcentaje de supervivencia global de los neonatos de peso extremadamente bajo al nacer (EBPN<1.000 g) ha aumentado en los últimos años. «Cada vez es más frecuente que los niños de 23 y 24 semanas sobrevivan, y aumenta el número absoluto de pacientes con un alto riesgo de discapacidad a largo plazo».

Grupo de riesgo
Los datos disponibles sugieren, en su opinión, que los neonatos prematuros son el grupo con mayor riesgo y más probabilidades de beneficiarse de los suplementos de hormona tiroidea. «Es necesario subrayar que el concepto de intervención en THOP es más consistente con la idea de complementar un sistema hormonal por lo demás normal, aunque de desarrollo inmaduro, que con la administración del tratamiento para una enfermedad reconocida, como hipotiroidismo congénito».

Así las cosas, teniendo en cuenta el número de nacidos en España menores de 28 semanas de gestación, su supervivencia del 70 % y que aproximadamente el 12 % de los supervivientes presentan alteraciones en el neurodesarrollo, el tratamiento con hormona tiroidea podría, teóricamente, prevenir cientos de casos de parálisis cerebral en este grupo.

«Si un médico tuviera que elegir el tratamiento, lo adecuado es seguir un protocolo estructurado de base hospitalaria para complementar la producción endógena, utilizando dosis bajas, suplementando con yodo oral y sin suprimir la liberación de la hormona tirotrópica (TSH). «Sería la aproximación más correcta, teniendo en cuenta el riesgo-beneficio, evitando intervenciones aleatorias, y mientras se desarrollan ensayos más amplios», ha precisado Ares.

En este mismo panel ha intervenido José López Sastre, del Hospital Central de Asturias. «Se considera adecuado un aporte de alrededor de 30 mg/kg/d para los nacidos con menos de 37 semanas. Hay autores que han señalado que el aumento de la ingesta de yodo en la dieta podría mejorar los niveles circulantes de las hormonas, pero puede no ser suficiente para eliminar la THOP».

Consumo de yodo
En su opinión, el uso habitual de sal yodada es suficiente para gran parte de la población si se alcanza el objetivo de consumo de esta salen al menos el 90 % de los hogares. Pero incluso así, quedarían excluidas embarazadas y las que lactan. «En España, estudios recientes han demostrado que la ingesta de yodo en mujeres embarazadas es baja, incluso en zonas donde, teóricamente, hay programas institucionales contra la deficiencia de yodo que promueven el consumo de sal yodada».
No obstante, los recién  nacidos a término necesitan un aporte 15 mg/kg/día.
mayo 15/2012 (Diario Médico)

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