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Un estudio concluye una velocidad inferior a 0,8 metros por segundo implica que la persona se encuentra en un estado de fragilidad y que tiene, por tanto, un mayor riesgo de padecer problemas de salud.
La velocidad a la que se camina puede predecir el riesgo de muerte o deterioro funcional en personas aparentemente sanas, según ha mostrado una revisión liderada por el Parc Sanitari Pere Virgili y publicada recientemente en la Revista Española de Geriatría y Gerontología.
La investigación, que sintetiza la evidencia de diversos estudios recientes sobre el tema con una visión práctica y crítica a la vez, explica que una velocidad de la marcha inferior a 0,8 metros por segundo (2,9 kilómetros a la hora) implica que la persona se encuentra en un estado de fragilidad y que tiene, por tanto, un mayor riesgo de padecer problemas de salud. En cambio, velocidades de un metro por segundo superiores se asocian a mayores supervivencias a las estimadas para un subgrupo de edad y sexo.
Entre un 10 y un 40 % de las personas mayores de 65 años se encuentra en un estado de fragilidad, es decir, es vulnerable a padecer eventos adversos de salud como discapacidad, deterioro cognitivo, institucionalización, caídas y muerte.
Sin embargo, la mayoría de ellas no padece problemas de salud evidentes, por lo que no está diagnosticada. «Extender el uso de la velocidad de la marcha como indicador principal de fragilidad en el ámbito clínico mejoraría significativamente el diagnóstico de este colectivo», ha comentado el director asistencial del Parc Sanitari Pere Virgili y coordinador del trabajo, Marco Inzitari.
Asimismo, y a pesar de que la fragilidad se relaciona con múltiples factores, como una pérdida de peso no intencional, debilidad muscular, agotamiento y poca actividad física, la velocidad de la marcha ha demostrado ser el marcador más eficaz para detectar a personas que se encuentran en este estado. Por ello, expertos del Parc Sanitari Pere Virgili han subrayado la importancia de su incorporación en la práctica clínica diaria, con el fin de poder diseñar precozmente actuaciones que posibiliten modificar el riesgo de fragilidad, así como revertir la situación.
Del mismo modo, según se desprende del trabajo, la velocidad de la marcha puede ser muy útil a la hora de tratar subpoblaciones concretas de pacientes. Por ejemplo, señala el Inzitari, para aquellos pacientes que padecen un deterioro cognitivo o demencia, o hasta en mayores con cáncer, los estudios más recientes sugieren que este indicador puede ayudar a determinar la conveniencia de aplicar un determinado tratamiento o no hacerlo.
Dicho esto, el experto ha recordado que, además de eficaz, la velocidad de la marcha habitual es un marcador «rápido, seguro y económico». «Con tan solo un cronómetro, dos marcas en el suelo y una mínima estandarización, un profesional sanitario puede obtener una medida más sensible que las que proporcionan otros índices utilizados en la práctica clínica. Por este motivo, es necesario potenciar la utilización de la velocidad de la marcha en la práctica habitual y como elemento nuclear de la valoración geriátrica integral», ha zanjado.