Un estudio concluye que 0,55, como resultado de dividir la medida de la cintura por la altura, es el punto de corte más preciso en los menores.

niño cintura obesidadEl punto de corte 0,55, como resultado de dividir la medida de la cintura por la altura, es el que mejor indica qué niño de entre 5 y 11 años tiene riesgo cardio metabólico y, por tanto, más probabilidades de tener colesterol, azúcar o presión arterial elevados en un futuro. Según el estudio de un grupo de científicas de la Unidad de Investigación en Pediatría, Nutrición y Desarrollo Humano de la Universidad Rovira i Virgili y en Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili de Tarragona (IISPV-CERCA).

Publicado en la revista científica Clinical Nutrition

La grasa abdominal es un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares o metabólicas y se ha visto que con las medidas convencionales hay un porcentaje de niños y adolescentes afectados que no son detectados. Incorporar la circunferencia de la cintura como una medida más dentro de la práctica clínica rutinaria, una acción fácilmente aplicable y sin costo adicional que lleva solo unos minutos, permitiría tener un mayor control de la población pediátrica de riesgo que actualmente pasa desapercibida y poder prevenir futuros eventos cardio metabólicos en edades tempranas o más adultas.

Judit Muñoz Hernando y Natàlia Ferré Pallas, investigadoras del IISPV-CERCA, informan a este diario de que el índice de masa corporal (IMC) es un indicador muy simple que relaciona el peso con la altura y permite identificar el sobrepeso y la obesidad en adultos y en población infantil aplicando unas tablas específicas por sexo y edad. Se sabe que la obesidad abdominal o central predice el riesgo cardio metabólico, por eso la recomendación que hace la comunidad científica es que la cintura de una persona no debe medir más de la mitad de la altura que tenga. Hay quien extrapola este parámetro también a los niños, pero el hecho de estar en crecimiento constante comporta que este no siempre sea un indicador fiable, ya que, entre otros aspectos, un IMC elevado no necesariamente debe tener relación con la obesidad o la grasa abdominal.

Las investigadoras analizaron los datos de más de 500 niños incluidos en el estudio CHOP (Childhood Obesity Project) nacidos entre los años 2002 y 2004 en España, Polonia, Alemania, Bélgica e Italia. Se les hizo un seguimiento a los 5, 8 y 11 años en los que se compararon el IMC y la variable cintura/talla con distintos puntos de corte que podrían ser útiles para determinar el riesgo cardiovascular en la niñez. Después de seguir la evolución de estos niños, los resultados de la investigación, que sirvieron para reducir el contenido proteico en las leches de fórmula artificial para bebés en la Unión Europea, determinaron que el punto de corte 0,55 -como resultado de dividir el tamaño de la cintura por la altura- era el mejor indicador en estos casos. Esa evidencia es la que debe de servir para realizar al menor una analítica de sangre y una medida de la tensión arterial que luego permitan al pediatra diagnosticar una alteración que suponga riesgo cardio metabólico y, por ello, recomendar al paciente dieta y ejercicio físico y hacerle seguimiento basándose en la condición detectada.

“Esto nos permite demostrar que un niño con un IMC que le sitúa en un peso normal, pero que tiene un índice cintura/talla superior o igual a  0,55, sí puede tener riesgo cardio metabólico”, explica Judit Muñoz-Hernando, investigadora involucrada en el estudio.

Muñoz-Hernando defiende incorporar al protocolo de las revisiones pediátricas el control del índice del perímetro de la cintura/talla, ya que “la grasa localizada en la zona abdominal está más asociada con riesgo cardiovascular”. El hecho de que el IMC se calcule con peso comporta que no se sepa dónde está localizada la grasa y, por tanto, sea un parámetro menos preciso.

Seguimiento más riguroso

En la actualidad, cuando en la consulta pediátrica se hace el seguimiento de un niño o niña sanos, se toman diferentes medidas como la talla o el peso y se les hacen preguntas estandarizadas sobre la alimentación. Con el dato sobre la cintura se puede realizar un seguimiento más riguroso, a su juicio, ya que, si sale alterado, se puede controlar al paciente de manera más exhaustiva con pruebas complementarias, como la medida de la presión arterial o el control de parámetros cardiovasculares a través de analíticas de sangre. “Los resultados de nuestro estudio respaldan el conocido mensaje ‘Mantenga su cintura a menos de la mitad de su altura’, propuesto por varios autores para niños y adolescentes”, declara Muñoz-Hernando.

Indican las dos investigadoras que es habitual ver a niños con dislipemia, hipertensión y resistencia a la insulina. Y algo que se tendría que evitar más si cabe: hígado graso.

Las autoras recomiendan incorporar la medida de la cintura a las revisiones rutinarias en los niños. Este estudio ha sido objeto de la tesis doctoral de Muñoz Hernando, que la está imprimiendo estos días y la defenderá en octubre de este año.

Un estudio previo

En 2014, otro trabajo liderado por investigadores del IMIM (Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas) de Barcelona, con la colaboración de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y publicado en la revista Plos One, ya concluyó que incorporar la medida de la circunferencia de la cintura en la práctica clínica, junto con las medidas tradicionales de peso y altura, permitiría detectar más fácilmente los niños y adolescentes con riesgo cardiometabólico.

El estudio fue el primero que se realizó en toda España sobre obesidad abdominal en niños y adolescentes. En este caso, los investigadores analizaron los datos de 1 521 niños y adolescentes españoles de entre 6 y 17 años que habían participado en el Estudio ENKID sobre nutrición y hábitos alimentarios y midieron la proporción de obesidad abdominal tanto en aquellos que tenían un peso normal como en los que tenían sobrepeso.

El estudio del grupo del IISPV-CERCA confirma estos resultados previos y revela cuál sería el mejor punto de corte para determinar el riesgo, que parece ser el de 0.55.

Joan Sánchez de Toledo, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Materno Infantil de Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat, en Barcelona, indica, por su parte, que la obesidad en menores se ha definido tradicionalmente en relación con el IMC, que permite establecer desviaciones del estándar; si está por encima de 2 desviaciones, se considera que hay obesidad. A su juicio, es cierto que es más fácil medir la cintura en relación con la altura, pero falta más evidencia al respecto.

En relación con la obesidad infantil y juvenil, informa de que los hábitos maternos en el embarazo ya condicionan cambios en el feto que le predisponen, lo que se llama programación fetal. Bebés de mujeres con diabetes, preeclampsia o hipertensión muestran un metabolismo más lento y, expuestos a la vida normal, tienen un riesgo cardiovascular más elevado. En estos se debe actuar con seguimiento más transversal (sobre la embarazada y luego con el neonato).

La lactancia es otro momento importante, apunta el experto, igualmente asociada a factores de riesgo cardiovascular (leches de fórmula). Y lo mismo pasa en el momento de introducir la leche de vaca, que tienen mucha grasa, en la alimentación del bebé.

Destaca asimismo la importancia de la prevención primaria; en concreto, tener en cuenta el estilo de vida -alimentación y ejercicio- y los factores de riesgo individuales (antecedentes familiares de dislipemia…), para hacer recomendaciones y seguimiento del menor.

Lamenta este experto que la salud pública y la atención primaria no reciban la atención debida por parte de las administraciones, lo que se traduce en una presión asistencial tan alta que impide hacer prevención primaria. Y recuerda que la obesidad infantil afecta especialmente a población inmigrada y con menos recursos, que tiene más accesible alimentación poco nutritiva y muy calórica.

Transformar estilos de vida

Institutos públicos de la provincia de Tarragona participan en un proyecto de investigación europeo para transformar los estilos de vida de adolescentes. El proyecto, titulado Science Engagement to Empower en DolescentS (SEEDS), lo llevan a cabo investigadores del IISPV-CERCA y de la URV, como el de la medida de la cintura de los menores, y tiene como objetivos reducir el tiempo que los jóvenes pasan delante de las pantallas y contribuir a que adquieran hábitos más saludables en lo que respecta a la actividad física y a la alimentación. El proyecto está financiado por el programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea. En la iniciativa también han participado jóvenes de institutos de Grecia, Países Bajos y Reino Unido.

agosto 23/2022 (Diario Médico)

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