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La toxicidad cognitiva inducida por la radioterapia craneal es una de las limitaciones más importantes del tratamiento radioterápico y con más impacto sobre la calidad de vida de los largos supervivientes de tumores cerebrales. Una nueva revisión ha actualizado el diagnóstico clínico y radiológico de la toxicidad radioinducida con la incorporación de baterías neuropsicológicas y técnicas avanzadas en neuroimagen.
Ambas herramientas han permitido en los últimos años no solo una mejor definición de la disfunción cognitiva, sino también la identificación de los cambios anatómicos y funcionales asociados. La fisiopatología subyacente implica diferentes estirpes celulares y vías de señalización molecular, y el mecanismo es multifactorial. Aunque no existe actualmente una estrategia terapéutica que haya demostrado una clara eficacia, varios estudios, incluyendo los que proponen respetar el hipocampo o el uso de la memantina, han resultado prometedores.Según los autores, mediante la estandarización de las evaluaciones neuropsicológicas y la incorporación de nuevas técnicas de neuroimagen más sensibles en la detección de cambios estructurales y funcionales del cerebro, podrá detectarse de forma precoz a los pacientes más vulnerables a la toxicidad radioinducida e individualizar así los tratamientos. El cambio en el abordaje de la radioterapia, como evitar el hipocampo, junto con el tratamiento con memantina, ha demostrado recientemente su potencial como estrategia terapéutica preventiva en los pacientes con metástasis cerebrales. El estudio se publica en Rev Neurol 2019.
marzo 31/2019 (neurologia.com)
abril 1, 2019 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Farmacología, Imaginología, Neurología, Oncología | Etiquetas: radioterapia craneal, toxicidad cognitiva inducida, tratamiento radioterápico |