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Los profesionales sanitarios están viendo cómo algunos de sus compañeros que sufrían la COVID persistente ven que, tras inocularse las dos dosis de las vacunas frente a la COVID, «se reducen los síntomas de una manera muy drástica«. Así lo explica Lorenzo Armenteros, portavoz y miembro de la Junta Directiva de Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
De momento en España han podido comprobar ese efecto en sus compañeros, ya que son de los pocos grupos con personas de media edad que están totalmente inmunizados. Pero van llegando noticias de otros países que lo confirman. «Es gente con un cierto nivel de influencia mediática», explica Armenteros, que asegura que «la conclusión es que ganas mucho más poniéndotela que no poniéndotela».
«Incluso en algunos ellos, en los que al inocularse una de las dosis sufren un incremento de la sintomatología, al poco tiempo se produce una mejoría. Hay que ver qué ocurre dentro de 40 o 60 días, si es una mejoría permanente o aparente», señala. Por el momento, están viendo que ciertas personas que llevaban de baja desde su infección de SARS-CoV-2, han vuelto a trabajar.
Todavía no está claro qué es lo que ocurre realmente, aunque Armenteros señala que hay diferencias teorías. Por ejemplo, que la vacuna estimula la inmunidad celular o la inmunidad natural. «Los datos que hay en España, incluso en Estados Unidos, eran de Moderna y de Pfizer, que son a través del ARN. Pero se está viendo que esto también ocurre con la de AstraZeneca», afirma.
Ni se conoce la fisiopatología ni cómo funciona, «pero los datos que hay, aunque solo sean las experiencias personales, son positivos». Para tener más, la SEMG está a punto de lanzar una encuesta para conocer los cambios que se producen a raíz de la vacuna.
De confirmarse los cambios que han estado viendo, «la vacuna, en lugar de ser profiláctica, podría ser curativa». Y eso, a su vez, «podría dar un vuelco a que cierta población de la COVID persistente, en la que se comprueba la mejoría, se cambiara el criterio y el orden para vacunarlos», añade Armenteros. Sobre todo, porque la edad media de estas personas con COVID persistente es de 43 años, por lo que tendrían que esperar meses a que les llegase su turno.
marzo 12/2021 (Redacción Médica)