La medición ambulatoria de la tensión  arterial (MAPA) podría ser de gran ayuda en los casos de presiones arteriales en los que existe gran variabilidad.

Cómo incluir la medición ambulatoria de la tensión  arterial en la estratificación del riesgo cardiovascular es una de las cuestiones para las que la respuesta no está definida, dado que las guías clínicas recomiendan su generalización, pero en la práctica esto no es aún posible. Los expertos están de acuerdo en la necesidad de su extensión y proponen aquellos pacientes con gran variabilidad en la presión y aquellos que llegan con lesión silente orgánica como candidatos a beneficiarse de esta técnica de control.

Estos han sido algunos de los mensajes emitidos en una de las sesiones plenarias organizadas con motivo de la XX Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial, que se está celebrando en Oviedo.

Alejandro de la Sierra, jefe de Medicina Interna del Hospital Mutua de Tarrasa, señaló como argumento a favor de la utilización de la Medición Ambulatoria de la Presión Arterial (MAPA) que está demostrado que «predice mejor el riesgo que la presión clínica, es decir, que el incremento de la presión obtenida por MAPA se relaciona mejor con la probabilidad de eventos cardiovasculares futuros. En conclusión, las cifras son más fiables».

Como argumento en contra destacó el hecho de que los estudios tradicionales de seguimiento sobre tratamientos antihipertensivos están basados en mediciones clínicas.

Por eso, la propuesta clara de De la Sierra es buscar la complementariedad entre ambas mediciones, teniendo en cuenta además que «en el 40-50 % de los pacientes se producen discordancias entre la medición clínica y la medición ambulatoria, en unos casos por la hipertensión de bata blanca y en otros por la hipertensión enmascarada, situación ésta que tiene aún más riesgo que la anterior».

De hecho, ha puntualizado que «sabemos que un 31 % de los pacientes con tensión  arterial clínica normal no están realmente controlados, es decir, están infratratados. Para tratar de corregir esta situación De la Sierra plantea la utilidad de utilizar la MAPA en pacientes que presentan gran variabilidad en la presión y en aquellos con lesión silente orgánica, como puede ser hipertrofia del ventrículo izquierdo o pérdida de albúmina por la orina.

Ernest Vinyoles, del Centro de Atención Primaria La Mina, de Barcelona, resaltó la discrepancia entre la recomendación de las guías europeas «que proponen prácticamente la realización de MAPA a todos los hipertensos y la imposibilidad real en la práctica clínica por cuestiones logísticas y económicas, incongruencia que resulta muy frustrante».

Ante esta situación, Vinyoles destaca la necesidad de más investigación para determinar «en qué pacientes debemos concentrar el esfuerzo de realización de MAPA, buscando la máxima optimización».

Así, la toma de decisiones en el caso de pacientes por encima de 135/85 y en pacientes por debajo e 125/75 parece estar clara. «Quienes están entre estas cifras quizá serían los candidatos a MAPA, pero son necesarios más estudios para validar estos algoritmos en la práctica diaria, poder optimizarlos y saber con seguridad en qué medida predicen bien el riesgo cardiovascular a largo plazo».

En la sesión participó también Manuel Goristidi, del servicio de Nefrología del Hospital Central de Asturias, quien se refirió al impacto en las guías y en la literatura biomédica internacional del estudio Cardiorisc, basado en los datos recogidos por más de un millar de médicos que realizan monitorización ambulatoria de presión arterial en su práctica clínica diaria y con seguimiento de cerca de 200 000 pacientes, «con lo que es una de las bases de datos de monitorización ambulatoria de la presión arterial más elevadas en el mundo y que ha dado lugar a varios artículos recogidos en las guías europeas de manejo de la hipertensión».

Aspectos que han de ser corregidos

Manuel Goristidi, del Servicio de Nefrología del Hospital Central de Asturias, se refirió también a la dificultad para hacer aflorar la presión arterial enmascarada, importante porque los pacientes tienen el mismo riesgo cardiovascular que los que presentan hipertensión establecida, pero es desconocida por pacientes y médicos. También se refirió a cómo evitar el sobretratamiento de las personas que registran cifras elevadas en la consulta cuando en realidad son normotensos y destacó también la utilidad de la MAPA y de la automedición de la presión arterial para conseguir unas cifras que se aproximen cada vez más a la realidad.
marzo 18/2015 (Diario Médico)

 

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