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Un estudio del profesor de la Universidad de Sevilla José María Martín Olalla ha analizado retrospectivamente y desde el punto de vista fisiológico las posibles consecuencias de la supresión del cambio estacional de la hora. En sus conclusiones, argumenta que el mantenimiento de la misma hora durante los doce meses podría suponer un aumento de la actividad humana durante la madrugada en los meses de invierno, con las potenciales repercusiones en la salud humana que ello conllevaría.
La práctica del cambio de la hora legal ha permitido a los científicos analizar su influencia en aspectos variados de la fisiología humana y en la vida social. En los últimos años, muchos de estos estudios han resaltado los riesgos de la práctica y frecuentemente han solicitado su supresión.
Sin embargo, la ciencia no ha podido analizar desde un punto de vista experimental las consecuencias que tendría la eliminación del cambio estacional de hora.
Para solventar este problema, el profesor Martín Olalla ha comparado el ritmo diario de trabajo y el ritmo diario de sueño/vigilia en Reino Unido y Alemania. Ambos países tienen una latitud y unos estándares de vida similares. En Reino Unido el cambio estacional de la hora está vigente desde el año 1918. En contraste, Alemania no practicó el cambio de la hora desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1980.
La comparación muestra que por la mañana el ritmo de vida de Alemania está media hora adelantado respecto del británico. El punto destacable es que en Reino Unido el inicio de la actividad se alinea exactamente con la hora del amanecer invernal, mientras que en Alemania se observa más actividad humana antes de ese momento.
Martín Olalla explica que, entre otros factores sociales, la práctica continuada del cambio estacional de la hora en Reino Unido ayudó a mantener esta alineación, que es óptima desde el punto de vista crono biológico. En Alemania, la ausencia de cambio estacional durante 30 años ayudó a que la actividad humana se adelantase, ya que en verano amanecía, aparentemente, una hora antes que en Reino Unido. En invierno este adelanto incorporó actividad humana a la madrugada y pervivió gracias al creciente uso de la luz artificial.
El balance de riesgos de la práctica del cambio estacional de la hora debe tener en cuenta este factor. Si los británicos fueron expuestos dos días del año a un cambio de hora y a sus riesgos asociados, los alemanes experimentan un inicio de la actividad en la penumbra durante tres meses del año, con los riesgos que ello conlleva.
Extrapolado al momento actual, si la hora de invierno se usara durante todo el año, el profesor de la Universidad de Sevilla argumenta que más sectores de población volverían a ver conveniente adelantar la actividad en primavera-verano: si amanece aparentemente más temprano, más personas encontrarán conveniente ir antes al trabajo. Si esta preferencia pervive, en el invierno se induciría un incremento de la actividad humana durante la madrugada invernal, lo que no es óptimo desde un punto de vista fisiológico.
El autor del estudio señala finalmente que, en latitudes intermedias, ninguna alternativa está libre de los riesgos que las estaciones del año inducen en las sociedades modernas con una vida social regida por horarios, y que el cambio estacional de hora se muestra eficaz para alinear el inicio de la actividad con el inicio de la luz solar, regulando estacionalmente la actividad humana de forma similar a épocas pasadas.
El trabajo del profesor Martín Olalla, titulado ‘Una evaluación cronobiológica de los riesgos de eliminar el cambio estacional de la hora’, ha sido publicado en la revista Chronobiology International.
Con anterioridad, el investigador ya ha publicado otros seis trabajos en revistas como Current Biology, Scientific Reports y European Journal of Internal Medicine que analizan específicamente la adaptación de la actividad humana al ciclo estacional de luz y oscuridad incluyendo el papel que el cambio estacional de la hora desempeña en este problema.