Fuente: Archivo.La esperanza de vida de las personas que viven con VIH en España y reciben tratamiento antirretroviral es de 73 años, de forma global, tanto en hombres como en mujeres, si bien ronda los 80 cuando el tratamiento se inicia sin diagnóstico de sida y el paciente tiene una buena situación inmunológica.

Así lo ha señalado este lunes en la XI Jornada de Salud pública: Una respuesta integrada al VIH, la jefa de la unidad de coordinación de la cohorte CoRIS, Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, Inmaculada Jarrín, que ha subrayado que se trata de la primera estimación que se realiza en España con datos de la cohorte CoRIS.

En la jornada, organizada por la Fundación Seisida y la compañía biotecnológica Gilead, esta investigadora ha insistido en que si el tratamiento antirretroviral se inicia con un recuento alto de linfocitos CD4, «la esperanza de vida se aproxima cada vez más a la media de la población general», que es de 83 años.

Jarrín ha valorado que esta sea la situación habitual ya que hoy día, cuando se diagnostica en España a una persona de VIH, se inicia el tratamiento antirretroviral inmediatamente, lo que demuestra la importancia del diagnóstico precoz.

Según esta experta, se dice que una persona tiene diagnóstico tardío cuando en el momento en el que se le diagnostica VIH tiene una situación inmunológica desfavorable y un recuento de linfocitos CD4 bajo.

En España, el porcentaje de personas que se diagnostica de forma tardía es del 45 %, «y la mala noticia es que ese porcentaje se ha mantenido estable en los últimos años», ha informado.

A juicio de Jarrín, el dato de España es comparable a otros países del entorno si bien ha apelado a seguir trabajando en la importancia de hacerse la prueba.

En su opinión, una de los principales barreras para hacerse la prueba es el estigma asociado al VIH y el miedo a tener un resultado positivo, por las consecuencias negativas que pueda tener.

Sobre el estigma, Jarrín ha reconocido que no viene solo de la ciudadanía, sino también del personal sanitario, «en el trato y en el cuidado de las personas que viven con VIH» y ha insistido en que el estigma se combate principalmente con información.

Otro de los problemas asociados al diagnóstico tardío es que la respuesta ante el tratamiento antirretroviral es peor. De hecho la gente que se diagnostica de forma tardía tiene más riesgo a tener sida, desarrollar tumores y enfermedades hepáticas e incluso la muerte.

Además, Jarrín ha abordado el cambio de perfil de las personas que viven con VIH. En 2004, solo el 9 % tenía más de 50 años, en 2022 (últimos datos disponibles) el 33 % tiene más de cincuenta.

Con estos datos, la investigadora ha apelado a prestar atención al envejecimiento y a las comorbilidades, ya que a partir de los 50 años hay más prevalencia de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la enfermedad renal crónica y la enfermedad pulmonar.

14 abril 2024|Fuente: EFE |Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2023. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.|Noticia

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