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La impactación fecal, definida como la retención de una masa de heces duras en recto y/o colon, constituye un trastorno nada desdeñable, con potencial gravedad para la salud. Sin embargo, no se le ha prestado la atención científica adecuada -los estudios son muy escasos en la literatura médica internacional-, en parte porque el paciente no suele hablar abiertamente de este cuadro. Por primera vez, un trabajo sobre población general revela cuál es el alcance del trastorno en nuestro medio.
El estudio, que se publica en Age and Ageing, concluye que el 5,3 por ciento de la población mayor de 65 años sufre al menos un episodio de impactación al año. Los datos, que proceden de mil personas de toda España, reflejan que un 18 por ciento de esta franja poblacional sufre estreñimiento crónico, y un 8 por ciento, un episodio mensual de incontinencia.
El autor principal, Enrique Rey, jefe del Servicio de Aparato Digestivo Hospital Clínico San Carlos (Madrid), ha expuesto a DM que de la investigación se desprende, como era de esperar, una mayor frecuencia de la impactación en las mujeres y un aumento a medida que se envejece. Pero también se extraen otros datos desconocidos, como factores asociados al trastorno sobre los que se puede intervenir.
«Hemos detectado una clara influencia del estreñimiento, de la falta de actividad física y de la presencia de otras enfermedades, en especial, la insuficiencia renal crónica. De hecho, este es un factor independiente de riesgo, con un peso similar al del estreñimiento», comenta Rey.
Prevención
Así, desde un punto de vista preventivo, el especialista incide en la importancia de fomentar el ejercicio físico, en vigilar estrechamente a los pacientes con enfermedad renal y, por supuesto, a los estreñidos. «En este estudio no hemos podido determinar si un tratamiento adecuado del estreñimiento aleja el riesgo de la impactación, como sí hicimos en una anterior investigación sobre población en residencias geriátricas».
Otra conclusión relevante de este trabajo es que la relación entre estreñimiento, impactación e incontinencia no parece nada clara en la población general, a diferencia de lo que sí ocurría con los ancianos de las residencias.
Además, factores que a priori son determinantes, como la alimentación, no influyen. «Es lógico, porque, de entrada, las personas con estreñimiento ya toman más fibra de lo normal, precisamente para corregirlo».
Rey dirigió también el trabajo sobre las residencias geriátricas, publicado en PLoS One, que reveló la presencia de la impactación en un 47,3 por ciento de estos ancianos. Continuará su investigación en los pacientes geriátricos hospitalizados, «con el objeto de determinar cuánto entorpece este trastorno el ingreso», y también en pacientes pediátricos con parálisis cerebral, «para determinar cómo este problema repercute en los cuidadores, los padres».
Se completa así la radiografía de un problema aún tabú del que apenas hay información, aunque pueda resultar muy grave, como se ha visto en una revisión publicada por estos científicos en BMCGeriatrics.
diciembre 8/2016 (diariomedico.com)
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Update on the management of constipation in the elderly: new treatment options.
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