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Un proyecto internacional ha propuesto un nuevo método, diseñado sobre imágenes de resonancia magnética, que favorece el diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer (EA)
Cuando a un paciente se le diagnostica EA, la atrofia ya está bien establecida en el cerebro. En los individuos afectados, los volúmenes entorrinales ya se han reducido un 20-30%, y el volumen del hipocampo, un 15-25%. Sin embargo, las estimaciones de la progresión de la atrofia (0,8-2% anual) sugieren que este proceso debe haber estado activo durante varios años antes del diagnóstico o de la presencia de síntomas, por lo que ser capaces de detectar estas pequeñas anomalías iniciales resulta vital para avanzar en un diagnóstico precoz.
El proceso de degeneración puede visualizarse mediante diferentes modalidades de imágenes médicas, pero los cambios en la etapa inicial son sutiles y es difícil distinguir los patrones mediante la evaluación radiológica convencional. Ello ha llevado al desarrollo de numerosos métodos automáticos para la evaluación de la atrofia cerebral.
El método propuesto explora la relación entre la degeneración de la sustancia gris, la sustancia blanca y el líquido cefalorraquídeo mediante segmentación de imágenes usando supervóxels. Los resultados experimentales obtenidos han demostrado una mejora significativa en la clasificación de la EA frente al deterioro cognitivo en comparación con otras aproximaciones encontradas en la bibliografía. Aunque dadas las diferencias de edad, sexo, deficiencia o calidad de imagen entre las poblaciones de estudio es imposible hacer una comparación directa, en general, según los autores, los resultados obtenidos son comparables o mejores que los de métodos texturales similares.