Según algunos estudios, las personas de mediana edad o edad avanzada sufren este tipo de depresión de manera frecuente La melancolía es un tipo de depresión mayor grave, cuyo origen parece ser, sobre todo, biológico. Aunque puede mejorar gracias a una combinación de tratamientos farmacológicos y psicoterapia, se considera un trastorno crónico y está relacionado con un número elevado de suicidios. En los casos más graves, que no mejoran con medicación ni con psicoterapia, en ocasiones, se emplea la terapia electroconvulsiva.

La depresión es el trastorno mental más frecuente de esta época. Esta enfermedad psiquiátrica se clasifica en función de su nivel de gravedad. Uno de los más graves es la depresión mayor, en la que predominan sobre todo los síntomas afectivos, como la tristeza patológica, la irritabilidad, el sentimiento subjetivo de malestar o el decaimiento. La persona tiene frecuentes pensamientos negativos y puede sufrir problemas somáticos, como dificultad para dormir.

Pero en el caso de la depresión mayor, hay un subtipo que es muy grave. Es la depresión melancólica o melancolía. Esta se caracteriza por los siguientes síntomas: pérdida de placer en todas o casi todas las actividades, falta de reactividad a estímulos que de forma habitual resultarían placenteros, mayor sensación de malestar por la mañana, cuando la persona se despierta muy pronto -denominado «insomnio de tercera fase»- y en estado de alerta, pérdida de peso, enlentecimiento o agitación psicomotriz y culpabilidad excesiva o inapropiada que roza el delirio.

Algunos de los síntomas de depresión melancólica son: falta de reactividad a estímulos, insomnio, pérdida de peso y culpabilidad que roza el delirio

Uno de los aspectos más relevantes de la depresión melancólica implica que es un trastorno que no responde a una situación vital de la persona que lo sufre. Más bien, es una tendencia de determinadas personas a caer en épocas de melancolía, en las que les cuesta un enorme esfuerzo funcionar en su vida cotidiana de forma aceptable o no lo consiguen. Por eso, se ha considerado como probable que el origen de esta enfermedad tan grave sea biológico, ya que predominan los síntomas vegetativos, como despertarse muy pronto por las mañanas o la pérdida de apetito y peso, que puede desembocar en anorexia.

El sistema nervioso autónomo o vegetativo es la parte relacionada con la regulación de las funciones de la vida vegetativa (como la respiración, la digestión, la circulación sanguínea, etc.) y que, por lo tanto, no están controladas por la voluntad. Otra de las pruebas que parecen avalar la hipótesis del origen biológico de la enfermedad es que las personas que la padecen responden mejor a un tipo de antidepresivos, los tricíclicos -uno de los primeros que se emplearon para combatir la depresión-, que las personas que sufren la forma no melancólica.

Combatir la depresión melancólica
Debido a la gravedad de este trastorno -que se relaciona con un elevado riesgo de suicidio entre los afectados-, es vital iniciar un tratamiento especializado. Por este motivo, es necesario tomar fármacos antidepresivos. Los más utilizados son los tricíclicos y otros más modernos, como los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina.

Pero también es importante que la persona siga algún tipo de psicoterapia para que aprenda a afrontar sus pensamientos negativos y sus ideas de culpa. En los casos más graves y que no mejoran con medicación ni psicoterapia, en ocasiones, se emplea la terapia electroconvulsiva o «terapia por electroshock».

Hipócrates (460 a.C.-370 a.C.) está considerado como el primer médico de la historia que intentó un abordaje de la medicina al margen de las supersticiones y mitos de su época. Utilizaba el término «melancolía» para referirse a una enfermedad que se debe, según su opinión, al desequilibrio de la atrabilis, uno de los cuatro humores corporales. De este modo, en sus «Aforismos» cita que: «Cuando el miedo y la tristeza duran largo tiempo, entonces se trata de melancolía».

Durante muchos siglos, la teoría de que la melancolía se debía a un desequilibrio de este humor corporal fue la predominante. Después de muchos avatares, en los que incluso la Iglesia católica consideró que la causa de la melancolía se debía a algún pecado, el psiquiatra vienés Sigmund Freud publicó, en el año 1917, uno de sus artículos más relevantes: «Duelo y melancolía». En él estableció la diferencia entre la pena y la melancolía.

Para Freud, la causa de la pena sería la pérdida real de alguien, es decir, una separación de pareja o la muerte de un ser querido, entre otras. En cambio, en la melancolía, la pérdida tiene más de emocional que de real. La persona que la padece tiene la autoestima muy baja y se siente muy culpable, mientras que la persona que sufre una pena (o vive un proceso de duelo) no siempre ve afectada su autoestima.
febrero 27/2012  (Diario Salud)

febrero 28, 2012 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Psiquiatría | Etiquetas: , , , |

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