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España fue en 2022 el segundo país de Europa más afectado por la nueva ola de defunciones, solo detrás de Alemania. ¿De qué se mueren los europeos?.
Aunque nos parezca increíble a quienes no somos vulnerables o no convivimos con alguien que lo sea, los datos muestran una obstinada realidad: la normalidad sanitaria no ha llegado. El exceso de mortalidad en Europa sigue disparado y, de hecho, acaba de alcanzar su segundo mayor pico desde que hay registros, solo superado por aquella monstruosidad que fue la primavera de 2020. Alemania es el país que más está padeciendo las inclemencias de los meses fríos, al igual que España fue la que más se resintió en verano.
Recién consolidadas las cifras de las últimas semanas de 2022, el Euromomo -que refleja la mortalidad por todas las causas en los 27 países participantes- muestra dos importantes curvas de exceso de mortalidad ese año. La primera tocó techo a mediados de julio, coincidiendo con temperaturas récord en todo el continente; la segunda acaba de alcanzar su pico, a la mitad del primer invierno en que la gripe se ha sumado al covid y otros virus, al tiempo que la crisis energética y la inflación han hecho más difícil protegerse del frío.
En España, los días de frío intenso han sido escasos y tardíos, y las campañas de vacunación han funcionado relativamente bien. Por primera vez desde que comenzó la pandemia, nuestro país no está entre los que lideran una curva de mortalidad en Europa. Ha habido exceso de muertes en invierno, pero bastante suave en comparación con Alemania, Francia o Inglaterra. Sin embargo, si miramos todo 2022, España es el segundo país del Euromomo más golpeado por el exceso de muertes, por detrás de Alemania.
El patrón de mortalidad en España ha sido distinto al de años anteriores: al haber sufrido un exceso récord en verano, se ha beneficiado en los meses fríos del llamado efecto cosecha. Las olas de calor se llevaron a muchas personas vulnerables que, en otras circunstancias, habrían fallecido en invierno. Por eso, a un periodo de mortalidad elevada le suele seguir otro más controlado, como así ha ocurrido. Pero, si ampliamos el foco a los últimos tres años, el panorama muestra una oleada tras otra.
Países como Finlandia o Dinamarca, en cambio, han experimentado lo contrario al efecto cosecha: tras mantener la mortalidad muy controlada en la fase dura de la pandemia, han sufrido este invierno su mayor pico. La dinámica se repite a nivel nacional: las regiones que habían pasado mejor 2020 y 2021, como Galicia o Canarias, registraron mayores excesos en 2022, aunque, en su caso, los máximos llegaron en verano. En vez de efecto cosecha, han tenido efecto resaca: la mayor mortalidad llega tras las olas de covid.
También Alemania ilustra esta tendencia: el conjunto del país germano ha sufrido este último invierno su mayor pico de mortalidad desde que hay registros, tras haber mantenido unos niveles muy inferiores a los de España o Inglaterra en los peores momentos de la crisis. Sin embargo, en regiones metropolitanas como Berlín, la curva está ahora más controlada, lo que significa que hay grandes diferencias entre unas zonas y otras. Quienes más sufrieron antes, se benefician del efecto cosecha. Quienes tuvieron una pandemia más suave, están perdiendo ahora a muchas personas, sobre todo entre las más vulnerables.
Al margen de estos vaivenes, llama la atención que la mortalidad general sea tan elevada: tanto el conjunto de España como el de Europa han vivido en 2022 uno de sus peores años, algo que no era esperable porque las temperaturas en invierno han sido suaves y ni gripe ni covid han traído variantes especialmente problemáticas. Llama la atención el caso de Inglaterra, que estuvo entre los países más afectados por las olas del xovid y vuelve a estarlo ahora en el nuevo pico de mortalidad.
La pregunta es la misma en todos los lugares afectados: ¿por qué sigue habiendo tantas muertes? Y la respuesta es compleja. «Normalmente, situaciones de exceso de mortalidad no hay un único factor», ilustra Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. «Yo creo que los tres ejes en los que se asienta el exceso de mortalidad son el covid, las temperaturas y los problemas de asistencia sanitaria».
Son tres causas que no se excluyen unas a otras. Todo lo contrario: interactúan. El frío o calor extremos nos impactan más si una infección nos ha dejado más débiles, y más aún si la pandemia ha provocado retrasos en diagnósticos y tratamientos. El covid, además, está presente como factor subyacente o secundario en numerosas defunciones. Eso significa que la infección por SARS-CoV-2, al igual que el calor o frío extremos, complica otras enfermedades, aunque no provoque directamente la muerte.
A su vez, el sistema sanitario ha quedado tocado en muchas zonas de España y Europa. «Una de las cosas que pasa en muchas comunidades, no en todas, es que en Atención Primaria pasan días desde que pides cita hasta que te la dan», lamenta March. «En muchos centros de salud, no en todos, te atienden en cinco días, en una semana, en 10 días… En estos casos, al no atender al instante se puede generar una situación más complicada de la que es».
El exceso de mortalidad se concentra «sobre todo en personas mayores», lo que apunta a factores como «frío, covid, gripe…», enumera Joan Caylà, portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología y presidente de la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis. «El covid puede tener influencia directa o indirecta», subraya, si bien aún queda mucho por aprender sobre sus secuelas a largo plazo. Por último, los pacientes de enfermedades crónicas todavía notan el impacto de los «retrasos» que provocó la pandemia, lo que también les deja más expuestos ante posibles infecciones.
El exceso de mortalidad es una estimación estadística de los decesos que se han producido en comparación con los que habrían sido esperables, según la media de los años previos al covid. El dato es importante porque, al margen de las personas que nos han dejado, es un indicador del estado de una sociedad. Por cada persona que fallece por cualquier causa, muchas otras son ingresadas, arrastran secuelas o pierden calidad de vida. Y ni los tratamientos ni las bajas laborales salen gratis. Si la mortalidad sube, todo va peor.
febrero 19/ 2023 (Diario Médico)