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Las mujeres con enfermedades cardíacas necesitan en la actualidad opciones flexibles para programas de estilo de vida que se ajusten a sus horarios ocupados, según un estudio publicado recientemente, en el European Journal of Preventive Cardiology, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).
Las mujeres tienden a priorizar a los demás antes que a sí mismas, reconoce la autora principal, la doctora Jennifer Reed, del Instituto del Corazón de la Universidad de Ottawa, Canadá. Las realidades de la vida moderna requieren que las mujeres aborden múltiples demandas familiares, comunitarias, sociales y laborales. Como resultado, muchas sienten que no tienen tiempo para la rehabilitación cardíaca.
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en mujeres en todo el mundo; en 2015 representó un tercio de todas las muertes de mujeres. Después de un evento cardíaco como un ataque cardíaco, se aconseja a los pacientes que asistan a rehabilitación cardíaca para entrenamiento físico, educación sobre el estilo de vida, dejar de fumar y apoyo psicológico. Estos programas mejoran el estado físico, la calidad de vida, la salud mental y la supervivencia, y reducen el riesgo de nuevos eventos.
Sin embargo, aproximadamente 10-20 % menos mujeres que hombres participan en la rehabilitación cardíaca, y las mujeres tienen más probabilidades de abandonar (35 % de las mujeres dejan de fumar frente al 29 % de los hombres). Por el contrario, las mujeres son grandes usuarias de clases de ejercicio locales: muchas mujeres asisten al menos al 70 % de las sesiones que se ofrecen.
¿Qué lecciones podemos aprender de estos programas comunitarios de actividad física para aumentar la absorción de rehabilitación cardíaca por parte de las mujeres? Esta importante pregunta formó la base de nuestra revisión, señala la primera autora y estudiante de doctorado, Sol Vidal-Almela, del Instituto del Corazón de la Universidad de Ottawa.
Los autores revisaron una década de literatura para identificar qué impide que las mujeres con enfermedades cardíacas asistan a rehabilitación cardíaca y las características de los programas locales de ejercicio (que no se dirigen específicamente a personas con enfermedades cardíacas) que podrían superar esos obstáculos.
Se identificaron múltiples barreras a la participación. Algunas mujeres ven la rehabilitación cardíaca como un club de hombres. Las clases son a horas establecidas e incompatibles con los horarios diarios de las mujeres. Además, no disfrutan de la actividad física que se les ofrece y no se ajusta a sus necesidades: a algunas les resulta demasiado exigente físicamente, mientras que otras quieren que sea más desafiante. Las mujeres con frecuencia carecen de apoyo social y se sienten culpables por abandonar a su familia. Las clases son a menudo en hospitales lejos de casa y aquellas sin automóvil y con poco acceso al transporte público no quieren molestar a otros para que las lleven.
Por ello, recomienzan que se ofrezcan actividades físicas agradables como zumba, fútbol, caminatas grupales, tai chi, qigong, ejercicios de equilibrio basados en la tecnología (por ejemplo, Wii Fit), baile y marcha nórdica, y que se adapte las clases a la capacidad: las mujeres mayores pueden beneficiarse de los ejercicios para ayudarlas a realizar actividades diarias (por ejemplo, vestirse, alcanzar un armario, moverse dentro y fuera de una silla o cama) y reducir el riesgo de caídas, mientras que las mujeres más jóvenes pueden preferir actividades más desafiantes como el entrenamiento de intervalos de alta intensidad.
Respecto a los horarios, recomienzan que sean flexibles y compatibles con los horarios ocupados de las mujeres y en la medida de lo posible, que sean más cerca del hogar de las participantes o su lugar de trabajo.
Estamos experimentando un cambio en las responsabilidades familiares hacia una mayor igualdad, pero las mujeres con enfermedades cardíacas de hoy en día aún son más propensas a ser cuidadoras que los hombres, añade Vidal-Almela. Múltiples opciones de clase durante el día pueden beneficiar particularmente a las mujeres más jóvenes que reportan falta de tiempo, compromisos familiares y laborales como barreras para asistir a la rehabilitación cardíaca’.
Por su parte, la doctora Reed señala que la alta participación de las mujeres en clases grupales de ejercicio en su vecindario sugiere que disfrutan del sentido de comunidad. Los programas de rehabilitación cardíaca en varios sitios pueden ayudar a resolver problemas de transporte y generar un sentido de pertenencia.
Es más probable que hagamos tiempo para actividades que disfrutamos y consideramos importantes, prosigue. El baile parece una opción particularmente atractiva para las mujeres, que lo encuentran divertido, agradable y motivador. Con un poco de creatividad, podemos modernizar la rehabilitación cardíaca para que sea más atractiva y relevante para las mujeres.
Las mujeres han estado subrepresentadas en la investigación cardiovascular. La suposición de que los hallazgos de estudios que incluyen predominantemente hombres serán generalizables para las mujeres representa una barrera para el avance de la rehabilitación cardíaca para satisfacer las necesidades de mujeres y hombres, concluye.
marzo 23/2020 (Europa Press) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.