Describen una estrategia terapéutica que podría salvar vidas en las infrecuentes pero graves trombosis inducidas por la vacuna de COVID-19. La trombosis es una de las principales complicaciones en COVID-19.

El 'cóctel' farmacológico que evita la trombosis inducida por la vacuna COVIDLa estrategia terapéutica consistente en una administración precoz de anticoagulantes sin heparina, inmunoglobulinas en dosis altas y prednisolona podría ser un tratamiento eficaz de las trombosis graves asociadas a la inmunización contra el SARS-CoV-2.

La estrategia parte también, y de forma esencial, en un diagnóstico certero e inmediato.

El cuadro que los médicos han denominado VITT (siglas inglesas de trombocitopenia trombótica inducida por vacunas) es un síndrome muy raro, pero potencialmente letal, que aparece en ciertas personas tras recibir la vacuna contra la COVID-19.

La VITT implica trombosis en zonas inusuales del cuerpo, asociada con un recuento bajo de plaquetas y un trastorno de la coagulación.

La hipótesis más extendida es que la VITT está causada por una respuesta inmune defectuosa, por la cual se producen anticuerpos que activan los trombocitos, lo que resulta en trombocitopenia y trombosis. La tasa de mortalidad en VITT es alta (40-50 %) y el síndrome requiere de un tratamiento inmediato y adecuado. Sin embargo, las recomendaciones actuales son solo empíricas y se basan en datos in vitro.

Un caso de éxito

Especialistas del Departamento de Medicina I de MedUni Vienna y de la División de Hematología y Hemostasia del Hospital General de Viena han tratado con éxito un caso agudo de este síndrome. El caso se describe en el Journal of Thrombosis and Haemostasis.

“Nuestro caso es el primero que sugiere que la anticoagulación temprana sin heparina junto con la administración temprana de dosis altas de IgIV puede interrumpir el proceso protrombótico en pacientes con sospecha de VITT y puede salvarles la vida”, escriben estos investigadores.

Bajo la coordinación del hematólogo Paul Knöbl, los médicos trataron a una mujer de 62 años que acudió a urgencias nueve días después de haber recibido la vacuna de AstraZeneca-Oxford. Le alarmó la aparición de un hematoma en el tobillo, que no asociaba a ningún golpe, y el hecho de que le sangraran las encías, algo anómalo en ella.

En el ingreso, presentaba un recuento bajo de plaquetas y niveles bajos de fibrinógeno. “Aparte de eso, sus valores de dímero D, que indican trombosis, eran muy altos y un ensayo ELISA produjo un resultado positivo para los anticuerpos heparina-PF4, todos signos de trombosis incipiente», constata Knöbl.

Los médicos actuaron rápidamente, y la paciente respondió de inmediato al tratamiento con dosis alta de concentrados de inmunoglobulina intravenosa, cortisona y anticoagulantes específicos, de modo que se evitó la trombosis.

Una pauta que puede servir a más pacientes

Los concentrados de inmunoglobulina contienen anticuerpos que pueden bloquear la respuesta inmune mal dirigida. Las preparaciones habituales de heparina no deben utilizarse para prevenir la coagulación, ya que pueden desencadenar una trombosis o agravarla, destacan estos médicos.

«Esta experiencia podría ser de gran ayuda para tratar a otros pacientes con afecciones similares», afirma el Knöbl.

El caso hace hincapié en el diagnóstico oportuno y en el inicio inmediato del tratamiento para prevenir una trombosis potencialmente mortal, además de apoyar las recomendaciones de tratamiento actuales.

Las recomendaciones de FACME

En concreto, la Federación Española de Asociaciones Médicas y Científicas (FACME) sobre el tratamiento de la VITT recomienda “administrar inmunoglobulina humana inespecífica intravenosa o realizar plasmaféresis en su defecto, evitar el uso de heparina, empleando como anticoagulantes argatroban, bivalirudina, fondaparinux, rivaroxaban o apixaban, y evitar la transfusión de plaquetas”.

Así lo enuncian recientemente en Neurología, donde concluyen que las vacunas de vectores adenovirales no replicantes pueden asociarse con trombosis del seno venoso cerebral con trombocitopenia; “es importante tratar el fenómeno disinmune y la trombosis del seno venoso cerebral”.

Como caso sospechoso consideran” aquellas trombosis venosas cerebrales ocurridas entre 3 y 21 días tras la administración de vacunas no replicantes de adenovirus que presenten un valor de plaquetas inferior a 150 000 plaquetas por μL o un descenso del 50 % respecto de la cifra previa. Los datos sugestivos de trombocitopenia trombótica inducida por la vacunación incluyen la presencia de anticuerpos anti-factor plaquetario tipo 4, la elevación de dímero-D cuatro veces por encima del límite superior de la normalidad o la ausencia de justificación de la trombosis”.

En este serial de misterio que nos tiene en vilo desde hace más de un año, una de las grandes incógnitas es por qué algunas personas vacunadas frente a la COVID presentan un cuadro de VITT, término acuñado en The New England Journal of Medicine, por dos grupos de médicos en Austria y Noruega. Los casos se han descrito tras recibir la vacuna de Oxford-AstraZeneca y la de Janssen, ambas basadas en vectores adenovirales, pero no con otras inmunizaciones que utilizan esta tecnología, como la Sputnik V, desarrollada en Rusia por el Instituto Gamaleya, o la de la empresa china CanSino Biologics.

Entre las hipótesis que se investigan, Andreas Greinacher, el hematólogo de la Universidad de Greisfwald implicado desde el inicio en la identificación del VITT, ha propuesto recientemente, junto a otros colegas, que podría tener algún papel un componente vacunal, el ácido etilendiaminotetraacético (EDTA).

El EDTA aumentó en modelo de ratón la fuga microvascular lo que podría favorecer el desencadenamiento de la VITT, según exponen estos investigadores en su estudio, aún pendiente de la revisión de pares.  “Los componentes de la vacuna ChAdOx1 nCoV-19 forman complejos antigénicos con PF4 [el factor plaquetario 4 con el que parece interactuar la vacuna formando anticuerpos que generan una disminución del número de plaquetas], el EDTA aumenta la permeabilidad microvascular y los componentes de la vacuna causan reacciones inflamatorias agudas”, escriben. “La formación de antígenos en un medio proinflamatorio ofrece una explicación para la producción de anticuerpos anti-PF4. Los anticuerpos anti-PF4 de alto título activan las plaquetas e inducen la activación de neutrófilos y la formación de NET, lo que alimenta la respuesta protrombótica de VITT”.

Hipótesis no compartida

No obstante, estas conclusiones son solo hipótesis, y no toda la comunidad científica las comparte, al margen de que no explicaría los casos de VITT que se han vinculado con la vacuna de Janssen, que no cuenta entre sus componentes con EDTA. “El adenovirus tiene un historial notorio de ser un virus estimulante particularmente inflamatorio”, dice a Science Mortimer Poncz, jefe de Hematología en el Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP). «Creo que si la EDTA está involucrada es la parte más suave de toda la historia».

Para otros, en cambio, la causa podría estar en la proteína Spike del coronavirus. Rolf Marschalek, biólogo molecular de la Universidad Goethe de Frankfurt, apunta también en Science, como posible mecanismo la unión de la proteína coronavírica que producirían las células de la persona vacunada con la cascada de los anticuerpos frente a la proteína PF4 descrita por Greifswald.

mayo 2572021 (Diario Médico)

 

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