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La inflamación es un proceso natural y necesario para el cuerpo, pero hay que estar alerta y evitar que se cronifique y se convierta en un mal de difícil diagnóstico, con derivaciones peligrosas a enfermedades ginecológicas, de intestino, de piel o incluso cáncer.
Así lo explica en una entrevista con EFE la especialista en Medicina y Salud Pública por la Universidad de Granada, Gabriela Pocoví Gerardino, tras la reciente publicación de ‘Atención con la inflamación’ (Zenith), una guía para combatir la inflamación crónica y mejorar el sistema autoinmune, en la que recuerda que las enfermedades de base inflamatoria están detrás de la mitad de muertes en el planeta.
La también nutricionista se muestra optimista y asegura que ‘hay luz al final del túnel’, a pesar de que la vida moderna acelerada con estrés, comida rápida, sedentarismo, poco sueño y descanso, y abuso de fármacos (sobre todo antibióticos), alcohol, tabaco y drogas alteran nuestro ambiente celular y microbiano (microbiota) generando la inflamación.
Con este manual Pocoví -máster en inmunología celular y molecular- pretende que los lectores ‘empiecen a conocer su cuerpo y las señales de inflamación que ofrece’, y sean conscientes de que haciendo cambios en su vida y en su alimentación pueden mejorar. E insiste en centrarse en ‘los factores que se pueden modificar’.
Cada vez más intoxicados
Tenemos un medio cada vez más tóxico, así como nuestros propios canales de eliminación (hígado, pulmones, piel…) son cada vez menos eficientes’, alerta la experta, mientras subraya que ‘generación tras generación estamos perdiendo bacterias y los bebés que nacen ahora tienen una microbiota menos equilibrada’.
En este sentido, destaca que cada vez hay más niños que nacen con alergias o intolerancias, que tienen más cólicos del lactante o dermatitis, así como alza la voz contra el uso indiscriminado de antibióticos.
Enfermedades de base inflamatoria
Causan más de la mitad de las muertes en el planeta y se originan por un mecanismo inflamatorio que, según la nutricionista, ‘seguro que se manifestó mucho antes del diagnóstico’.
Asegura que, por ejemplo, la regla no debería doler ni incapacitar a una mujer, y dice que si eso sucede es un signo de inflamación crónica importante que puede transformarse en una endometriosis.
‘No hay que llegar a ese punto, es mejor prevenir’, insiste Gabriela Pocoví, y advierte de que ‘no se pueden normalizar cuando no son normales’.
Las enfermedades relacionadas con el sistema reproductor de la mujer -miomas, fibromas, endometriosis, poca fertilidad- están relacionadas con alteraciones derivadas de un proceso inflamatorio. También algunas enfermedades de la piel, como dermatitis o alergias, además de rinitis alérgica, exceso de mocos, o colon irritable.
La inflamación también afecta al eje intestino-cerebro
Hay una conexión directa entre el intestino y el cerebro, como relata la doctora porque ‘si la microbiota y los intestinos se inflaman se produce la disbiosis, que, a su vez, afecta directa o indirectamente al sistema nervioso, produciendo lo que se conoce como neuroinflamación’.
‘Igual que se inflama el cuerpo, se inflama la mente’ y ‘cuando eso sucede aparece el insomnio, el cuerpo no descansa igual y puede aparecer una neblina mental, la mente confusa o las migrañas’, situaciones que desembocan en una peor gestión del estrés y originan un ‘círculo vicioso’ de malestar.
Alimentos pro inflamatorios
Pocoví aconseja reducir el azúcar y los aceites refinados modificados, a favor del de oliva y la mantequilla, así como todo lo ultraprocesado, además de evitar abusar de los cereales, que ‘están abarcando toda la alimentación’. No acusa directamente al gluten de ser un elemento inflamatorio, pero reconoce que ‘a un organismo estresado y a un intestino inflamado le va a costar digerirlo’, por lo que, en este caso, recomienda ‘quitarlo del todo’. Y apuesta por retirar de la dieta ‘el pan de hoy en día, elaborado con unas semillas modificadas y al que no se deja fermentar’.
Es muy partidaria nutricionalmente de las legumbres, pero resalta que son de difícil digestión. ‘Con un intestino sano las podemos tomar dos o tres veces por semana con un buen remojo’, así como sugiere ingerirlas germinadas. No es contraria al consumo de carne, pero alerta de que ‘actualmente comemos animales mal alimentados y criados de forma rápida, cuyo perfil de grasas se vuelca hacia lo pro inflamatorio (mucho aporte de omega-6 y omega-3)’ y ‘con mucha acumulación de toxinas en el tejido adiposo’.
Una reflexión que realiza también sobre el consumo de pescado, al advertir de que es mejor ingerir peces pequeños porque tienen menos acumulación de mercurio. También recuerda que la proteína caseína es de difícil digestión y puede inflamar el intestino y apuesta por sustituir la leche de vaca por lácteos de cabra y oveja, así como por kéfir ‘con todo el beneficio de las bacterias’. Recomienda la práctica de deporte y dejar pasar al menos de cuatro a seis horas entre cada comida para dejar al cuerpo hacer una digestión correcta y prevenir la inflamación.
La inflamación, una gran desconocida del sistema médico actual
El problema de la inflamación crónica es que muchas veces no es detectable en una analítica, sobre todo con los indicadores de rango de laboratorio, incide la inmunóloga, y apunta a que la inflamación puede dar alguna pista con algunos indicadores como el colesterol o la anemia.
Lamenta que sea poco detectable porque el sistema sanitario no ‘tiene tiempo de atendernos adecuadamente’. ‘Ni se puede detectar en una consulta de diez minutos ni en ese tiempo se puede orientar al paciente para que se observe, escuche su cuerpo y cambie sus hábitos’. Por ello, reclama ‘más tiempo de atención’, mientras lamenta que la carrera del nutricionista no esté incluida en el Sistema Nacional de Salud de forma preventiva’.
enero 30/2023 (EFE) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.