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Un gen defectuoso vinculado con la obesidad parece afectar el control de los impulsos y las opciones alimentarias. Y esto podría explicar por qué algunas personas con el gen tienen tantos problemas para mantener un peso saludable a medida que envejecen, señala un estudio de Estados Unidos.
Las personas de mediana edad y mayores con variantes asociadas a la obesidad del gen FTO tienden a aumentar de peso, según los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos. Además, los escáneres detectaron una función reducida en regiones del cerebro que gobiernan la impulsividad y la percepción de la textura y el sabor de la comida, hallaron los investigadores.
«Así fue, las personas que portan una o dos copias de la variante de la FTO muestran una mayor ingesta de alimentos ricos en calorías o grasos a medida que envejecen», comentó el autor principal, el Dr. Madhav Thambisetty, jefe de neurociencias clínicas y traslacionales del Laboratorio de Neurociencias Conductuales del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos.
«Quizá haya un factor biológico común que subyace tanto al riesgo de obesidad durante el envejecimiento como a la conducta relacionada con la obesidad, además de a la capacidad de resistir la ingesta impulsiva de comida», apuntó Thambisetty.
Muchos estudios han relacionado ciertas versiones del gen FTO con la obesidad crónica, pero los médicos han tenido problemas para determinar por qué el gen afecta al riesgo de obesidad de una persona, comentó Ruth Loos, directora del programa de genética de la obesidad y rasgos metabólicos relacionados de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
«Este tipo de estudios son importantes para desentrañar el mecanismo que provoca que el FTO se asocie con la obesidad, pero solo es una pieza de un inmenso rompecabezas», dijo Loos.
En Estados Unidos, más de una tercera parte de los adultos a partir de los 65 años son obesos, según la información de respaldo del estudio.
Alrededor del 45 % de las personas en este estudio portaban al menos una copia de la variante pro obesidad del FTO, apuntó Thambisetty, lo que se corresponde con la población blanca en Estados Unidos. Alrededor del 16 % de las personas tenían dos copias del gen, lo que comporta un riesgo aún más alto de obesidad.
El estudio se enfocó en casi 700 participantes, entre ellos 69 personas que aceptaron hacerse TEP anuales para reunir información adicional sobre su estructura y función cerebrales. La edad promedio al inicio del estudio era de 46 años. Todos participaban en el Estudio longitudinal sobre el envejecimiento de Baltimore, uno de los estudios de mayor duración sobre el envejecimiento humano en América del Norte.
Primero confirmaron que el índice de masa corporal aumentaba en los que tenían una o dos copias de la variante del gen FTO. Entonces, compararon la TEP cerebral de los pacientes con la variante del FTO con escáneres de los no portadores, buscando diferencias en la función cerebral con el tiempo.
Hallaron que las personas con la variante genética tenían una función reducida en la corteza prefrontal medial, una región que se cree que es importante para el control de los impulsos y la respuesta al sabor y la textura de los alimentos.
En un último paso, el equipo revisó datos reunidos sobre la personalidad y la dieta de los participantes. El grupo con un mayor riesgo genético de obesidad mostró una mayor tendencia a la impulsividad, además de una ingesta más alta de alimentos grasos durante el envejecimiento.
El efecto parece aumentar con el número de copias. «Vemos un efecto de dosis, en que estos cambios en la impulsividad o la preferencia por las comidas grasas aumentan con copias múltiples del gen», señaló Thambisetty.
Los hallazgos aparecen en la edición del 27 de mayo de la revista «Molecular Psychiatry«.
Si estos resultados se sostienen en estudios adicionales, significan que las personas que tienen un mayor riesgo genético de obesidad se enfrentan a una dura batalla para mantener un peso saludable.
«Esto no debe ser una excusa, pero sí tiene que ser una explicación parcial de por qué individuos inteligentes y motivados tienen tantos problemas, porque pelean contra su biología, y pelear contra la propia biología es incómodo», advirtió el Dr. Steven Lamm, director médico del Centro Tisch de Salud de los Hombres del Centro Médico Langone, en la ciudad de Nueva York.
Pero una predisposición genética a la obesidad no significa que uno esté condenado a la obesidad.
«Quizá tenga una susceptibilidad genética, pero vivir un estilo de vida saludable puede superar a su genética», enfatizó Loos. «Usted no está destinado a ser obeso».
Thambisetty se mostró de acuerdo, y anotó que estudios anteriores han mostrado que las personas pueden superar el riesgo de obesidad conferido por el gen FTO a través del ejercicio regular.
junio 3/2014 (HealthDay News)