jul
29
Científicos estadounidenses crean un sistema mejorado para teclear en el ordenador. La electromiografía no invasiva también cuantifica la progresión de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
La vida de Dexter Ang cambió totalmente cuando su madre fue diagnosticada de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y no solo en lo personal. Hasta entonces, tras graduarse en ingeniería mecánica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, había trabajado como operador senior en una empresa comercial. Regresó a casa para cuidar de su madre y descubrió las enormes dificultades que afrontan los enfermos de ELA en su día a día. Para empezar, muchos de ellos pierden pronto la capacidad de hablar y los sistemas actuales para comunicarse a través del ordenador no son viables para la mayoría de ellos. Ang también conoció de primera mano los retos que plantea esta enfermedad degenerativa a la comunidad científica y médica, que no dispone de métodos cuantitativos para medir su progresión.
Decidió aprovechar sus conocimientos técnicos para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Pronto se cruzó en su camino David Cipoletta, un ingeniero robótico que estaba empezando a diseñar un robot que se puede controlar con el movimiento ocular para ayudar a un amigo con ELA. Decidieron unir sus fuerzas y fundaron la compañía Pison Technology en agosto de 2016. Ha transcurrido un año desde entonces, cargado de avances y promesas.
Dexter Ang fue uno de los ponentes del Encuentro Internacional en Investigación en ELA celebrado en Madrid la semana pasada, organizado por la Fundación Francisco Luzón en colaboración con la Fundación Ramón Areces. Según ha explicado a DM este joven emprendedor, los dispositivos que han desarrollado parten de la noción de que «puede existir una forma de escuchar los nervios de una persona y utilizar esa posibilidad para controlar ordenadores».
Electromiografía
La tecnología que emplean es la electromiografía (EMG) para registrar la frecuencia y la amplitud del voltaje en la superficie de la piel y medir así el funcionamiento del sistema nervioso periférico. Generalmente, la EMG se realiza mediante la inserción de agujas. La nueva propuesta no invasiva consiste en un pequeño sensor que se pega en cualquier parte del cuerpo (el brazo, el pecho, la pierna…). Es decir, lo que se conoce como wearable.
El prototipo actual tiene el tamaño de una caja pequeña de cerillas, pero el dispositivo que se comercializará en los próximos dos años será aún más reducido. Dos electrodos captan las señales eléctricas que se generan, en el caso de que se coloque en la muñeca, cuando se mueve un dedo. Si se trata de un enfermo de ELA que no puede moverse, lo que se registra es la señal que se genera cuando piensa en hacer click en un ratón. El dedo se mantiene inmóvil, pero las señales neuronales siguen activándose.
«El cerebro envía una señal a la médula espinal, que a su vez la remite a las neuronas motoras para mover los músculos», expone Ang. «Las neuronas motoras disparan un impulso que podemos escuchar en cualquier punto a lo largo del canal por el que se transmite». Lógicamente, el impulso eléctrico llega muy debilitado a la superficie de la piel, por lo que los científicos han tenido que afanarse en amplificarla y liberarla de todo el ruido que la rodea. Hay diferentes capas de tejido (pelo, grasa, sangre, piel…) que hay que filtrar para saber cómo es la señal real.
Perspectivas futuras
Con esta premisa, Ang y Cipoletta han puesto a punto un sistema sin cables que el paciente puede emplear para enviar señales a un ordenador y escribir a una velocidad muy superior a la que se consigue con los dispositivos basados en los movimientos oculares. Pero las posibles aplicaciones van mucho más allá.
Otra utilidad ya en marcha, probada en ensayos clínicos todavía reducidos, es la monitorización del estado del paciente en función de la actividad neuromuscular, medida a través del sensor colocado en la piel. Esos datos pueden llegar por vía wifi al personal médico que lo atiende, que podrá cuantificar la progresión de su enfermedad con el programa específico diseñado por Ang y Cipoletta. Ang añade que tanto el sistema para teclear en el ordenador como este último pueden visualizarse con ordenador, tableta o móvil.
Y hay otra utilidad más ambiciosa. Hay indicios de que el dispositivo puede «ayudar a mejorar la capacidad neuromotora con un tipo específico de estimulación terapéutica de músculos y nervios». Un ensayo clínico lo evaluará.
julio 28/2017 (diariomedico.com)