oct
24
Los alimentos después de ser ingeridos deben recorrer un largo viaje por medio de un supertúnel que inicia en la boca.
En la boca, gracias a los dientes, lengua y glándulas salivales, los alimentos son triturados y mezclados para formar una pasta llamada bolo alimenticio. De esta manera, los alimentos pueden continuar su tránsito a través de las diferentes secciones del tubo o tracto digestivo.
Después de la boca se encuentran la faringe y la laringe. En la laringe hay un cartílago denominado epiglotis que sirve para tapar el paso de los alimentos hacia las vías respiratorias y, en cambio, los envía hacia el esófago.
Esta estructura es el cruce de caminos entre el sistema respiratorio y el digestivo. En los mamíferos es una pieza de alta importancia anatómica debido interrumpe la intercomunicación de ambos sistemas.
La faringe es única en los mamíferos, ya que son el único grupo que puede comer y respirar al mismo tiempo, acción que no sucede en el resto de los vertebrados. Por ejemplo, nosotros podemos comer y platicar, o comer y caminar. El poder realizar estas dos actividades al mismo tiempo es necesario por la gran cantidad de alimento que los mamíferos necesitamos ingerir debido a que tenemos un metabolismo alto, también es útil para poder aprovechar alimentos poco nutritivos como los pastos.
Seguido a la faringe está el esófago, se ubica detrás de la tráquea y atraviesa el diafragma, por lo que penetra en la región abdominal. El esófago se conecta con el estómago en un orificio llamado cardias. El esófago está revestido por mucosa, que protege al epitelio plano estratificado, además ayuda a que el bolo alimenticio pase. En esta sección del tracto digestivo no se realiza ninguna función específica, es en pocas palabras una estructura de paso.
El estómago es la estructura estrella de la digestión. Seguramente has escuchado que algunos herbívoros rumiantes como los venados, vacas, chivos y búfalos, entre otros, tienen cuatro estómagos. No es así, al igual que como sucede con varias estructuras, el estómago puede ser diferente entre las especies debido a su dieta.
El estómago de los rumiantes está dividido en cuatro cavidades. Primero el alimento pasa por las dos primeras cavidades, el rumen y el retículo o panal, que es donde comienza la digestión.
En estas cavidades el alimento se fermenta gracias a los microorganismos que habitan en estas estructuras del estómago. Durante este proceso de fermentación se desprenden ácidos lipídicos volátiles, dióxido de carbono y metano.
El proceso de fermentación ayuda a la digestión “suavizando” las estructuras vegetales. La pasta fermentada es regurgitada a la boca y es re-masticado para poder hacer una mejor molienda de los componentes de las plantas.
Después el bolo alimenticio se vuelve a tragar, esta vez llegando hasta la tercera cavidad, conocida como omaso. En la tercera cavidad, con ayuda de líquidos y minerales esenciales, se absorben algunas partículas y llegan al torrente sanguíneo.
El resto de los sólidos finalmente llegan a la cuarta cavidad, el abomaso, donde se almacena para ser digerido posteriormente. Gracias a estas cuatro cavidades, los rumiantes pueden degradar fibras complejas y producir nutrientes.
No todos los herbívoros tienen un estómago con cuatro cavidades, un caso ejemplar es el del panda gigante, aunque pertenece al grupo de los carnívoros, es un herbívoro especialista que solamente come una especie de bambú. Al no tener un estómago con cuatro cavidades, sino uno como el de todos los demás mamíferos, no pueden realizar el proceso de fermentación microbiana, por lo que no pueden fraccionar correctamente la celulosa y los carbohidratos estructurales contenidos en las paredes de las plantas. Es por ello que el panda solamente digiere el 17 % del alimento, en comparación del 60 % de un rumiante. Las liebres y los conejos han adaptado sus hábitos alimenticios, para solucionar este mismo problema, ellos ingieren sus heces, por lo que parcialmente se alimentan de alimento previamente digerido, pero con contenido alimenticio por su deficiente sistema de digestión.
El estómago varía en tamaño, es proporcional a la especie y depende del tipo de alimento que se consuma. De manera que las especies carnívoras tienen estómagos y sistemas digestivos más cortos, mientras que los herbívoros los tienen más grandes y largos. Esto se debe a que aporta más nutrientes y es más fácil de digerir la carne que las plantas.
El estómago tiene un revestimiento de epitelio cilíndrico simple, contiene glándulas gástricas que secretan jugos gástricos compuestos por ácido clorhídrico, moco y enzimas digestivas. La capa serosa es parte del peritoneo y las capas anterior y posterior se juntan en la curvatura menor para conformar una membrana que llega hasta el hígado y se le denomina epiplón menor. En la curvatura mayor se forma otra membrana, llamada epiplón mayor, que cuelga frente a los intestinos.
Las enzimas digestivas juegan un papel muy importante. Tienen funciones específicas, algunas de ellas son la pepsina, la renina y la lipasa gástrica. Algunas especies poseen enzimas especiales que les ayudan a comer ciertos tipos de alimentos, como es el caso del lémur dorado, que come una especie de bambú que contiene cianuro, el cual para otros organismos podría ser fatal, pero no para el lémur dorado, que posee enzimas que ayudan a sintetizar este cianuro.
Una vez que el bolo alimenticio ha pasado por el estómago, sus jugos gástricos y sus enzimas, se transforma en un líquido viscoso llamado quimo, que es el que continúa al intestino delgado, donde todos los nutrientes serán adsorbidos.
Autores:
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Email beu_ribetzin@hotmail.com (AGM-G), sticul@cibnor.mx (STA-C).