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Con más de dos millones de casos diagnosticados, alrededor de 70 mil decesos, una economía devastada y severas afectaciones sociales por la COVID-19, concluyó Italia el año más largo y azaroso en siete décadas de historia republicana.
Tras semanas o meses de sigiloso andar por territorios del norte de la península, el virus SARS-CoV-2 logró infectar a un número suficiente de personas para abalanzarse con furia sobre esos territorios a partir de los dos primeros brotes detectados en las regiones de Lombardía y Véneto.
Temor y desconcierto provocó la emergencia sanitaria en las primeras semanas sobre una población sometida a un confinamiento general a partir del nueve de marzo, mientras en las semanas sucesivas quedaron para la historia imágenes impactantes que recorrieron el mundo.
Una de ellas fue la fila de camiones del ejército transportando los restos de fallecidos desde la ciudad lombarda de Bérgamo hacia otros sitios fuera de la región con crematorios disponibles.
Otras fueron las de vecinos sometidos al aislamiento forzoso, quienes realizaron manifestaciones musicales espontáneas en azoteas, terrazas, balcones y ventanas, en lo que algunos interpretaron como una demostración de optimismo y otros como una manera de exorcizar el miedo.
Difícil será también olvidar al papa Francisco en un momento de oración y de bendición eucarística Urbi et Orbe (de la ciudad al mundo) en aquella noche lluviosa del 27 de marzo en una Plaza de San Pedro vacía, escena sin precedentes en la historia de la iglesia católica.
La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto las falsas y superfluas seguridades con las cuales construimos nuestras agendas, nuestros proyectos y nuestros hábitos y prioridades, afirmó el sumo pontífice.
Respuesta del sistema sanitario nacional
A pesar de las afectaciones sufridas por masivos recortes financieros, acompañados por cambios estructurales sometidos a discusión en estos tiempos de crisis, el sistema sanitario italiano resiste la embestida de la pandemia de la COVID-19.
Un total de 237 médicos y estomatólogos murieron luchando contra la epidemia en los 10 primeros meses, según datos de Fnomceo, la organización gremial que los agrupa.
Operadores sanitarios, técnicos de diferentes especialidades, voluntarios y personal de enfermería integran, entre otros, el esfuerzo organizado en la base por los gobiernos de las 20 regiones, encargados de garantizar la prestación de los servicios.
La coordinación, asignación de recursos y el control sobre el cumplimiento de políticas de alcance nacional está en manos del ejecutivo central representado por el Ministerio de la Salud, cuyo secretario general, Giuseppe Ruocco, dialogó con Prensa Latina sobre la gestión de la epidemia en este país.
Médico cirujano de 63 años de edad y especialista en Medicina Interna, Ruocco fue confirmado en el cargo en diciembre de 2019, tras desempeñar numerosas responsabilidades en la institución donde labora desde hace casi cuatro décadas.
El coloquio transcurrió en la sala de juntas del edificio donde radica la sede principal del ministerio, en la margen occidental del río Tíber a la altura de la isla Tiberina y muy cerca del puente Garibaldi.
A modo de introducción Ruocco recordó lo expresado en el artículo 32 de la Constitución de la República, aprobada en 1948, según el cual el cuidado de la salud es un «derecho fundamental del individuo» y a la vez «interés de la colectividad», con atención gratuita garantizada para «los indigentes».
Inspirado en esa visión y en los principios de universalidad, gratuidad y equidad se creó en 1978 el Sistema Sanitario Nacional (SSN) para dar a los ciudadanos «niveles esenciales de asistencia», palabra, advirtió, que hace pensar sólo en la atención médica, pero no es así, pues «también está toda la parte de prevención».
Ese es el espíritu -apuntó- con el cual nace en 1978 el SSN el cual, hasta ahora, «es la envidia de muchos, porque ofrece una marea de prestaciones, un número enorme de prestaciones».
Cada ciudadano contribuye a él según sus ingresos, de manera que «quien no tiene nada recibe de todas formas las prestaciones«, incluso las más costosas, puntualizó.
Asimismo, recordó que a través del SSN reciben también prestaciones de emergencia, asistencia de parto y garantías para los niños, los inmigrantes irregulares en lo que calificó como «un sistema muy querido, muy complejo y muy costoso».
En el aspecto económico es donde «comienza un problema, porque Italia ha tenido momentos de gran desarrollo, pero también de grandes dificultades», en los cuales una parte importante del gasto público iba a la salud y el recorte principal fue en ese sector, manifestó.
Un poco por necesidad y un poco porque tal vez alguno de los gobernantes en estos decenios -porque esto no es cuestión de los últimos años- no entendió bien que un gasto en el sector de la salud no es un gasto, sino una inversión, expresó.
Ahora, resaltó, esta situación nos la encontramos en el momento en el cual tuvimos que enfrentar algo enorme, llevo 37 años en el Ministerio de la Salud, ahora inicio el año 38, pero una cosa de esta naturaleza no la habíamos vivido nunca. Teóricamente sabíamos que podía ocurrir, pero no la habíamos vivido nunca.
Regionalización del servicio sanitario nacional
Al reflexionar sobre este aspecto, se refirió a la reforma del Título V de la Constitución en 2001, la cual reconoció autonomía legislativa de las regiones y abrió las puertas al proceso de otorgamiento de más facultades a esos territorios en sectores como la salud.
En su opinión, entregar a las regiones «muchas más competencias» no fue algo negativo «en general», porque más bien acercó la organización de los servicios de atención a los necesitados, a los lugares donde son erogados.
En ese sentido, citó el ejemplo de alguna región donde exista una incidencia mayor un tipo de patología, ante lo cual «las autoridades de ese territorio pueden invertir más en ese sector y tal vez no en otro» con lo cual «el sistema procura ser más elástico».
Sin embargo, reconoció que «como todo, tiene un lado negativo o de muchas complicaciones», porque se hace muy difícil tener un sistema homogéneo y garantizar los derechos de todos, aunque advirtió que para resolver esa dificultad existe la Conferencia Estado-Regiones, la cual se reúne al menos una vez al mes.
Ciertamente como decíamos, cada región ha organizado su propio servicio sanitario según las necesidades de sus ciudadanos y eso naturalmente puede ser ventajoso o desventajoso, manifestó.
Hoy, a la luz de esta experiencia tomamos en cuenta que más de un experto considera que puede ser que el modelo lombardo, basado en una altísima especialización concentrado mucho en las estructuras hospitalarias, puede crear algún problema para apoyar fuertemente, en su lugar, la salud territorial, argumentó.
En tal sentido, detalló que, en estos últimos años, la pesquisa en las regiones del norte de la península, de modo general, como en Lombardía, es mucho más practicada que en las del centro y el sur, por lo que consideró no es sólo un problema de sistemas sanitarios, sino también de cultura de la población.
Tenemos realidades muy diversas, zonas montañosas, zonas de mar, pequeñas islas por lo que la comparación no es una cosa simple, pero ciertamente esta crisis nos llevará a la reconsideración de los modelos construidos por las regiones en estos años, aseveró.
En estos momentos, dijo, no estaría en condiciones de decir si un sistema es mejor que otro, pero ciertamente se hará alguna valoración serena e integral cuando cese la emergencia.
¿Estaba Italia preparada para enfrentar la pandemia?
Ruocco reconoció que «probablemente» los recortes efectuados y, más que eso, «la no renovación de recursos que llegaron al límite, y menos inversión para la actualización del sistema, no facilitaron ciertamente la respuesta del país».
Sin embargo, insistió en que «se trataba, y se trata, de una situación muy excepcional, la cual puso de rodillas a todos los países».
¿Era previsible la segunda ola?
La experiencia histórica de otras epidemias, sobre todo la mayor vivida por Europa que fue la española, tienen más de una fase. Yo personalmente no me ilusioné con la idea de que en mayo todo había finalizado, ni tampoco nos hicimos ilusiones como país o ministerio.
Tanto es así que en los meses de abril y mayo fueron asignados fondos, se le pidió a las regiones mantener abierta la parte COVID-19, reforzar las áreas de reanimación, trabajar en previsión de una posible segunda ola.
¿Qué aprendió Italia de esta pandemia?
Aprendimos que sólo un diálogo claro, transparente, sin ocultamientos, entre las estructuras del país en varios niveles y entre todas las administraciones -porque no es sólo el Ministerio de Salud, es todo el gobierno nacional y todos los gobiernos regionales-, sólo un esfuerzo colegiado de todos puede ayudar.
Y cuando digo todo, digo las administraciones, el mundo productivo, ciudadanía, fuerzas sociales, tenemos un protocolo firmado con el movimiento sindical en cuya negociación participé junto con el ministro.
Para garantizar el diálogo tenemos una mesa de negociación con nuestros operadores sanitarios… el país debe mantenerse unido… debemos encontrar un punto de cohesión.
Esto debe servir no sólo para la emergencia, sino para otras cosas también. Por tanto, si hablamos de una enseñanza más allá de la parte sanitaria, me referiría a este parte de la cohesión de nuestro país.
El secretario general extendió ese enfoque al plano regional, teniendo en cuenta la pertenencia de Italia a la Unión Europea y añadió a las enseñanzas el empleo más frecuente e intenso de la tecnología digital para el trabajo y relación a distancia a través de «medios nuevos que reconocíamos», pero «no usábamos».
enero 09/2020 (Prensa Latina). Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.