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Científicos del Instituto del Cáncer de la Universidad Queen Mary de Londres aseguran haber dado un \»paso de gigante\» en el tratamiento del cáncer de próstata al identificar las hormonas que activan los tumores que causan esta dolencia.
Se trata de dos hormonas clave en la activación de una variación genética específica que genera la creación de los tumores, según las conclusiones publicadas en la revista Cancer Research.
La investigación se centró en las hormonas andrógenas -la testosterona, la androsterona y la androstendiona- y en la influencia que tienen las mismas en la fusión de genes diferentes, lo que resulta en una mutación genética hallada en muchos cánceres. Estos genes mutantes se forman a raíz de la fusión de los ADN procedentes de distintas partes de la zona genética de las células.
La exposición a los andrógenos puede provocar la fusión de genes que normalmente están muy alejados. Este estudio demuestra que esa interacción causa la fusión de dos genes específicos responsables del crecimiento de los tumores cancerígenos de próstata. \»La fusión entre los genes TMPRSS2 y ERG, detectada en aproximadamente el 50% de los cánceres de próstata, es la más común entre los tumores malignos en humanos\», reporta el estudio.
\»Es un descubrimiento significativo y un paso de gigante en la futura prevención de la enfermedad\», manifestó el investigador Yong-Jie Lu, quien dirigió el estudio. El hallazgo \»también podría conducir a nuevos tratamientos\», agregó.
\»Si podemos averiguar cómo controlar y gestionar los niveles de andrógenos, hay una sólida posibilidad de que podamos ayudar a miles de hombres, especialmente a los que sabemos que tienen el riesgo de una historia familiar de cáncer de próstata, incluso a desarrollar en un principio la enfermedad\», explicó Lu.
Excluyendo los carcinomas de piel, este cáncer es el más frecuente entre los hombres en el mundo desarrollado, hasta el punto de que un 15% de la población masculina es diagnosticada con la enfermedad. Se estima que el porcentaje aumentará sustancialmente en los próximos años debido al envejecimiento de la población.
Esta enfermedad se detecta generalmente en individuos de 50 años, de los cuales solo 1 de cada 32 pacientes muere por la condición. El gran problema es que un alto porcentaje de los afectados nunca presentan síntomas, ni son sometidos a terapia.
Londres, noviembre 15/2010 (EFE)