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Un estudio ha ampliado la evidencia de que unos niveles elevados de cortisol, u «hormona del estrés», podrían afectar la estructura y la función del cerebro, incluso años antes de que surja cualquier problema obvio en la memoria.
La investigación se basa en datos de más de 2200 adultos estadounidenses (46,8 % hombres) con una edad media de 48,5 años, que participaron en un estudio a largo plazo sobre la salud. Al inicio, se midió una vez su nivel de cortisol por la mañana y se sometieron a pruebas estándares de memoria y capacidades cognitivas; años más tarde, la mayoría de participantes se sometieron a una resonancia magnética cerebral.
Los investigadores dividieron a los participantes en grupos con un nivel bajo, medio (en el rango normal: 10,8-15,8 μg/dL) y alto de cortisol. En general, las personas con unos niveles más elevados de cortisol puntuaron un poco más bajo en algunas pruebas de memoria, atención y pensamiento.
En la neuroimagen, también tendían a mostrar un volumen ligeramente reducido en ciertas áreas del cerebro, en comparación con los participantes que tenían niveles medios de cortisol. Algunas de las diferencias cerebrales se observaron en partes de la sustancia blanca, que es importante para el procesamiento de la información
Esos patrones se siguieron observando cuando los investigadores excluyeron a las personas que habían sido diagnosticadas de depresión mayor, que puede afectar tanto a los niveles de cortisol como a la agudeza mental.
Los investigadores apuntaron que una de las principales limitaciones del estudio es que la medida del cortisol se tomó una sola vez, lo que quizá no refleje exposiciones crónicas a la hormona. El estudio se publica en Neurology