may
21
Hace 20 años, Soumya Swaminathan asistía a la muerte, a menudo atroz y evitable, de sus pacientes enfermos de sida. Los medicamentos para salvarlos existían, pero no tenían medios para pagárselos.
«Veía morir a pacientes. Unas muertes horrorosas, al término de una larga agonía, pese a que en Occidente ya había tratamientos disponibles«, recuerda la científica jefa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante una entrevista con la AFP.
La preocupación por el acceso a las vacunas anti COVID-19 ha despertado en ella esos recuerdos dolorosos de finales de los años 1990 en India.
«Perdí a muchos pacientes y muchos niños acabaron huérfanos. Unas imágenes que continúan atormentándome», explica la pediatra e investigadora india, de 62 años.
Los tratamientos eficaces para las personas con VIH aparecieron a mediados de los años 1990, pero eran demasiado caros para los países empobrecidos.
Hizo falta casi una década de esfuerzos concertados para que fueran asequibles para ellos.
La pediatra, en la actualidad una de las principales responsables de la lucha contra la pandemia de COVID-19 en la OMS, considera decepcionante que se estén cometiendo los mismos errores del pasado.
«Hay que aprender de la historia, pero parece que esto no es así», señala.
De momento, solo el 0,3 % de todas las dosis de vacunas anti COVID administradas en el mundo fueron inyectadas en los países pobres, unas naciones que, sin embargo, representan al 10 % de la población mundial.
«Esto es algo a lo que es muy difícil asistir, moralmente y desde un punto de vista ético. Es inaceptable», dice, tajante, la doctora Swaminathan.
Fruto de un esfuerzo internacional, se puso en marcha no obstante el sistema Covax, con el fin de intentar luchar contra las desigualdades en el acceso a la vacuna.
Pero los países ricos, presionados por la opinión pública, han acaparado la mayor parte de las dosis disponibles, prometiendo vacunar al máximo de gente posible.
En tanto, el sistema Covax, falto de fondos y sin las vacunas que el gobierno indio decidió desviar para combatir la explosión de casos de coronavirus en su territorio, solo ha podido cumplir con una pequeña parte de su objetivo, que es haber vacunado al 20 % de la población de todos los países participantes para finales de año.
La científica espera que, aun así, Covax se salde con éxito.
Los primeros meses de la pandemia fueron «extremadamente difíciles», admite Soumya Swaminathan, cuyo papel de científica jefe le ha dado «un enorme sentido de la responsabilidad».
Ella es la primera persona que ocupa el cargo, y para desempeñarlo se mudó de India a Ginebra, dejando a su familia en su país, donde los casos de COVID-19 se han disparado desde hace unas semanas.
«En un rinconcito de tu cerebro te preocupas por tu familia», y sobre todo por los parientes más ancianos, comenta.
Su padre, M.S. Swaminathan, un genetista considerado como el padre de la revolución verde en India, tiene 95 años y su madre, Mina, una reputada pedagoga, 88.
«Todos hemos hecho como hemos podido», afirma. Para eludir el estrés del trabajo, intenta mantener un equilibrio entre su vida privada y su vida profesional, a pesar de las largas jornadas laborales, que suelen empezar a las 07 H00 y no terminan hasta la noche.
Pasear por los majestuosos paisajes que rodean Ginebra la ayuda.
«Para mí, la naturaleza me sirve como terapia», explica.
Un respiro bienvenido cuando su equipo y ella intentaban comprender a un virus de consecuencias hasta entonces desconocidas para el ser humano.
«Construimos el barco al tiempo que lo pilotábamos», reconoce.
«Hay días en los que te sientes verdaderamente deprimida, triste y consternada, sobre todo cuando ves las imágenes de la gente afectada, el personal sanitario que ha muerto, los compañeros de trabajo y de estudios que he perdido», cuenta, aunque también hay otros días en los que se siente «más optimista».
Una de sus mayores fuentes de frustración son los constantes ataques «del movimiento anti ciencias».
«No solo están los escépticos, también hay gente que difunde deliberadamente teorías conspirativas», denuncia.
«Debemos combatir la desinformación y esas teorías del complot, intentando dar recomendaciones de salud pública basadas en hechos», precisa.
«Desgraciadamente, cuando te enfrentas a un nuevo virus y a una nueva epidemia, no sabes todo lo que hay que saber desde el primer día», lamenta la científica.
Para ella, una de las lecciones que hay que sacar de esta pandemia es que «la instrucción científica y sanitaria son verdaderamente importantes».
mayo 20/2021 (AFP) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.