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Hace mucho que se sabe que las personas con el grupo sanguíneo O tienden a estar protegidas de morir por un paludismo grave.
En un estudio reciente, un equipo de científicos escandinavos ha logrado explicar los mecanismos que se encuentran detrás de la protección que proporciona el tipo sanguíneo O, y sugiere que la presión selectiva impuesta por el paludismo podría contribuir a la distribución global variable de los grupos sanguíneos A, B, AB y O en la población humana.
El estudio ha sido Publicado en Nature Medicine doi:10.1038/nm.3812
El paludismo es una enfermedad grave que, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), infecta a 200 millones de personas cada año. De ellas, 600 mil , principalmente niños de menos de 5 años, fallecen por la dolencia.
El paludismo, que es sobre todo endémica en el África subsahariana, está causado por diferentes tipos de parásitos de la familia Plasmodium.
En casos graves de la enfermedad, los glóbulos rojos infectados se adhieren excesivamente en la microvasculatura y bloquean el flujo sanguíneo, ocasionando un déficit de oxígeno y daños en los tejidos que pueden llevar al coma, daño cerebral y, finalmente, a la muerte.
Debido a ello, la comunidad científica realiza grandes esfuerzos para averiguar detalles reveladores sobre cómo esos parásitos hacen que los glóbulos rojos infectados se vuelvan tan pegajosos.
Se sabe desde hace tiempo que las personas con el grupo sanguíneo O tienden a estar protegidas contra el paludismo severo, mientras que las que tienen otros tipos, como el A, caen a menudo en el coma y fallecen. Desentrañar los mecanismos que hay detrás de esto ha sido uno de los objetivos principales de muchas investigaciones sobre el paludismo
El equipo de Mats Wahlgren, profesor en el Instituto Karolinska de Suecia, ha identificado ahora una nueva e importante pieza del rompecabezas al describir el papel esencial ejercido por la proteína RIFIN.
Usando datos de diferentes clases de experimentos en cultivos celulares y en animales, Wahlgren y sus colegas han mostrado cómo el parásito Plasmodium falciparum segrega RIFIN, y cómo la proteína se encamina hacia la superficie del glóbulo rojo, donde actúa como un pegamento.
El equipo también ha demostrado cómo se enlaza fuertemente a la superficie de los glóbulos rojos de tipo A, pero solo débilmente a los de tipo O, lo cual constituye la clave de por qué las personas con el grupo sanguíneo O son más resistentes al paludismo.
abril 14 / 2015 (Infobioquímica)
Fuente: Nature Medicine 21, 314–317 (2015) doi:10.1038/nm.3812