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Los salicilatos son los fármacos más seguros, pero menos potentes, y se utilizan en la colitis ulcerosa leve, mientras que los esteroides clásicos siguen siendo la terapia de elección para brotes agudos.
Los marcadores de predicción de la evolución del curso de las enfermedades inflamatorias intestinales podrían cambiar su manejo, según se ha expuesto en el XIX Curso Miguel Ángel Gasull sobre enfermedades inflamatorias intestinales, celebrado en Badalona.
La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn son las dos enfermedades inflamatorias intestinales más relevantes. Su incidencia y prevalencia han aumentado considerablemente en las últimas décadas en España, con cifras equiparables al resto de Europa y Norteamérica. El motivo por el que estas cifras se han igualado, desde el punto de vista epidemiológico, es que estas enfermedades aparecen cuando se «occidentaliza» el estilo de vida de la población.
Este hecho sucedió en nuestro país aproximadamente en la década de 1970 y un fenómeno similar se está observando en los países emergentes del este de Europa, en países de Asia como Japón o China y en países de Sudamérica como Argentina, Chile y Brasil. Un motivo que se apunta es el descenso de las enfermedades infecciosas, con un aumento de las enfermedades de naturaleza inmunológica como la colitis ulcerosa y el Crohn.
«En España se diagnostican aproximadamente veinte casos por cada 100 000 habitantes/año y la expectativa de vida de estos pacientes es similar a la de la población general, por lo que suponen una carga asistencial importante y, además, un reto de tratamiento», ha explicado Eugeni Domenech, jefe clínico de la Sección de Gastroenterología del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Germans Trias, de Badalona, y organizador de la jornada.
El manejo de la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn se basa en cuatro grupos de tratamientos médicos: salicilatos, esteroides, inmunosupresores y agentes biológicos. Los salicilatos son los fármacos «más seguros, pero también los menos potentes», y se utilizan sobre todo en las formas más leves de colitis ulcerosa, mientras que los esteroides clásicos convencionales «siguen siendo la terapia de elección para los brotes agudos de ambas enfermedades, pero tienen muchos efectos colaterales asociados».
Respecto a los inmunosupresores convencionales, destacan azatioprina y mercaptopurina. Los agentes biológicos han sido los últimos en incorporarse al arsenal terapéutico «que son básicamente, en la enfermedad inflamatoria intestinal, los anti-TNF infliximab y adalimumab. Lógicamente, como último remedio, queda la cirugía. En el caso de la colitis cura la enfermedad pero las secuelas que conlleva una proctocolectomía total son muy importantes, especialmente en gente joven, que son el grueso de pacientes con estas enfermedades».
El impacto en la calidad de vida de los pacientes es muy relevante, tanto desde el punto de vista de las enfermedades en sí por los tratamientos que requieren como por sus síntomas -dolor abdominal, diarrea y pérdida de peso, entre otros-, que se asocian a menudo con anemia, que altera la capacidad de concentración y el sueño. Además, las intervenciones quirúrgicas pueden conducir al paciente o bien a una ileostomía terminal, con gran carga psicológica en pacientes jóvenes, o bien al reservorio ileo-anal, que conlleva una calidad de vida deteriorada por el número de deposiciones.
El diagnóstico de estas enfermedades se sigue basando en la sospecha clínica, especialmente en la realización de la colonoscopia con ileoscopia. «Probablemente los marcadores genéticos o los biológicos tendrán poco impacto en el diagnóstico, pero sí tenemos grandes esperanzas de que existan marcadores de este tipo que nos puedan predecir la evolución de la enfermedad, de manera que podamos ser más agresivos de inicio en pacientes con peor perspectiva de la enfermedad».
Otras vías de investigación se basan en las moléculas implicadas en la fisiopatología, con un gran avance que han propiciado los estudios del genoma, que han permitido detectarlas. «Posteriormente, se han generado fármacos dirigidos contra estas moléculas».
enero 17/2012 (Diario Médico)