oct
3
Una dieta basada principalmente en alimentos de origen vegetal se asoció con un menor riesgo de desarrollar trastornos hipertensivos del embarazo, según los resultados de una investigación publicada en American Journal of Obstetrics and Gynecology.
El estudio de cohorte prospectivo dio seguimiento a 11.459 mujeres a lo largo de 18 años (1991-2009) y evaluó la dieta desde el inicio utilizando un cuestionario validado de frecuencia y calidad de los alimentos de origen vegetal. Esta herramienta permitió calcular el índice de dieta basada en plantas (plant-based diet index-PDI) incluso entre los participantes omnívoros. Una puntuación más alta indica una mayor adherencia al PDI.
«Queríamos saber cómo la dieta anterior influye en el embarazo, por lo que dimos seguimiento a las mujeres prácticamente por su vida reproductiva entera, casi 20 años, sabiendo su dieta usual antes de la gestación», comentó a Medscape en español el médico líder del trabajo, Dr. Jorge E. Chavarro, profesor de nutrición, epidemiologia y medicina en las Escuelas de Salud Pública y Medicina de la Universidad de Harvard, en Harvard, Estados Unidos, y su área de investigación es estudiar cómo la nutrición y estilo de vida influencia la salud reproductiva y la salud en general de las mujeres a lo largo de la vida.
El análisis de los datos del Estudio de Salud de Enfermeras II permitió detectar que a medida que cambiaba la proporción de productos la de animales disminuía y la de vegetales aumentaba y el riesgo de que las mujeres tuvieran trastornos hipertensivos del embarazo también disminuía. Las mujeres en el quintil más alto de PDI se asociaron significativamente con un menor riesgo de trastornos hipertensivos del embarazo en comparación con las del quintil más bajo (riesgo relativo [RR]: 0,76; intervalo de confianza de 95 % [IC 95%]: 0,62 a 0,93]). Esta asociación fue ligeramente más fuerte para la enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo (RR: 0,77; IC 95 %: 0,60 a 0,99) que para la preeclampsia (RR: 0,80; IC 95 %: 0,61 a 1,04).
Las mujeres en el quintil más alto de PDI tuvieron un riesgo 24 % menor de trastornos hipertensivos del embarazo que aquellas en el quintil más bajo; el riesgo de enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo disminuyó en un patrón lineal con aumento de PDI, mientras que la relación de PDI con preeclampsia se restringió a mujeres en el quintil más alto de adherencia.
«Fue más claro para la hipertensión del embarazo que para la preeclampsia, pero la dieta basada principalmente en alimentos de origen vegetal parecía ser protectora para ambas», señaló el Dr. Chavarro, añadiendo que además de los problemas que generan en el embarazo, ambas aumentan el riesgo de sufrir otras enfermedades crónicas más adelante. «¿Será que factores de estilo de vida modificables tanto antes como durante el embarazo pueden no solo ayudar a reducir problemas en la gestación, sino también a prevenir problemas de salud de la mujer años más adelante? Esa fue la motivación general del estudio».
Mercedes Sotos-Prieto, Ph. D., que no participó del estudio, manifestó a Medscape en español que la metodología es muy robusta, con técnicas estadísticas adecuadas para lo que analiza y resalta que utiliza un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos validado. Considera al estudio importante, también por enfocarse en ese grupo poblacional. «Siempre se ha tenido mayores reticencias con la dieta de las embarazadas, igual que con la de los adultos de edad avanzada. Pero se ha visto que este tipo de dieta, si es de calidad, se podría asociar con beneficios para la salud».
Sotos-Prieto, doctora en epidemiología nutricional y salud pública, investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid y profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, trabaja con grandes cohortes epidemiológicas, como la de enfermeras estadounidenses sobre la que se basa este artículo y ENRICA, representativa de la población española y de adultos de edad avanzada. Es autora de otros estudios que como este, asociaron una dieta basada en alimentos de origen vegetal saludables con un menor riesgo de fragilidad tanto en el estudio de salud de las enfermeras de Estados Unidos como en un estudio de corte ≥60 años de España (ENRICA-1).
Asimismo, es investigadora principal de un proyecto para valorar el riesgo de enfermedad cardiovascular a partir de estilos de vida modificables que creó una herramienta: Test del corazón saludable, para evaluar la calidad de la dieta «en cinco minutos, porque sabemos que los médicos no tienen tiempo». Lo considera un tipo de prueba que podría implementarse en la práctica clínica para identificar comportamientos del estilo de vida que puedan mejorarse, por ejemplo, sustituir los cereales refinados por cereales integrales o aumentar el consumo de legumbres.
Nadie discute que el tomate es saludable, pero ¿y las papas fritas?
La mayor parte del beneficio se deriva del patrón de dieta de origen vegetal en su conjunto y no en la asociación individual de cualquier alimento. Pero estos estudios utilizan un puntaje de lo que es y no es saludable.
La dieta se evaluó cada cuatro años (a partir de 1991) utilizando un cuestionario semicuantitativo de frecuencia de alimentos (FFQ) que registró el consumo de 131 alimentos y bebidas durante el año anterior, en términos de la frecuencia, en promedio, en que los participantes consumían cada alimento. Se asignaron 18 grupos de alimentos en tres categorías: alimentos vegetales saludables (granos enteros, frutas, verduras, nueces, legumbres, aceites vegetales, té y café), alimentos vegetales poco saludables (jugos de frutas, granos refinados, papas, bebidas azucaradas, dulces y postres) y alimentos de origen animal (lácteos, huevos, pescado o mariscos, carne y alimentos diversos de origen animal.)
Los alimentos vegetales saludables se convirtieron en puntuaciones positivas, mientras que los vegetales menos saludables y los grupos de alimentos de origen animal se tradujeron en puntuaciones inversas. La ingesta de cada grupo de alimentos se clasificó en PDI utilizando quintiles.
Las mujeres en el quintil más alto de PDI se asociaron significativamente con un menor riesgo de trastornos hipertensivos del embarazo en comparación con las mujeres en el quintil más bajo. Hubo una relación dosis-respuesta inversa entre PDI y el riesgo de la enfermedad. «Una dieta vegetariana no tiene por qué ser más saludable que una no vegetariana si está basada en alimentos superfluos como papas fritas y bebidas refrescantes, destacó la Dra. Sotos-Prieto. La diferencia radica en la calidad de los alimentos de origen vegetal, ahí está la diferencia entre la saludable y no saludable».
¿Es preciso abandonar la carne?
El Dr. Chavarro señaló que dejar de cenar con carne fue algo de lo más difícil hace 22 años. «Ahora lo hago sin problema», aseguró. Pero entiende que hay personas para las cuales hacer un cambio de dieta reemplazando productos animales por no animales es difícil. Sin embargo, no se trata de abandonar la carne de forma definitiva.
«En el quintil más alto tampoco son mujeres vegetarianas o veganas, pero comen mucho menos alimentos de origen animal que las otras», puntualizó, agregando que las dietas vegetarianas o veganas no son incompatibles con un embarazo saludable. «Todos los veganos saben cómo encontrar la vitamina B12 en suplementos».
¿Es la dieta o la pérdida de peso?
Gran parte del beneficio observado en el estudio parece estar relacionado con un mejor control del peso.
El índice de masa corporal entre la evaluación dietética y el embarazo explicaba 39 % de la relación entre PDI y trastornos hipertensivos del embarazo, y 48% de la relación entre PDI y enfermedad hipertensiva inducida por el embarazo.
«Parte de la asociación parece ser explicada por mejor control de peso durante largos periodos», explicó el Dr. Chavarro. Las mujeres que adoptaron la dieta con más alimentos de origen vegetal ganaron peso más lentamente que las que tienen mayor consumo de alimentos de origen animal. «Son diferencias por las trayectorias de peso por muchos años, por lo cual parte de la asociación que vemos tiene que ver con mejor control de peso a largo plazo, pero la otra mitad de la asociación es atribuible a la dieta per se y no necesariamente al peso». En la discusión del artículo los autores sugieren para explicarlo mecanismos de acción en la disfunción endotelial, la inflamación o la presión arterial antes del embarazo.
Sotos-Prieto considera este punto «realmente relevante». En su opinión, pone de manifiesto que para la población de mujeres embarazadas es muy importante controlar el peso al inicio del embarazo, que también puede mejorar otros factores, como la diabetes gestacional. «Creo que las medidas preventivas deberían enfocarse eso y en base a estos resultados se pone en evidencia que tiene que haber intervenciones para aumentar las probabilidades de comenzar un embarazo con un peso adecuado. Y esto incluye la modificación de la dieta».
¿Es extrapolable a otras poblaciones?
Más de 90% de las participantes del Estudio de Salud de Enfermeras era de raza blanca, no hispana. ¿Es extrapolable a otras poblaciones? «La respuesta exige repetir el estudio en otras poblaciones», admitió el Dr. Chavarro «y eso va a tomar tiempo. Pero aun sin esa información, creo que lo podemos utilizar para informar otras poblaciones, independiente de la etnia».
La especialista admitió que esta hipótesis no se ha probado aún en población española, pero ella es autora de un estudio similar que dio seguimiento por una década a casi 12.000 adultos españoles y utilizó el mismo PDI. En su trabajo cada aumento de diez puntos en el PDI se asoció con un riesgo 14 % menor de mortalidad por todas las causas (CRI: 0,86; IC 95%: 0,74 a 0,99) y un riesgo 37 % menor de fallecimiento por enfermedad cardiovascular (CRI: 0,63; IC 95%: 0,46 a 0,85). Asimismo, considera que las recomendaciones derivadas del estudio se podrían generalizar a otras poblaciones «siempre que se tenga en cuenta la cultura de cada de cada país, para ver cómo se puede adaptar culturalmente. Si es una población que tiene un alto consumo de cereales refinados, por ejemplo, hacer pequeños cambios a cereales integrales».
¿Cuál es el peso de las evidencias?
El estudio tiene fortalezas y limitaciones derivadas de la metodología y el propio Dr. Chavarro reconoce que «en cuanto a desórdenes hipertensivos del embarazo específicamente, esta no va a ser la última palabra». Pero la necesidad de encontrar respuestas es importante.
Tanto el American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que las mujeres sigan dietas saludables antes y durante el embarazo. Pero proporcionan poca orientación sobre lo que constituye una dieta saludable en lo que respecta a minimizar los riesgos de resultados adversos del embarazo. «Son bastante ambiguas e inespecíficas», añadió el Dr. Chavarro.
Los nuevos hallazgos indican que las dietas basadas en alimentos de origen vegetal pueden ser una de esas estrategias, en particular porque se encontró alguna evidencia de que pueden ser beneficiosas en las mujeres mayores de 35 años que se consideran un grupo de alto riesgo.
«Sin duda hay muchas formas de comer de forma saludable, pero si pensamos en estas complicaciones del embarazo que pueden tener consecuencias serias tanto para la madre como para el feto, podríamos pensar en esta como una de las posibles dietas saludables», destacó el médico.
¿Pero cuán robusta es la evidencia para recomendar a las pacientes un cambio? «Idealmente faltan más estudios», declaró el Dr.Chavarro. «Hay dos maneras de entender el problema. Una es no hacer recomendaciones hasta no tener tres ensayos clínicos controlados, lo que incluso con voluntad y financiación llevará de 15 a 20 años. Pero si tenemos que dar la mejor información que hay para las personas que hoy lo necesitan, considero que estos resultados son sólidos para guiar el comportamiento».
«Siempre es mejor si podemos tomar decisiones basadas en información solida e incontrovertible, pero no siempre está disponible y debes aprender a vivir en los dos mundos y a tomar decisiones con incertidumbres», concluyó.
Referencia
Mitsunami M, Wang S, Soria-Contreras DC, Minguez-Alarcon L, Ortiz Panazo E, Stuart JJ, et al. Prepregnancy plant-based diets and risk of hypertensive disorders of pregnancy. Am J Obstet Gynecol[Internet]. 2023[citado 2 0ct 2023]:S0002-9378(23)00548-3. doi: 10.1016/j.ajog.2023.07.057. PMID: 37598996.
3 octubre 2023 |Fuente: Medscape en Español ||Tomado de Noticias y Perspectivas