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El alcohol se relaciona con más de 60 enfermedades y se calcula que cada año 25 000 fallecimientos en España se relacionan con el consumo de esta droga legal.
Sin embargo, solo se diagnostican dos de cada 10 casos por consumo de alcohol. El papel de Atención Primaria en la detección de estos pacientes es fundamental para reducir el infradiganóstico, según ha explicado Francisco Pascual, presidente de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (Socidrogalcohol), a propósito de la presentación del documento Alcohol, una amistad peligrosa. El dossier es una herramienta informativa creada por Socidrogalcohol y la Confederación de Alcohólicos, Adictos en Rehabilitación y Familiares de España (Caarfe), con la colaboración de Lundbeck.
Según Pascual es necesario formar a los profesionales de Atención Primaria muy especialmente en la entrevista motivacional. «No hay que confrontar al paciente, sino acompañarle en el proceso terapéutico». Asimismo, Pascual ha afirmado que el médico de familia cuenta con las herramientas para diagnosticar el trastorno en una intervención breve de no más de 10 minutos con la información que proporciona la familia, sumado a la utilización de cuestionarios como el Audit, entre otros, y con la realización de analíticas, en las que hay que prestar especial atención a los niveles de colesterol, triglicéridos, ácido úrico, transaminasas, especialmente de la Gama GT, y el volumen corpuscular medio, si además el paciente es fumador, y una prueba específica para el consumo de alcohol, que es el CDT.
En el caso de que se realice el diagnóstico, es necesario realizar una correcta derivación, y sería interesante, según Pascual, que desde primaria se puedan prescribir los fármacos disponibles para reducir el consumo de alcohol. «Si hay un fármaco disponible para que estén más tranquilos, para reducir el craving o el priming, su prescripción sería necesaria mientras se sigue trabajando con el paciente con un abordaje psicoterapéutico para que cambie su estilo de vida».
El personal de farmacia también tendría un papel clave en el abordaje del consumo de alcohol, puesto que podrían recomendar al paciente, apoyado con la entrega de algún folleto, sobre la importancia de no mezclar el alcohol con el tratamiento farmacológico indicado para enfermedades como la hipertensión, el colesterol o el ácido úrico.
Consumo de riesgo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) determina como consumo de riesgo en alcohol la ingesta de entre 4 y 6 unidades de bebida estándar al día (UBE) o entre 28 y 46 a la semana en hombres, mientras que en las mujeres las cifras se sitúan entre 2 y 4 UBE al día o entre 14 y 28 a la semana. Además, si se superan esta ingesta ya se habla de un consumo perjudicial para la salud.
Pascual ha apuntado que la supuesta cardioprotección del alcohol, que indican ciertos estudios, se consigue con cantidades entre 10-20 gramos. No obstante, a partir de esa cifra aumenta de forma geométrica la aparición de enfermedades. De hecho, el consumo de alcohol se relaciona con varios tipos de cáncer, dolencias hepáticas y digestivas, enfermedades cardiovasculares, diabetes y afecciones mentales.
En el caso de la salud mental, el 17 por ciento de las personas con trastornos por consumo de alcohol padecen un episodio depresivo mayor y el 44 por ciento de los pacientes admitidos a tratamiento por problemas con la bebida padecen, como mínimo, otro trastorno psiquiátrico -o enfermedad dual- es necesario valorar si en la abstinencia del alcohol persiste el trastorno mental asociado para poder abordarlo adecuadamente.
Pascual ha hecho hincapié en la necesidad de reducir el estigma del bebedor y dejar de considerar que el consumo se apoya en la voluntad y no en una necesidad física y psíquica que le induce a repetir el consumo. El estigma es incluso mayor en la mujer consumidora de alcohol, en la que las consecuencias orgánicas y psiquiátricas son mayores.
febrero 4/2018 (diariomedico.com)