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Científicos de las universidades de Granada y Jaén estudian las evidencias físicas encontradas en la momia de una mujer que sufrió un traumatismo grave en la pelvis en el año 1878-1797 a.C., relacionándolas con el tratamiento médico descrito en varios papiros médicos egipcios de la época.
Investigadores del Proyecto Qubbet El-Hawa, que dirige la Universidad de Jaén (UJA) en Asuán (Egipto) y en el que participan científicos de la Universidad de Granada (UGR), han hallado restos del tratamiento ginecológico más antiguo del que se tiene constancia, realizado a una mujer que vivió en el Antiguo Egipto hace 4 000 años, y falleció en el año 1878-1797 a.C.
Durante la campaña de excavaciones del año 2017 en Qubbet el Hawa, en la frontera Sur del Egipto faraónico, los investigadores andaluces encontraron en la tumba QH34 un pozo vertical excavado en la roca que terminaba en una cámara funeraria con diez enterramientos intactos.
Al menos en este yacimiento del Alto Egipto, las técnicas de momificación no resultaron muy eficaces en esa época. Aunque los personajes enterrados allí pertenecieron en general a las clases más altas de la sociedad y recibirían cuidados especiales, las momias son en realidad esqueletos muy bien conservados envueltos en gruesas capas de vendas de lino, que a veces conservan restos de tejidos blandos desecados.
En este yacimiento del Alto Egipto, las técnicas de momificación no resultaron muy eficaces en esa época.
“Las momias tenían ajuares (por lo general, collares de diferentes tipos), estaban recubiertas o no de máscaras faciales de cartonaje y se guardaron dentro de dos sarcófagos rectangulares superpuestos, por lo general muy alterados por la acción de las termitas y con inscripciones jeroglíficas”, explica el antropólogo forense Miguel Botella, catedrático emérito de la UGR que ha realizado los análisis.
La última momia enterrada
Una de ellas, que fue excavada por el equipo de antropólogos de la expedición, fue tal vez la última momia enterrada en esa cámara. Perteneció a una mujer de clase social elevada, cuyo nombre, Sattjeni, se ha conservado en los restos del ataúd exterior. Ese nombre debió ser frecuente entre la clase alta de la región, por eso a esta mujer se le ha llamado Sattjeni A.
Entre las piernas originalmente vendadas de Sattjeni A (en la parte baja de la pelvis, bajo los vendajes), los investigadores hallaron un cuenco cerámico con huellas de uso, en cuyo interior había restos orgánicos quemados. El análisis de los restos óseos fue realizado por un equipo de antropólogos de la Universidad de Granada coordinados por Miguel Botella, y confirmó que la mujer había sobrevivido a una grave fractura en su pelvis, quizá producida por una caída, que le tuvo que producir graves dolores.
Es muy probable que, para aliviar estos dolores, la mujer fuese tratada con fumigaciones, tal y como los papiros médicos contemporáneos describen para solucionar problemas ginecológicos.
“Lo más interesante del descubrimiento de los investigadores de la Universidad de Jaén no es solo la documentación de un tratamiento ginecológico paliativo, algo que de por sí es único en la arqueología egipcia, sino que este tipo de tratamientos con fumigaciones se describieron en papiros médicos contemporáneos y, hasta ahora, no había pruebas de que se llevaran a cabo”, señala el doctor en Egiptología de la UJA Alejandro Jiménez, director del Proyecto Qubbet el-Hawa. Este trabajo ha sido publicado en la revista egipcia Zeitschriftfürägyptische Spracheund Altertumskunde.