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En situaciones de estrés, es común la pérdida momentánea de la capacidad de percibir los sonidos del ambiente. Científicos de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en Brasil, en colaboración con colegas de la Oxford Brookes University, Reino Unido, hicieron un descubrimiento que puede ayudar a entender este fenómeno.
Según dicho estudio, publicado en la revista Scientific Reports, la actividad cerebral relacionada con la atención auditiva sigue el ritmo del corazón. De este modo, la alteración de la frecuencia cardíaca inducida por el estrés compromete la percepción auditiva. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas para el tratamiento de los trastornos de atención y de comunicación.
Esta investigación contó con el apoyo de la FAPESP – Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo y con la colaboración de científicos brasileños ligados a la Universidad de São Paulo (USP) y a la Facultad de Medicina del ABC.
“Constatamos que incluso niveles bajos de estrés son capaces de alterar el ritmo del corazón, y de esa forma comprometer la atención auditiva”, declaró Vitor Engrácia Valenti, docente del campus de la Unesp con sede en la localidad de Marília y coordinador de la investigación.
De acuerdo con Engrácia Valenti, en estudios publicados durante los últimos años, ya se consignaba que los estímulos auditivos son capaces de inducir fluctuaciones de la frecuencia cardíaca, y que el conductor de dichas alteraciones es el nervio vago.
Este nervio, que recorre gran parte del cuerpo, yendo desde el cerebro hasta el abdomen, y que cumple funciones motoras y sensoriales, disminuye la frecuencia cardíaca al activarse. Asimismo, participa en la actividad del sistema nervioso parasimpático, encargado de estimular acciones tales como la desaceleración de los latidos cardíacos.
En estudios previos con animales, se observó que la actividad del nervio vago aumenta durante la estimulación auditiva relajante y activa la expresión de una proteína llamada c-Fos en la corteza auditiva. Esta constatación indicó una asociación entre el procesamiento del sonido en la corteza cerebral y el sistema nervioso parasimpático, según explicó Engrácia Valenti.
“Con todo, no estaba clara la influencia de los estímulos sonoros sobre el control de la frecuencia cardíaca a cargo del nervio vago y si existe interacción entre el control del ritmo del corazón y la actividad cortical cerebral relacionada con la atención auditiva en humanos”, afirmó.
Con el fin de dilucidar estas cuestiones, los investigadores realizaron ahora un experimento con 49 mujeres en las cuales la regulación del ritmo cardíaco fue sometida a una sobrecarga inducida por un test de estrés leve.
Dicho test consistía en decir la mayor cantidad posible de palabras en portugués que empezasen con la letra A, sin repetirlas ni utilizarlas en el aumentativo o en el diminutivo, en 60 segundos. El test quedó limitado a ese tiempo para que no hubiese interferencia del sistema nervioso simpático –que estimula acciones de respuesta a situaciones de estrés, como la aceleración de los latidos cardíacos, a través de los efectos de la adrenalina– y de la liberación de cortisol en la actividad cerebral de las voluntarias.
Se evaluaron la variabilidad de la frecuencia cardíaca y la actividad cerebral de las participantes a través del examen conocido como potencial evocado auditivo de larga latencia (P300) antes y después del test.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca permite medir el control autonómico del ritmo cardíaco en niveles variados de estrés. En tanto, el potencial evocado auditivo de larga latencia hace posible analizar el nivel de atención auditiva ante un estímulo sonoro a través del monitoreo de la actividad de la corteza prefrontal y de la corteza auditiva, con electrodos colocados en la zona del hueso frontal y en la de las articulaciones de los huesos parietal y frontal.
Los resultados de los test indicaron que el pequeño nivel de estrés al que se sometió a las voluntarias fue suficiente como para alterar el ritmo del corazón, y eso sucedió en simultáneo con la atenuación de la atención auditiva medida a través del potencial evocado auditivo de larga latencia.
Los análisis estadísticos de correlación y regresión lineal mostraron que el control autónomo del corazón a través de la actividad del nervio vago y el procesamiento cerebral de los estímulos auditivos trabajan en consonancia.
“Esto indica que, en situaciones de estrés, la información auditiva es procesada de peor forma que si la persona estuviese en un estado más tranquilo”, dijo Engrácia Valenti.
“De esta forma, en una situación de estrés, al respirarse más lentamente, por ejemplo, es posible activar el sistema nervioso parasimpático y, de este modo, disminuir el ritmo del corazón y mejorar la percepción de la información auditiva”, sugirió.
A juicio del investigador, este descubrimiento abre nuevas perspectivas para el tratamiento de casos relacionados con trastornos de atención y de comunicación con base en la activación del nervio vago mediante de estímulos eléctricos en la región auricular, a los efectos de controlar el ritmo del corazón.
Estudios a cargo de investigadores del Departamento de Fonoaudiología de la Unesp de Marília con niños autistas y aplicando este método han mostrado resultados prometedores.
“Los datos de los estudios mostraron que los niños con autismo experimentaron una mejoría significativa de sus síntomas mediante la aplicación de este método de tratamiento”, afirmó Engrácia Valenti.