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Un estudio ha mostrado una nueva forma de plasticidad neuronal, es decir, la capacidad de las células del sistema nervioso para adaptarse anatómica y funcionalmente ante un medio cambiante.
La investigación confirma la presencia de un «reservorio» de neuronas que se incorporan a los circuitos en la vida adulta y no durante la etapa del desarrollo, como suele ser habitual.
Los investigadores partieron de estudios que confirmaban la presencia de una importante población de neuronas inmaduras en la corteza cerebral de roedores adultos. Al principio se creía que las neuronas eran de generación reciente pero se comprobó que, aunque se generaban durante la vida embrionaria al igual que el resto de las neuronas de su alrededor, se mantenían en un estadio inmaduro durante gran parte de la vida de los animales.
Cuando el individuo llega a la edad adulta, estas neuronas inmaduras no son funcionales ya que tienen poco desarrolladas sus dendritas y axones, no reciben sinapsis de otras neuronas y desaparecen conforme se envejece. Se sospechaba que maduraban y se iban integrando en los circuitos neuronales. Ahora se ha comprobado que se convierten en neuronas excitadoras típicas de la región cerebral en la que se encuentran.
Estas neuronas son interesantes porque, aunque en roedores están restringidas a la corteza olfativa, en los humanos se extienden prácticamente por toda la corteza cerebral y en un número muy elevado. Esta presencia abundante lleva a pensar que pueden tener un papel relevante que todavía no se conoce. El estudio fue publicado en Cereb Cortex 2018.
julio 23/2019 (neurologia.com)