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Los representantes de 196 países cerraron un pacto en Glasgow que supone un progreso desigual hacia el objetivo de impedir que la temperatura del planeta suba más de 1,5 ºC a finales de siglo. Sin embargo, aumenta la presión para acelerar la ambición esta década y lograr la descarbornización de la economía.
El pacto de Glasgow, aprobado recientemente en la ciudad británica, no convence a todos. A pesar de que se trata de “un buen acuerdo que sienta las bases para la nueva etapa hasta 2030”, según Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), científicos y ecologistas coinciden en que se hubiera podido conseguir más y señalan que el objetivo de 1,5 ºC apenas se mantiene.
La COP26 ha supuesto un logro histórico, pero al mismo tiempo se ha quedado corta respecto a lo que muchos esperaban y esperábamos, afirma Joeri Rogelj, del Instituto Grantham del Imperial College
Sin embargo, “el pacto ha mantenido vivo el Acuerdo de París y el objetivo del 1,5˚C (aunque de manera muy justa) y ha dado pequeños y progresivos pasos, pero necesarios en el camino hacia la descarbonización del mundo”, dice Mark Maslin, catedrático de Ciencias del Sistema Terrestre del University College de Londres en Reino Unido.
La decisión final incluye el objetivo para reducir globalmente las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en 2030 (respecto a las de 2010) y la urgencia de acelerar la ambición climática en esta década, siguiendo lo recomendado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
A pesar de que existe una brecha en las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) para reducir las emisiones, los Estados han acordado poner en marcha un programa de trabajo para hacer viable el objetivo del 1,5 ºC gracias al cual las revisiones de estos compromisos se realizarán de manera anual y no quinquenal, como estaba recogido en el Acuerdo de París.
Con el objetivo de mantener la presión sobre la ambición al más alto nivel, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, organizará un evento de líderes en 2022 para debatir sobre esta ambición climática.
“La COP26 ha supuesto un logro histórico, pero al mismo tiempo se ha quedado corta respecto a lo que muchos esperaban y esperábamos”, recalca Joeri Rogelj, director de investigación y profesor de Cambio Climático y Medio Ambiente en el Instituto Grantham del Imperial College de Londres.
El científico señala que las promesas deben aún traducirse en planes y políticas porque “el cambio climático está haciendo estragos y empeora cada año que esperamos”, alerta.
Hacia el fin del carbón
En Glasgow se ha reforzado el vínculo con la biodiversidad y los océanos, agendas con claras sinergias y beneficios compartidos. Para los ecologistas esto supone un avance destacable: “La Cumbre del Clima marca la diferencia por contar con la naturaleza como un aliado fundamental para atender la emergencia climática”, aclaran desde SEO/BirdLife.
Pero además, el pacto de Glasgow destaca por establecer por primera vez acciones sectoriales concretas para 2030 con el fin de reducir de forma notoria el uso del carbón y terminar con los subsidios a los combustibles fósiles. Sin embargo, los obstáculos impuestos por la India en las últimas horas de negociaciones el sábado obligaron a modificar el texto pasando de una “eliminación progresiva del carbón” a una “reducción progresiva”.
La suavización de la declaración sobre la eliminación del carbón y el petróleo hace que me pregunte si los gobiernos comprenden realmente las repercusiones que el cambio climático está teniendo ya, expresa Daniela Schmidt, de la Universidad de Bristol
“Se trata de un cambio de media palabra forzado por la India, pero indica que este país podría no considerar el cambio climático como una amenaza existencial. De hecho, probablemente no haya ningún país grande que esté siendo más afectado por el cambio climático que la India. La transformación de gran parte del país en un clima inhabitable y los nuevos impactos de ciclones cada vez peores y otros fenómenos meteorológicos extremos serán extremadamente costosos”, advierte Jeffrey S. Kargel, científico principal del Instituto de Investigación Planetaria de Tucson en Arizona, Estados Unidos.
De la misma opinión es Daniela Schmidt, catedrática de la Escuela de Ciencias de la Tierra y del Instituto Cabot de la Universidad de Bristol, en Reino Unido: “La suavización de la declaración sobre la eliminación del carbón y el petróleo hace que me pregunte si los gobiernos comprenden realmente las repercusiones que el cambio climático está teniendo ya con la subida del nivel del mar, las pérdidas de cosechas y las sequías”.
Para la comunidad científica este contratiempo de última hora para atenuar los términos es “lamentable”, y “es poco probable que frene el fuerte impulso del carbón, un combustible sucio de una época anterior”, apunta Lord Nicholas Stern, presidente del Instituto de Investigación Grantham sobre el Cambio Climático y el Medio Ambiente de la London School of Economics and Political Science.
A pesar de la oposición del país asiático, que finalmente firmó el acuerdo modificado, el pacto hacia el fin del carbón siguió adelante. “Este acuerdo requiere grandes acciones colectivas. La esperanza es que pueda ayudar a presionar a las naciones rezagadas para que mejoren, y a las naciones líderes para que hagan aún más”, añade Kargel.
Mayor financiación por parte de los países enriquecidos
Por otra parte, uno de los temas que han centrado la discusión en la Cumbre de Glasgow ha sido la financiación. Una vez reconocida la brecha que existe en financiación climática y presentado un plan para cumplir antes de 2023 con la aportación acordada en París de 100.000 millones de dólares anuales, el gran cambio ha sido la apertura de la discusión financiera más allá de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Hasta la próxima Cumbre del Clima (COP27) en Sharm el-Sheij, Egipto, hay mucho trabajo por hacer porque cuanto más se tarde en desbloquear la financiación, más se tardará en aumentar la ambición
Las naciones han hablado de una nueva arquitectura financiera y del papel de los distintos instrumentos e instituciones para responder a la necesidad de movilizar más financiación. El mayor avance es que se reconocen las crecientes necesidades de los países más vulnerables y se llama de manera especial a incluir la vulnerabilidad climática como indicador claro para la movilización de recursos concesionales, haciendo mención especial a los Derechos Especiales de Giro.
Para ello, han hecho un llamamiento específico a bancos multilaterales, instituciones financieras y sector privado a aumentar su financiación para el cumplimiento de los planes climáticos con atención especial a la adaptación.
Según Stern, hasta la celebración de la próxima Cumbre del Clima (COP27) en Sharm el-Sheij, Egipto, hay mucho trabajo por hacer en este sentido porque cuanto más se tarde en desbloquear la financiación, más se tardará en aumentar la ambición.
“En los próximos 12 meses hay un trabajo crítico y urgente que realizar para liberar fuentes clave de financiación: bilaterales, multilaterales, bancos de desarrollo multilaterales, sector privado y fuentes innovadoras, incluyendo la filantropía, los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional y los mercados voluntarios de carbono”, asevera.
Se cierran las reglas para los mercados de carbono
Tras años de discusión, en Glasgow se han cerrado las reglas para la puesta en marcha de los mercados de carbono establecidos en París. “El artículo 6 del Acuerdo de París sobre los créditos de carbono internacionales se ha acordado finalmente después de años de discusiones”, recalca Piers Forster, catedrático de Física del Clima y director del Centro Internacional Priestley para el Clima de la Universidad de Leeds, Reino Unido.
Pese a los esfuerzos de la Unión Europea para evitarlo, se abre la puerta a introducir unidades de mercado del Protocolo de Kioto en el sistema de París, lo cual tiene un potencial efecto negativo en la ambición. Por eso, la UE ha acordado no usar este tipo de unidades y espera que otros países, aliados en la ambición climática, hagan lo mismo.
Por otro lado, se ha avanzado en garantizar la integridad ambiental de los mercados, ya que se consigue ajustar todas las emisiones para el cumplimiento, tanto para los países como para otros sistemas como CORSIA (Plan de compensación y reducción de carbono para la aviación internacional). De este modo, cada tonelada introducida en el mercado viene claramente respaldada por un sistema riguroso que evita que nadie cuente dos veces las reducciones, fundamental para la rendición de cuentas.
Asimismo, se introduce una nueva regla que obliga a que un 2 % de las reducciones generadas en los proyectos no puedan usarse para cumplir con los compromisos de reducción de emisiones lo que refuerza la integridad ambiental de estos proyectos.
Además, se da respuesta a una de las demandas de los países en desarrollo que están pidiendo más financiación para la adaptación. Así, se ha acordado que una tasa del 5 % de las emisiones que se generen en los proyectos irá destinada al Fondo de Adaptación. De esta manera, se garantiza la previsibilidad de los flujos financieros para la adaptación.
Impulso a la adaptación
En materia de adaptación, esta ha recibido el espaldarazo que necesitaba en un contexto en el que los desastres naturales debidos al cambio climático van en aumento. El pacto reconoce que “el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos está relacionado con el cambio climático. Es importante que el clima extremo se mencione en el acuerdo, ya que es ahí donde se deben mitigar los efectos del cambio climático y la adaptación”, exponer el científico de Tucson, Kargel.
La decisión de Glasgow hace un llamamiento a los países desarrollados a duplicar su financiación para adaptación en 2025 respecto a 2019.
En estas negociaciones, en las que la vicepresidenta Teresa Ribera ha sido elegida facilitadora, se han buscado indicadores y metodologías que permitan medir su progreso y se ha establecido así un programa de trabajo técnico para ayudar, evaluar y medir más acción en adaptación. Se da respuesta así a la demanda de los países en desarrollo con una mayor concreción del objetivo de adaptación que se estableció en París.
Además, se ha reconocido la necesidad de que haya más fondos para la adaptación para lograr un equilibrio con la financiación de la mitigación. En este sentido, la decisión de Glasgow hace un llamamiento a los países desarrollados a duplicar su financiación para adaptación en 2025 respecto a 2019.
“El pacto de Glasgow es un gran paso adelante que traza un futuro de aumento de la financiación de los países desarrollados a los países en desarrollo, de duplicación de la financiación de la adaptación y de financiación en general para la adaptación, la mitigación y el desarrollo sostenible”, comenta Stern.
El pacto de Glasgow es un gran paso adelante que traza un futuro de aumento de la financiación de los países desarrollados a los países en desarrollo, de duplicación de la financiación de la adaptación y de financiación en general, dice Lord Nicholas Stern
Pero “las promesas de poner fin a la deforestación y de aumentar la financiación para la adaptación tendrán que ser algo más que promesas para tener una oportunidad de reducir el cambio climático, los impactos que ya tiene y los crecientes riesgos para el futuro”, subraya Gabi Hegerl, catedrática de Ciencias del Sistema Climático de la Universidad de Edimburgo en Reino Unido.
Muy relacionado con la adaptación, la forma de abordar las pérdidas y daños que provocan los impactos del cambio climático, sobre todo en los países más vulnerables, ha entrado en la lista de prioridades de esta cita en Glasgow. Se ha acordado proveer de fondos a la llamada Red de Santiago, que se estableció en la COP25 de Madrid como un espacio para trabajar en esta agenda e incentivar una verdadera movilización de recursos que responda a las emergencias en los países más vulnerables.
Estos son los compromisos de España
España está alineada con el compromiso de la Unión Europea de reducir un 55 % sus emisiones en 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. El país está dando pasos decisivos para alinear sus inversiones, tanto públicas como privadas, con el objetivo de la neutralidad climática.
En este sentido, 30.000 millones del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se destinarán en los próximos tres años a la transición ecológica.
En la Cumbre de Líderes con la que se inició esta conferencia en Glasgow, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el compromiso de España a aumentar la financiación climática para llegar en 2025 con un incremento de un 50 % respecto del compromiso actual.