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¿Será ómicron la apoteosis de la pandemia? Justo ahora que España alcanza cifras nunca vistas y bate el récord de contagios, con una incidencia que supera los 1 200 casos por cada 100 000 habitantes, ¿realmente podemos pensar en un posible final de la pandemia? Ante el asombro, la alarma, el miedo y la incredulidad de una población, que observa una tendencia que se dispara, varios expertos aseguran que la expansión de esta nueva variante podría ser la vacuna de los no vacunados y el comienzo del fin de la pandemia.
Si retrocedemos en el tiempo, la pandemia de la gripe de 1918 nos puede dar algunas pistas. «Duró entre dos y tres años. No había vacunas y la gente adquirió inmunidad por infección. Era un virus muy transmisible, se infectó prácticamente todo el mundo. Muchos de ellos fueron graves y fallecieron.
Fue una tragedia, pero una vez que se infectó una cantidad ingente de gente, sobre todo el último año, fue cuando el virus empezó a comportarse muy parecido a una gripe», argumenta a este diario el virólogo e investigador español Adolfo García Sastre, del Hospital Monte Sinaí.
Volviendo a diciembre de 2021, esta especie de ‘traca final’ se reproduce como ya ocurrió hace un siglo y por eso se espera que sea la antesala del tan deseado fin de pandemia. En esta ocasión, contamos con dos aliados que en 1918 no estaban presentes: «Un mejor diagnóstico y las vacunas». Así, todo parece indicar que cada vez estamos más cerca de «ese momento en el que los contagios ya no causarán tanta alarma porque ya no generarán tal proporción de hospitalizaciones y, por lo tanto, no tendremos que poner medidas extra (confinamientos, toque de queda…)», argumenta el reconocido virólogo.
Según explica García Sastre, «la normalidad va a volver antes con ómicron […] En los países con más recursos y acceso a las vacunas, como España, puede que suceda a partir del próximo verano». ¿Por qué? «El número de personas inmunizadas después de la onda ómicron será lo suficientemente grande como para que, sumado a la alta tasa de vacunación, el virus se vuelva estacional, un virus respiratorio similar al de la gripe, que no cause los problemas que en estos momentos está creando».
De alguna manera, ómicron será la vacuna de los no vacunados, ya sea por convicción, por indicación médica o falta de acceso a la inmunización. En palabras del inmunólogo Miguel Ángel del Pozo, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de Madrid, «va a inmunizar a gente que no se ha vacunado». Es decir, «su alta transmisibilidad va a contribuir a la inmunidad de grupo».
¿Significa esto que no sería necesario vacunarse ya a estas alturas? En absoluto. Del Pozo asegura que «las vacunas nos protegen y no hay que olvidar que arriesgarse a la infección puede acarrear complicaciones porque aún desconocemos muchos factores que hacen vulnerables a algunas personas jóvenes y sanas».
Ómicron, hará que «muchos de los no vacunados se infecten, pero el costo puede ser grande porque un porcentaje de ellos será hospitalizado y de estos, algunos morirán. Para mí, es un precio muy alto a pagar», relata García Sastre. La pandemia de 1918 lo ilustra. «Se acabó mediante inmunidad natural, sin vacunas, pero a un costo muy elevado, 50 millones de vidas, casi 10 veces más que las que ha causado covid-19″.
Con independencia del costo, lo cierto es que la alta tasa de vacunación sumada a la previsión de que ómicron inmunice a gran parte de la población hace pensar en una normalización cada vez más cercana. El neumólogo español Javier Zulueta, también del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, se pronuncia así en su cuenta de Twitter: «Tengo la impresión de que ómicron acaba con la pandemia. La tasa de infecciones es brutal, pero la gran mayoría con cuadros muy, muy leves».
Efectivamente, como puntualiza García Sastre, «ómicron causa 10 veces menos enfermedad severa». Esto es una ventaja que subraya claramente del Pozo. «Cuando un virus se transmite mucho, su virulencia es menor, produce menos letalidad y menos patología, y lo mismo ocurre a la inversa (por ejemplo, el ébola)». En este caso, se ha visto que «esta variante es 70 veces más transmisible que la delta en vías altas y 10 veces menos contagiosa en bronquios y pulmones (que son las infecciones que más preocupan)».
Zulueta también lo señala en sus mensajes de Twitter. Ómicron afecta «más en garganta» y «produce cuadros leves», lo que no significa que deje de ser «peligroso para las personas mayores o con inmunodeficiencias». De hecho, aunque esta especie de apoteosis pueda indicar el principio del fin de la pandemia, resulta vital seguir con las medidas de precaución para evitar en la medida de lo posible que el sistema sanitario se colapse. Es decir, aunque los científicos ven luz al final del túnel, esta nueva variante nos pone contra las cuerdas por el volumen de afectados y la velocidad con la que aumenta.
Por otro lado, aparte de mirar años atrás, los investigadores observan lo que ocurre en Sudáfrica, que es donde se detectó por primera vez esta variante. Allí, la incidencia incrementó de forma extraordinariamente rápida y después, se redujo también a una celeridad sobresaliente. Si esta tendencia se repitiera en otros países, quizás no quede tan lejana la tan ansiada despedida. De ahí que Zulueta vaticine que «esto se acaba».
Los tres coinciden en que, en este último tramo del camino, resulta crucial la «vacunación global», en todos los países del mundo, para evitar que «el virus se siga replicando e infectando y apareciendo otras mutaciones.
diciembre 31/2021 (Diario Médico)