Un equipo de investigadores dirigido por el Dr. Eduard Gratacós prueba la existencia de predictores individuales del desarrollo cerebral anómalo, cuya obtención vendría determinada por el estudio de las conexiones cerebrales en niños de un año de vida.

El Hospital Clínic de Barcelona ha desarrollado los primeros biomarcadores de imagen para el diagnóstico temprano de daño cerebral en niños, que afecta a un 10-12% de los bebés, de los que cerca de la mitad presenta trastornos de aprendizaje en el futuro.Así lo han anunciado el jefe de Servicio de Medicina Maternofetal del Clínic y jefe del grupo de investigación de Medicina Fetal y Perinital del Idibaps, Eduard Gratacós, y el director de Ciencia, Investigación y Medio Ambiente de la Obra Social La Caixa, Enric Banda. Esta entidad ha financiado el proyecto de investigación con 1,2 millones de euros.

Los niños que han sufrido un retraso de crecimiento intrauterino presentan con frecuencia un desarrollo cerebral distinto, que a su vez suele redundar en trastornos del neurodesarrollo y dificultades del aprendizaje. Los efectos no se detectan hasta los 6-7 años, una edad a la que tienen difícil solución.

La estimulación precoz en los primeros años de vida podría mejorar e incluso evitar estos problemas, pero ello requiere la identificación de biomarcadores de un desarrollo anormal. La dificultad estriba en que los cerebros de estos niños presentan variaciones tan sutiles que las pruebas que se utilizan habitualmente, como una ecografía o una resonancia magnética, no son concluyentes.

Ahora, el equipo del Clínic dirigido por Gratacós ha probado la existencia de predictores individuales de desarrollo cerebral anómalo, que podrían obtenerse mediante el estudio de las conexiones cerebrales por resonancia magnética en niños de un año de vida. Las conclusiones de la investigación se halla en vías de publicación en las revistas Neuroimage y PLoS One.

Los investigadores han desarrollado biomarcadores que predicen un desarrollo cerebral anómalo mediante el estudio de las conexiones cerebrales. Para ello fue necesario combinar técnicas de resonancia magnética desarrolladas inicialmente para adultos, e interpretar cuáles eran las diferencias entre las conexiones cerebrales, que se cuentan por millones. A partir de la teoría de grafos, desarrollada para entender la organización de redes muy complejas, lograron identificar grupos de conexiones cerebrales que eran diferentes en los niños que habían sufrido retraso de crecimiento intrauterino. Finalmente, demostraron que estas diferencias permitían predecir los resultados anómalos en los test de neurodesarrollo a los dos años de vida.

Aun siendo preliminares, los resultados abren la puerta a la obtención, en pocos años, de biomarcadores individuales en la práctica clínica , lo que permitiriá realizar predicciones precisas sobre el riesgo de sufrir trastornos del neurodesarrollo desde el nacimiento. La importancia de estos avances también radica en la posibilidad de detectar de forma precoz otros problemas del embarazo, como la prematuridad o las enfermedades fetales en general.

El retraso de crecimiento intrauterino se da en un 6-7% de los embarazos (30 000 casos en España y más de un millón en el mundo). Aunque generalmente cursa con levedad, se halla detrás trastornos del neurodesarrollo cerebral y cardiovascular.
Noviembre 22/2011 (JANO)

noviembre 25, 2011 | Dra. María T. Oliva Roselló | Filed under: Neurología, Pediatría | Etiquetas: , , , |

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