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Junto a Karikó y Felgner, ha explicado recientemente en rueda de prensa sus investigaciones para el desarrollo de vacunas frente a la COVID-19. Con otros cuatro investigadores han ganado el Premio Princesa de Asturias de Investigación.
Los investigadores cuyos trabajos han sido fundamentales para el desarrollo de las vacunas frente a la COVID-19 y que ya están en Oviedo para recoger el viernes el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica han destacado las enormes posibilidades de los procedimientos basados en ARN mensajero, sobre todo, en el caso de las vacunas por su rapidez, potencia y seguridad. “Cuando tuvimos la secuencia del virus en unas horas conseguimos empezar a generar el ARNm”. Y han sido claros al señalar que “si la vacuna no llega a todo el mundo no controlaremos la pandemia”.
Así lo ha señalado en Oviedo Drew Weissman, inmunólogo, que trabaja en la Universidad de Pensilvania junto a otra de las galardonadas Katalin Karikó, bioquímica, pionera en el estudio de las posibilidades terapéuticas de esta molécula y considerada la madre de este tipo de vacunas. Ambos llevan décadas trabajando en vacunas basadas en ARNm y vieron que esta molécula provocaba fuertes reacciones inflamatorias porque el sistema inmunitario la detectaba como intrusa.
La accesibilidad de la vacuna no es un problema de fabricación sino de factores políticos
Weissman destacó la rapidez con la que permiten avanzar las investigaciones basadas en ARNm frente a las estrategias que trabajan con virus inactivados. “El ADN codifica todas las proteínas que forman la vida y para ese proceso las células realizan una copia del ADN utilizando el ARNm que es leído por una especie de máquina que es el ribosoma, de modo que se produce la proteína a partir del mismo código”. Las vacunas que utilizan esta tecnología se basan en que el cuerpo reconoce esa proteína como ajena y así se genera la respuesta inmunitaria.
La principal ventaja de este procedimiento, según ha señalado Weissman, es la velocidad frente al mayor tiempo de investigación que necesitan las estrategias basadas en virus inactivados, “que requieren aislar el virus, cultivarlo y aprender a inactivarlo”.
“Con ARN solo necesitamos la secuencia y saber la proteína que nos interesa. Con coronavirus llevábamos mucho tiempo trabajando por eso este segundo aspecto ya lo sabíamos y en cuanto tuvimos la secuencia nos llevó unas pocas horas empezar a generar el ARN, de ahí la rápida velocidad de producción, ha explicado Weissman.
Protección potente y seguridad
Otras de las ventajas destacadas por este investigador han sido “la protección muy potente y la seguridad, con más de mil millones de personas vacunadas y ningún efecto adverso grave”.
En la misma línea se pronunció Katalin Karikó quien explicó que con las vacunas de ARN se utiliza la misma configuración de laboratorio para cualquier secuencia de codificación y cualquier vacuna, de ahí la rapidez, “algo muy importante en momentos de pandemia”.
Si la vacuna no llega a todo el mundo no se controlará la pandemia
Con respecto a la administración de una tercera dosis y las dificultades de aún muchos países para administrar la primera vacuna Weissman ha explicado que “llevamos muchos trabajando por la igualdad en el acceso a las vacunas, desde mucho antes de la pandemia por COVID-19”, y ha sido claro al decir que “hasta que no consigamos que todo el mundo se vacune no acabaremos por controlar la infección”.
Según sus palabras la tercera dosis es precisa para conseguir la inmunidad necesaria frente a la infección “pero si el resto del mundo no pone en marcha el programa de vacunación no controlaremos la epidemia”.
Factores políticos, no problemas de producción
Por su parte Philip Felgner, inmunólogo de la Universidad de California, ha sido claro y contundente al señalar que los problemas en la accesibilidad a las vacunas frente al coronavirus no están relacionados con la fabricación del producto sino “con factores políticos”.
Karikó respaldó sus palabras y matizó que, aunque la fabricación inicial llevó un tiempo y por eso en primera instancia no había tantas vacunas disponibles como era deseable, “ahora ya se ha cogido el ritmo y cada vez habrá más”.
Posibilidades infinitas del ARNm
Sobre la utilidad de las técnicas basadas en ARNm esta experta señaló que son “ilimitadas”. Entre ellas citó los ensayos que se están ya llevando a cabo para codificar una proteína que genera nuevos vasos sanguíneos cuando se inyecta en el corazón, así como las investigaciones con distintas citoquinas en tratamientos oncológicos.
Más rápido, mejor y más económico
Felgner ha explicado que la denominación que se le dan a estas nuevas estrategias es el de tecnología disruptiva, pero lo que hace es permitirnos trabajar “más rápido, mejor y de una forma más económica” y comparó la situación a la vivida hace unos años con los anticuerpos monoclonales.
Respecto a la técnica de microarrays en la que es experto, Felgner señaló que se utilizan para medir la respuesta de anticuerpos relacionados con infecciones o vacunas. “Cuando llegó este coronavirus teníamos una micromatriz que medía ya 88 virus respiratorios a la vez”. Los resultados de los ensayos para conseguir la inmunidad colectiva fueron sorprendentes, “impresionantes. No lo podíamos creer y tuvimos que esperar a una segunda fase del análisis para estar convencidos de que era verdad, que funcionaba y eso es lo que ahora nos ha traído hasta aquí”.
Felgner, Karikó y Weissman recogerán próximamente en Asturias el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, junto a Uğur Şahin, Özlem Türeci, Derrick Rossi y Sarah Gilbert, por su contribución de forma independiente a las vacunas conseguidas hasta la fecha.
0ctubre 19/2021 (Diario Médico)