Uno de los tumores más agresivos ha encontrado un aliado en los inhibidores de PARP que reducen en un 40 % el riesgo de recidiva .
Un importante estudio publicado en The New England Journal of Medicine y presentado en European Society for Medical Oncology (ESMO), demuestra cómo la administración de niraparib, un inhibidor de PARP, enzima implicada en la reparación del ADN, tras el tratamiento de quimioterapia convencional en pacientes recién diagnosticadas de cáncer de ovario avanzado, mejoraba su supervivencia libre de progresión y reducía el riesgo de recaída o muerte.

La investigación se realizó en 181 centros internacionales coordinados por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO), miembro de la Red Europea de Grupos Cooperativos para Ensayos Ginecológicos (ENGOT) y en él participaron 733 enfermas recién diagnosticadas con cáncer avanzado de ovario de tipo histológico seroso o endometrio de  alto grado.

La administración de niraparib reducía hasta en un 40 % el riesgo de recaída. En algunas enfermas, con déficit de la recombinación homóloga, este porcentaje llegaba al 57 %, explica Antonio González Martín, codirector del Departamento de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra, presidente de GEICO y director del estudio.

Aunque niraparib es un fármaco dirigido contra PARP y su mayor eficacia se observó en enfermas con problemas en la reparación del ADN relacionadas con mutaciones en BRCA o genes con funciones similares, las mujeres con cáncer de ovario que no tenían estas características también lograban beneficiarse con este tratamiento. Es posible que niraparib tenga un mecanismo complementario que estimule el sistema inmune, pero se trata de un aspecto que todavía hay que investigar más, añade González.

El cáncer de ovario se diagnostica cada año a más de 200 000 mujeres en el mundo. Se trata del tumor ginecológico que más defunciones provoca, debido fundamentalmente a que la mayoría de las enfermas se diagnostican en una fase avanzada por la inespecificidad de la sintomatología y además por la ausencia actual de técnicas que sean eficaces para realizar un diagnóstico precoz.

Datos que cambian la práctica asistencial

Nuevos datos confirman variaciones significativas en el abordaje tumoral. Por ejemplo, en el tumor de estroma gastrointestinal (GIST ): el estudio Invictus, doble ciego, controlado con placebo, de fase III, ha analizado los resultados con ripretinib, un nuevo inhibidor de tirosina cinasa, como tratamiento por lo menos de cuarta línea. Así, pacientes refractarios a imatinib, sunitinib y regorafenib y que ya no tenían alternativa terapéutica, se encuentran con una nueva opción que aumenta significativamente su supervivencia.

La supervivencia libre de progresión con el tratamiento fue de 6,3 meses por un mes del placebo, aumentando también la supervivencia general desde los 6 meses con placebo a algo más de 15 meses con este tratamiento experimental, apunta Josep Tabernero.

ESMO también se ocupa del diagnóstico. En esta línea, y además de datos sobre biopsia líquida, un trabajo realizado por el grupo holandés coordinado por Ellen Dompeling, presenta un estudio de cribado y otro estudio terapéutico en enfermos refractarios de diferentes enfermedades. Desarrollan un panel genómico mediante el cual realizan los tratamientos. Es una prueba de concepto interesante, como la que presentamos hace tiempo con el Winther, comenta el oncólogo, y señala que los resultados de ambas investigaciones se han publicado en Nature.

octubre 10/2019 (Diario Médico)

 

octubre 11, 2019 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Farmacología, Ginecología y Obstetricia, Investigaciones, Neoplasias, Oncología | Etiquetas: , , |

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