La vía laparoscópica o robótica se abre hueco en la colocación, vía abdominal, de mallas en patología de suelo pélvico, ámbito en el que se va desplazando a la vía vaginal por registrar más complicaciones.

Establecer las distintas formas o posibilidades actuales de llevar a cabo colposacropexias, por vía laparoscópica, asistida por robot, y cirugía vaginal abierta, es una de las apuestas de los equipos de Urología y Ginecología del Hospital Clínico de Madrid, «no solo para evitar las limitaciones del uso de mallas en suelo pélvico por vía vaginal, sino para ofrecer un abordaje integral y multidisciplinar de esta patología», indican a DM Jesús Moreno y Miguel Ángel Herráiz, jefes de los Servicios de Urología y Ginecología, respectivamente, del citado centro, que han coordinado un encuentro sobre incontinencia y suelo pélvico, tanto en la mujer como en el hombre, que ha atendido a más de 1 500 alumnos.

Esta puesta al día, consideran, ha sido una de las grandes novedades, motivada por la llamada de atención que la FDA estadounidense realizó hace cinco años emitiendo un «comunicado de seguridad» y que ha ido dando lugar a un replanteamiento de las estrategias del tratamiento del prolapso genital mediante el uso de malla sintética y, más concretamente, con su implante por vía vaginal debido a las efectos secundarios asociados que se habían detectado. «Este nuevo planteamiento ha originado se utilicen menos mallas por vía vaginal y se apliquen más por vía abdominal, bien por cirugía laparoscópica o robótica», señala Moreno.

Resolver complicaciones

Las complicaciones por mallas implantadas por vía vaginal suelen ser intolerancia, rechazo o infecciones, entre otras. Sin embargo, los profesionales del Clínico han constatado que la vía laparoscópica produce menor rechazo, menos intolerancia y menos infección. «Es una de las vías quirúrgicas que se están empezando a utilizar y que se van a posicionar en la lista de necesidades. En el curso, los profesionales han practicado cirugías con laparoscopia clásica y por cirugía robótica, de la que el Clínico, cumple ahora diez años de utilización. Sobre la resolución de complicaciones, el comunicado de la FDA establece que sean los mismos equipos quirúrgicos los encargados, aunque Moreno indica que para ello «es necesario preparación».

Volver a los orígenes

Según el urólogo otra de las estrategias que está tomando fuerza es volver a los orígenes, acorde también con las recomendaciones de la FDA, y que consiste en utilizar tejidos nativos, del paciente. «Las mallas vinieron para quedarse, y se quedaron. Pero, en algunos casos, no es necesario implantar mallas, pues la cirugía con los tejidos nativos del paciente, sería suficiente. Este procedimiento podría estar indicado en prolapsos femeninos leves o moderados, lo que representaría un importante porcentaje».

Este abordaje requiere de técnicas reconstructivas. Si no es posible o falla, estar preparado para colocar una malla, por lo que el cirujano debe tener experiencia».

Aquí entra en juego la consolidación de las unidades de suelo pélvico que dotarían de un abordaje específico a cada caso: herramientas clásicas y nuevas; cada paciente tiene su indicación. Según Herráiz, la unión de ginecólogos y urólogos, que se ha extendido a proctólogos y rehabilitadores, entre otros, está facilitando la consolidación de una verdadera Unidad Funcional de Suelo Pélvico en el Hospital Clínico, con creciente demanda. «Las pacientes más complejas se abordan y se valoran de forma multidisciplinar. De las pacientes que son operadas y que tienen necesidad de ingreso, el 30 % son de suelo pélvico. Existe una clara necesidad especialistas, preparación continuada y cirujanos expertos, porque muchas de estas pacientes son muy complejas».

Factores de riesgo de incontinencia

Sobre la incontinencia urinaria, Moreno señala que la de esfuerzo, tanto en el hombre como en la mujer, se trata con cirugía y su diferencia es que en la mujer aparece con la edad, los embarazos, los partos, o por otros factores de riesgo como la obesidad. Sin embargo, en el varón, el principal factor de riesgo es la cirugía. «Su desarrollo siempre está asociado a alguna intervención sobre la próstata: cirugía radical por cáncer de próstata, resección transuretral ó utilización del láser para tratar adenoma. Cualquier manipulación que pueda producir alteración en el esfínter».

En mujeres, los partos son un factor de riesgo. Las probabilidades aumentan cuando se retrasa la edad de embarazo (un 40 % de mujeres por encima de 35 años), porque los partos son más instrumentales, propiciando una alteración en el suelo pélvico», explica Herráiz, quien destaca además que el Clínico dispone de una unidad en la que las mujeres que han tenido un parto instrumental, son revisados a los 3- 4 meses para ver cómo van. Se trata de una acción preventiva».

septiembre 08/ 2016 (Diario Médico)

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