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Un estudio identifica un desplazamiento del centro de giro de esta parte del cuerpo hacia la derecha, que afectaría el equilibrio para el buen funcionamiento de esta articulación y traería consecuencias como la aparición de osteoartritis postraumática.
Este hallazgo es el resultado de un trabajo en el que se analizó la marcha en pacientes que habían sufrido una lesión del ligamento cruzado anterior y que habían sido intervenidos quirúrgicamente para su reparación.
La lesión del ligamento cruzado anterior suele ser muy conocida en el campo deportivo, principalmente en el fútbol, en donde suele considerarse como una de las más catastróficas. Este ligamento previene el desplazamiento anterior de la rodilla, es decir, mantiene la articulación en su lugar.
“Se eligieron diez pacientes a los cuales un mismo cirujano les había hecho una reconstrucción de ligamento cruzado anterior con la misma técnica quirúrgica en el Hospital Universitario Nacional. Como criterio de inclusión, tenían que tener la rodilla contralateral sana (sin patología ni antecedentes de procedimientos), es decir, la rodilla que no tenía daño del ligamento cruzado”.
Así lo explica el autor del estudio, doctor Edisson Díaz Bernal, especialista en Ortopedia y Traumatología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), y agrega que los pacientes también tenían que haber realizado una rehabilitación completa de seis meses después de la cirugía, para recuperar el movimiento y no contar con ningún impedimento físico para participar.
Con ellos se analizó la marcha con cálculo del centro de giro de la rodilla en el que se comparó una rodilla sana con una rodilla con reconstrucción del ligamento cruzado anterior. Este proceso se realizó en el laboratorio de marcha MovyLab del Hospital San José.
“Un análisis de la marcha consiste en que el paciente realice caminatas medidas por sensores ubicados en diferentes cámaras en un salón, con las que se medirán vectores de fuerza que se analizaron por medio de un software para identificar cambios en comparación con la rodilla sana”, señala el investigador.
Los datos fueron analizados mediante gráficas proporcionadas por los casos de articulación sana, para identificar si había cambios después de la cirugía. Los resultados mostraron que efectivamente sí hay un cambio en el centro de giro de la rodilla cuando el paciente es llevado al procedimiento quirúrgico.
El cambio se produce según un patrón en el que el centro de la rodilla cambia hacia una posición más lateral y anterior. “Aunque se haga una reconstrucción del ligamento cruzado anterior con parámetros exitosos, no llega a imitar en un 100 % el funcionamiento normal de la rodilla”, asegura el doctor Díaz.
Agrega que este conocimiento sirve para fortalecer los procesos de rehabilitación con terapia física de esos pacientes a futuro. “Por lo general, esos pacientes tienen una terapia física de seis meses, nosotros creemos que hay que ampliar ese rango para complementar el fortalecimiento muscular, que es un factor importante en la rehabilitación”, comenta el investigador.
Además, aporta información en el escenario mundial sobre los cambios biomecánicos de la rodilla y cómo mejorar la parte técnica de la cirugía, un importante aporte de esta investigación, que, según el doctor Díaz, es la primera de este tipo que se hace en Latinoamérica.
Esta es una lesión quirúrgica que requiere normalmente de un autoinjerto para su reparación y de un proceso de rehabilitación de cuatro a seis meses en los jugadores profesionales. Además, estas lesiones están relacionadas con la aparición de artrosis a los 10 años de haber sido intervenidos quirúrgicamente los pacientes en un porcentaje que varía entre el 14 % y el 50 %.
Por eso, la hipótesis de la que partió el investigador era que debía haber un cambio en la mecánica de la rodilla a pesar de la reconstrucción, que es el que después va a generar un daño, cambio que se comprobó al estudiar el centro de giro de la rodilla.
“La rodilla es una articulación que actúa como una bisagra de una puerta, haciendo especialmente dos movimientos—flexionar y extender la rodilla—, pero también tiene movimientos rotacionales, es decir, que puede ir hacia la derecha o la izquierda, o trasladarse hacia adelante o atrás”, explica el doctor Díaz.
Respecto a esos movimientos, es el centro de giro el que aporta el equilibrio de la función de la rodilla. “Si tenemos una puerta que tiene un desbalance en esas bisagras, no va a cerrar de la misma manera o si lo hace va a requerir mayor fuerza para ese trabajo; lo mismo pasa en la rodilla, si ese centro de giro no está en el punto adecuado, va a trabajar más y eso la puede llevar a degenerarse y a producir la artrosis que después puede necesitar otro tipo de cirugía”, indica el investigador.