Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en Estados Unidos, han descubierto qué hace que los vasos sanguíneos sean permeables, lo que abre nuevas vías de estudio para el tratamiento contra la sepsis, según publican en la revista Science Signaling.

La sepsis se produce cuando el cuerpo se esfuerza tanto en combatir una infección que el sistema inmunitario sobre activado daña los propios tejidos del paciente como daño colateral. Como resultado, los vasos sanguíneos pueden presentar fugas y los órganos principales no pueden recibir el oxígeno y los nutrientes que necesitan para mantener la vida.

Esta enfermedad es una de las principales razones por las que los pacientes, incluidos muchos con COVID-19, acaban en la unidad de cuidados intensivos. La afección es notoriamente difícil de tratar y no existen medicamentos que ayuden a estabilizar la barrera celular que recubre los vasos sanguíneos.

Los investigadores estaban trabajando para comprender mejor cómo el cuerpo controla la permeabilidad de los vasos sanguíneos y cómo podrían intervenir para restaurar la integridad de los vasos sanguíneos durante la sepsis, los traumatismos u otras afecciones. Y han descubierto que una proteína denominada HSP27 interviene en la regulación de la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Para ayudar a romper o construir la barrera de los vasos sanguíneos, las células añaden y eliminan etiquetas químicas en la HSP27.

Así, el estudio proporciona nuevas dianas potenciales para el desarrollo de fármacos que refuercen las barreras de los vasos sanguíneos, evitando la pérdida de líquidos.

«Esta nueva información nos ayudará a centrarnos en la causa principal de las fugas en los vasos sanguíneos, en lugar de adoptar un enfoque general que puede tener muchos efectos no deseados», asegura la autora principal JoAnn Trejo, profesora de farmacología y vicerrectora adjunta de la Oficina de Asuntos de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina de la UC San Diego.

Las barreras de los vasos sanguíneos deben ser dinámicas, lo suficientemente permeables como para permitir que las células inmunitarias se escurran para llegar al lugar de una infección, por ejemplo, pero no tan permeables como para que la situación ponga en peligro la vida. Según Trejo, la HSP27 se une a proteínas que ayudan a formar el «esqueleto» de la célula.

El equipo sospecha que esa es la razón por la que la HSP27 puede afectar a la permeabilidad de los vasos sanguíneos: fortificando el esqueleto de las células que mantienen la barrera.

Trejo lleva mucho tiempo estudiando los receptores acoplados a proteínas G (GPCR), proteínas que se encuentran en las membranas celulares de todo el cuerpo y que actúan como transductores de señales, permitiendo a las células responder a sus entornos externos. Los GPCR desempeñan un papel crucial en la mayoría de las funciones biológicas. Aproximadamente un tercio de todos los fármacos terapéuticos del mercado funcionan porque influyen en las señales de los GPCR.

En su último estudio, el equipo descubrió que durante la inflamación, los GPCRs indican a unas enzimas llamadas quinasas que añadan etiquetas químicas (fosfatos) a la HSP27. Las etiquetas perturban la estructura de la HSP27 de forma que se alteran las barreras de los vasos sanguíneos. Cuando la HSP27 se recompone, las barreras se recuperan. Los investigadores validaron sus estudios de laboratorio en ratones, donde descubrieron que la inhibición de la HSP27 aumenta las fugas de los vasos sanguíneos.

Uno de los retos que plantea el tratamiento de las enfermedades con GPCRs es el hecho de que la mayoría de ellos actúan como reguladores maestros, influyendo en varias funciones celulares diferentes. La inhibición de un GPCR puede tener muchas consecuencias no deseadas. El equipo de Trejo espera poder desarrollar fármacos estabilizadores de la barrera de los vasos sanguíneos más precisos y con menos efectos secundarios negativos centrándose en los objetivos individuales sobre los que actúa, como la HSP27, y no en el GPCR maestro.

«Se ha hecho evidente que se pueden desarrollar diferentes moléculas que se unan a los receptores y los «sesguen», es decir, que los hagan señalar de manera muy específica a algunas vías, pero no a otras, apunta Trejo. Es lo que llamamos agonismo sesgado, y supone una gran ventaja para el desarrollo de fármacos. Significa que podemos desarrollar no solo un interruptor de encendido/apagado, sino un fármaco que puede apagar un receptor u ocho tipos diferentes de encendido. Queremos ser capaces de ajustar qué vías están activadas y no tocar otras».

El equipo tiene previsto explorar otras vías de señalización celular que ayuden a los vasos sanguíneos a crear resistencia a las lesiones y la inflamación.

septiembre 06/2021 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

septiembre 6, 2021 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Enfermedades infecciosas, Farmacología | Etiquetas: , , , , |

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