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Los pacientes con enfermedad mental grave pueden recibir los tratamientos para abandonar el hábito tabáquico sin riesgos psicopatológicos.
La apuesta por el abandono del tabaco en los pacientes con enfermedad mental grave ha centrado parte de los temas de la XXV edición del Curso Nacional de Psiquiatría de Vitoria-Gasteiz. Paz García-Portilla, catedrática de la Universidad de Oviedo y secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría, ha desvelado que en ensayos clínicos se ha demostrado que es eficaz y seguro desintoxicar y deshabituar del tabaquismo a estos enfermos.
De esta forma, la especialista del Ciber de Salud Mental (CiberSAM), ha señalado que «no hay mayor riesgo de consecuencias psicopatológicas, incluidos los comportamientos suicidas, que en la población general. Por tanto, son eficaces y seguros los tratamientos farmacológicos disponibles en el momento actual para dejar de fumar como los parches de nicotina o la vareniclina, por ejemplo».
En los ensayos han participado el área de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo con Julio Bobes, Pilar García Sáenz, y la propia García-Portilla, a la cabeza. También forman parte del estudio el Servicio de Psiquiatría del Hospital Psiquiátrico de Álava, dirigido por Edorta Elizagarate, Miguel Gutiérrez y la Unidad de Salud Mental de Jaén.
Tras analizar los resultados de los estudios, García-Portilla ha afirmado que en la práctica clínica «no hemos tenido ningún efecto secundario de descompensación psicopatológica y los pacientes se han adherido al tratamiento y se han obtenido unos resultados similares a los programas de deshabituación tabáquica que se realizan en la población general».
Además, ha denunciado que «hay un problema de salud mental oculto porque sabemos que los pacientes con salud mental grave se mueren unos 15 años antes que la población general por enfermedades cardiovasculares y endocrinas». Por ello, ha instado al sistema de salud a «promover el desarrollo de programas específicos en las unidades de salud mental para ayudar a estos pacientes a dejar de fumar porque los ensayos clínicos nos dicen que son igual de eficaces que en la población general. No hay riesgo de suicidio».
«No se promueven programas específicos para desintoxicar a pacientes con trastorno mental grave en las áreas que corresponden. En salud mental hay un estigma médico que provoca que los programas habituales de deshabituación de atención primaria o de las unidades de neumología no acepten a los pacientes con trastorno mental grave», ha concluido.
Nuevo tratamiento para la depresión
Por otra parte, Javier Meana, profesor de Farmacología en la Universidad del País Vasco, ha dado a conocer que en la actualidad se están desarrollando ensayos clínicos internacionales para el uso de la esketamina en la depresión resistente y el riesgo suicida. «La esketamina es un fármaco derivado de la ketamina que desde la década de 1960 se había estado usando como anestésico, ya que no inducía a depresión respiratoria y servía para cirugías rápidas al generar unos efectos disociativos. En 2000, un grupo norteamericano probó la ketamina por vía endovenosa en pacientes con depresión resistente y obtuvo buenos resultados. Redujo la sintomatología depresiva de forma casi inmediata con una sola dosis durante una semana. Ofreció, además, mucha seguridad».
El experto ha destacado que desde entonces se abrió una vía de investigación y ahora se está preparando el isómero activo de la ketamina -esketemina- para una presentación más cómoda que no sea la vía endovenosa sino la nasal. «Se están realizando ensayos clínicos en diferentes días, con dosis repetidas y en varias situaciones».
«Está en fase en desarrollo pero de momento no ha dado problemas de seguridad. Se administran dosis subanestésicas con buenos resultados», ha afirmado Meana, quien señaló que «se está trabajando en la farmacocinética y en la adherencia al tratamiento porque quizás haya que recurrir a las tecnologías de la información y la comunicación para recordar la toma del medicamento porque se reduce el número de dosis necesarias a una cada dos semanas, aproximadamente».
marzo 16/2017 (diariomedico.com)