El grupo de Biología de las Células B del Instituto de Investigación Hospital del Mar, de Barcelona, ha confirmado la existencia de neutrófilos en el bazo sin que exista infección. El hallazgo, realizado en colaboración con el Mount Sinai, se publica en Nature Immunology (doi:10.1038/ni.2194) .

El bazo humano alberga neutrófilos de forma fisiológica alrededor de los folículos de células B, sin que medie ninguna enfermedad ni asociados a infección ni a autoinflamación. «Hemos podido caracterizar estos neutrófilos, que son diferentes a los que tenemos en la sangre. Al estar muy cerca de las células B, hemos analizado su capacidad de interactuar con ellas y tienen capacidad inmunorreguladora, de forma que pueden activar a los linfocitos B», ha explicado Irene Puga, investigadora IMIM y primera firmante del trabajo.

Los investigadores realizaron diferentes experimentos para llegar a esta conclusión. El más relevante fue a través de muestras de bazo aportadas por los hospitales del Mar, Clínico, Valle de Hebrón y San Juan de Dios, de Barcelona, y otros europeos y de Estados Unidos, que han permitido realizar tinciones para concretar la ubicación exacta de las diferentes células dentro del órgano. Tras extraerlas, fueron cultivadas in vitro en laboratorio para comprobar sus interacciones.

Además de la presencia en fetos, se ha confirmado que existen neutrófilos en todas las edades gracias a las diferentes muestras recibidas.

Algunos de los trabajos se han realizado en el Hospital Mount Sinai, de Nueva York, y los resultados en ratones y simios han confirmado la presencia de neutrófilos en otros mamíferos.

«La otra parte del estudio se realizó con muestras de pacientes neutropénicos, que tienen un número muy bajo de neutrófilos, con muestras de sangre que nos han remitido diferentes laboratorios. Hemos podido analizar los defectos relacionados con células B en estos pacientes, para demostrar así que hay una interacción a nivel fisiológico, de manera que cuando no hay neutrófilos se presentan defectos en las respuestas de los linfocitos B».

El análisis en diferentes momentos del desarrollo ha permitido confirmar la presencia de neutrófilos en el feto. Como ha detallado la investigadora, «van apareciendo poco a poco hasta el final del desarrollo, con un gran incremento en el momento del nacimiento. Creemos que está relacionado con el contacto del bebé con los patógenos que no inducen ninguna enfermedad, pero que ayudan a formar el sistema inmunológico del recién nacido».

Además de la presencia en fetos, se ha confirmado que existen neutrófilos en todas las edades gracias a las diferentes muestras recibidas. Los neutrófilos pueden producir determinados factores que estimulan las células B como las citocinas BAFF, APRIL y algunas interleucinas «que creemos que pueden ser importantes para la activación de células B, porque cuando bloqueamos estas moléculas se reduce la producción de células B; igualmente, hay una cierta producción, incluso al bloquearlas, por lo que está claro que hay algún factor más o algún mecanismo extra que aún no hemos definido», ha apuntado Puga.

Además, se producen cambios en la cadena pesada en la inmunoglobulina: de IgM, que se produce inicialmente, se pasa a IgG e IgA. «También hemos visto cambios en los anticuerpos que se producen tras el contacto con los neutrófilos, ya que están hipermutados, con una afinidad mayor», ha añadido.

La interleucina 10 juega un papel relevante en todo el proceso. Como ha señalado la investigadora, «hemos realizado diferentes estudios de su efecto en los neutrófilos, porque no hemos comprobado que éstos puedan producir interleucina 10, que podría activar también las células B. Sí hemos comprobado que la interleucina 10 puede afectar a los neutrófilos, por lo que estamos realizando varios trabajos en los que intentamos neutrófilos de sangre y, a través de la interleucina 10 y otros factores, inducir el fenotipo de los neutrófilos que están en el bazo».

Para Puga, el hallazgo aporta más comprensión en los mecanismos de la protección de la infección en el sistema inmune en el sentido de que ayuda a la producción de anticuerpos que se necesitan de forma natural en el inicio de la vida. «De este modo, nos ayuda a protegernos antes de que haya realmente una infección», ha opinado.

Los resultados podrían tener un impacto en el desarrollo de vacunas, a través de ensayos que incrementen la presencia de neutrófilos en el bazo a fin de aumentar la respuesta de los anticuerpos. Además, en posteriores análisis los investigadores del IMIM profundizarán en la caracterización de los neutrófilos, con la idea de mejorar la terapéutica en vacunas.
diciembre 26/2011 (Diario Médico)

Irene Puga, Montserrat Cols,  Carolina M Barra,   Bing He, Linda Cassis, et. al. B cell–helper neutrophils stimulate the diversification and production of immunoglobulin in the marginal zone of the spleen. Nature Immunology, publicado diciembre 25/2011.

diciembre 27, 2011 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Inmunología | Etiquetas: , , , , |

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