ene
2
Estudio de investigadores de la Universidad de la República (Udelar) e Institut Pasteur de Montevideo realizado con base en el seguimiento de pacientes sintomáticos con la COVID-19
El docente investigador de la cátedra de Inmunobiología de la Facultad de Química, Gualberto González, uno de los integrantes del equipo que llevó adelante la investigación, indicó que el grupo que elaboró los tests serológicos es parte de este estudio en cierta forma, ya que para crear el test fue necesario generar una colección de sueros de pacientes que habían tenido la COVID -19.
La mayoría de estas muestras se tomaron en los meses de abril y mayo de 2020 y quince de esos pacientes fueron seguidos en el tiempo, para realizar esta investigación.
A los pacientes que se les tomó la primera muestra uno o dos meses después de la infección, se les extrajo una siguiente muestra cuando habían pasado tres o cuatro meses y la última luego de los seis meses; en esta se basan los datos recientes. El investigador indicó que en la actualidad no solo están estudiando si el valor de anticuerpos que tienen los pacientes seguidos está por encima o por debajo del límite de detección del test serológico, sino también realizando diluciones para comprobar hasta cuándo ese suero se puede diluir sin dejar de presentar anticuerpos.
González indicó que a través de estas pruebas han observado que las personas que tienen una fuerte exposición al virus presentan en su sangre altos niveles de anticuerpos y que estos continúan presentes en las sucesivas diluciones del suero. El seguimiento de los pacientes permitió observar en la primera extracción, que en algunas muestras los valores de anticuerpos para el virus SARS Cov 2 eran muy altos y en otras más modestas. Luego de dos a tres meses se registró en todas, una pequeña baja de los niveles de anticuerpos y posteriormente estos tienden a estabilizarse, lo mismo se está viendo internacionalmente en estudios de este tipo.
El investigador aclaró que todavía no se puede establecer una correlación entre nivel de anticuerpos y protección. No obstante, existen datos de estudios recientes que contrastan un grupo grande de personas que presentaba un nivel de anticuerpos medible contra el virus, con un grupo también numeroso que no lo tenía. Cuando se compara estos dos grupos se observa que después de 7 meses, una cantidad importante de personas del primer grupo no se infectaron, a diferencia de lo que sucedió en el segundo grupo en el que un alto número contrajo el virus. González acotó que este estudio y otros similares permitieron saber que la posibilidad de que las personas con un alto nivel de anticuerpos contra el virus vuelvan a desarrollar síntomas es muy baja. Sin embargo, eso no quiere decir que no puedan infectarse en forma muy leve hasta el punto que no se detecte. Esto también se demostró en este estudio, ya que una de las formas iniciales de darse cuenta si los pacientes se infectaban o no fue a través de los síntomas. Cuando posteriormente realizaron relevamientos aleatorios a través de la técnica de PCR (reacción en cadena de polimerasa), vieron que aparecían resultados positivos para la COVID-19, sin síntomas, en personas que tenían anticuerpos para el virus.
Indicó que la generación de anticuerpos es muy heterogénea, dependiendo del impacto de la infección. «Es necesario distinguir lo que es la enfermedad con síntomas de la infección en sí misma, hay casos en los que la infección puede ser muy leve, tanto que las personas no presentan síntomas y ni siquiera se enteran de que se infectaron», sostuvo. En estos casos como sucede en cualquier otra infección leve «el sistema inmune no invierte energías en montar una respuesta muy importante, en los pacientes asintomáticos a veces casi no hay anticuerpos medibles», expresó. En otros pacientes aun teniendo una infección modesta con poquísimos síntomas, de todas formas, se generan buenos niveles de anticuerpos.
Añadió que, si la infección tuvo un impacto fuerte, con síntomas manifiestos, el sistema inmune responde en forma intensa y genera una proporción muy alta de anticuerpos y de otros elementos de protección como son las células T.
Importancia del estudio
González resaltó que los resultados de la investigación que determinan la presencia de anticuerpos en el organismo de las personas que cursaron la enfermedad por la COVID-19, aún después de seis meses de la infección, «tiene una relevancia enorme«, en el contexto actual de desarrollo de las vacunas. En este sentido, acotó que en el desarrollo de las vacunas, además de la seguridad (que no tengan efectos adversos indeseados demasiado importantes), se evalúa su capacidad de activar la inmunidad, de generar anticuerpos y células T.
El investigador indicó que lo que no ha podido dilucidar aún esta investigación por el tiempo que transcurrió desde su inicio, es cuánto va a durar la generación de anticuerpos por parte del organismo luego de la infección. Añadió que, no obstante, en las últimas semanas se han difundido estudios que muestran que cuando se analiza los componentes de la inmunidad desde el punto de vista de la memoria inmunológica, hay una persistencia de los distintos componentes de la inmunidad que hace prever que la respuesta a la vacuna va a ser de larga duración.
González integra un grupo que trabaja junto con integrantes del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), de la academia y con la participación de profesionales del Ministerio de Salud Pública (MSP) y tiene el cometido de asesorar al MSP acerca de las vacunas contra el COVID-19 en desarrollo y realizar un seguimiento de los resultados científicos publicados en torno al tema.
Con respecto a la importancia de las vacunas González se refirió a un concepto que se relaciona con su efecto, la «inmunidad de rebaño». Señaló que se da en una comunidad cuando hay una suficiente cantidad de personas que tiene inmunidad a un virus, lo que impide que dicho germen circule. El grado de transmisión de la COVID-19 en Uruguay revelaba hasta hace poco que cuatro infectados contagiaban a cinco, la inmunidad de rebaño actuaría en el caso de que entre esas cinco personas, algunas tuvieran inmunidad, entonces serían menos las infectadas y el número en vez de aumentar se iría reduciendo. «Para que se active la inmunidad de rebaño hay que alcanzar un alto porcentaje de cobertura de inmunidad en la población, por eso es importante que cuando las vacunas estén disponibles, la gente se vacune porque si no el efecto de frenar la pandemia va a ser más modesto, más difícil o más lento», expresó el investigador.
Otro de los aportes valiosos de la información que brinda este estudio se vincula con el tratamiento a los pacientes que están cursando la enfermedad con plasma de personas recuperadas de la infección, que generaron un buen nivel de anticuerpos. González señaló que en Uruguay desde el inicio de la epidemia se creó un sistema para empezar a colectar plasma de estos pacientes. Apuntó que para eso también es importante el desarrollo del test serológico porque permite elegir dentro de los posibles donantes aquellos que tienen la mayor concentración de anticuerpos. «El componente del virus que se utiliza en el test serológico es la parte que este usa para infectar las células, por lo tanto, con el test no estamos midiendo cualquier tipo de anticuerpo sino aquellos que pueden neutralizar la capacidad infectiva del virus», expresó.
A modo de conclusión
«Afortunadamente el desarrollo de las vacunas fue muy rápido, se realizó con pasos acelerados, pero manteniendo los criterios de ir por un camino de seguridad, el grado de capacidad de generar anticuerpos que se alcanzó es muy bueno, todo augura que va a haber una protección de larga duración y por lo tanto vuelvo a insistir que es importante que llegado el momento la gente se vacune», manifestó González.